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La mañana había amanecido calurosa, pero aquello no había parecido desanimar a los postores. El subastador, de pie en el elegante porche de la enorme mansión blanca, dirigía la sesión en un tono monocorde, pero de vez en cuando tenía que echar mano de su pañuelo para secarse el sudor del rostro y la nuca.
Harry Styles observaba la subasta con los ojos cafe entornados. No tenía intención de comprar, no aquel día, pero sí tenía un interés personal en la subasta. Era el hogar de los Gomez lo que se estaba subastando, con absolutamente todo lo que había en él. Debería sentir cierta satisfacción al ver cómo se desperdiciaban las posesiones de Bass Gomez, pero, extrañamente, no era así. De hecho lo hacía sentirse bastante incómodo, era como ver a un grupo de buitres despedazando a una víctima indefensa hasta los huesos.

Buscó con la mirada entre la muchedumbre, tratando de ver a Selena Gomez, pero no parecía haber acudido. Tal vez ella y su hermano Tyler estarían dentro de la mansión, ayudando a la gente de la casa de subastas a clasificar los muebles y las antigüedades para su venta.
Alguien se acercó a él por la izquierda, y al girar la cabeza se encontró con su cuñada, Abby Styles. 

Abby: — No esperaba verte aquí — le dijo ella sonriéndole.

Calhoun y él iban a ser sus hermanastros, pero un accidente de coche dos días antes de la boda, acabó con la vida del padre de ellos y la madre de ella. Abby no tenía más familia, así que se convirtieron en sus tutores legales y la joven se fue a vivir con ellos a su rancho de Texas. Solo hacía seis semanas que Calhoun y ella se habían casado.

— Nunca me pierdo una subasta — contestó él, volviendo la cabeza hacia el subastador —. Por cierto, no he visto a los Gomez — añadió en un tono despreocupado.

— Tyler está en Arizona — contestó Abby. La divirtió verlo girar la cabeza sorprendido ante la noticia . — No quería irse sin pelear por su patrimonio, pero parece ser que se produjo algún tipo de emergencia en el rancho en el que está trabajando.

— ¿Ha dejado sola a Selena? — exclamó Harry. Pareció que las palabras habían escapado involuntariamente de sus labios.

— Me temo que sí — asintió su cuñada reprimiendo a duras penas una sonrisa maliciosa —. Está en el apartamento que le ha alquilado su jefe, Barry Holman, justo encima del bufete en el que trabaja...

Las facciones de Harry se pusieron rígidas, y dejó suspendido en el aire el cigarrillo que estaba fumando.

— ¿Holman tiene el valor de llamarlo apartamento? ¡Por amor de Dios!, ¡si no es más que un almacén cochambroso!

— Bueno, le ha dado permiso a Selena para arreglarlo un poco — repuso Abby —. No tiene otra opción, Harry. Están vendiendo la casa y no puede permitirse otra cosa con lo que gana. Es una tragedia. Tyler y ella pensaban que podrían al menos retener su hogar, pero las deudas de su padre eran demasiado cuantiosas.

Harry farfulló algo por lo bajo con la vista fija en la mansión frente a ellos. Aquella casa simbolizaba todo lo que había odiado de la familia Gomez en los último seis años, desde que Selena había roto su compromiso y lo había traicionado.

— ¿No estás contento? — lo picó Abby suavemente. — Después de todo odias a Selena. Debería complacerte verla humillada públicamente.

Pero él no respondió a sus pullas, sino que se dio vuelta bruscamente y se dirigió a grandes zancadas al lugar donde tenía aparcado su Thunderbird negro. Abby sonrió. Durante todos esos años, Harry había evitado todo contacto con los Gomez, hasta el punto de que no quería ni oír mencionarlo, pero en los últimos meses la lucha que se libraba en su interior estaba empezando a exteriorizarse.
Abby estaba segura de que todavía sentía algo por Selena, y que ella también sentía aún algo por él; y feliz como se sentía en su matrimonio, quería que el resto del mundo fuera igualmente feliz, así que pensaba que quizá empujando un poco a Harry en la dirección adecuada lograria hacer felices a dos personas muy desdichadas.

Harry no se había enterado de la venta de la heredad de los Gomez hasta aquella misma mañana, cuando Calhoun lo había mencionado en la oficina de la nave de engorde de ganado que ambos dirigían. Le dijo que había salido en los periódicos, pero Harry había estado fuera de la ciudad. No le sorprendía en absoluto que Selena quisiera mantenerse al margen de la subasta. Había nacido en aquella casa, y había vivido allí toda su vida. De hecho, su abuelo había sido el fundador de la pequeña ciudad en que vivían y le había dado su nombre: Gomez-Ville. Eran una familia adinerada, y los andrajosos hermanos Styles del destartalado rancho a unos kilómetros de la mansión, no eran la clase de amigos que la señora Gomez quería para sus hijos, Tyler y Selena. Sin embargo, al morir esta, el trato hacia ellos por parte del señor Gomez se volvió repentinamente más amistoso, sobre todo desde que establecieran su negocio de la nave de engorde, y cuando el viejo se enteró de que Selena pretendía casarse con él, le aseguró que no podía estar más contento.

Pero después ocurrió algo... Una noche Bass Gomez y el joven Tom Wheelor habían ido a verlo. Bass Gomez parecía muy disgustado, y le dijo a Harry sin preámbulos que Selena estaba enamorada de Wheelor, y no solo eso. sino también que habían estado acostándose, que su compromiso con ella no había sido más que una farsa. Le aseguró que estaba avergonzado de ella, y que el compromiso había sido una estrategia de Selena para cazar al indeciso Wheelor. Por tanto, habiendo servido a sus propósitos, Selena ya no lo necesitaba. Con tristeza, Bass Gomez le devolvió el anillo de compromiso, mientras Tom Wheelor murmuraba sonrojado sus disculpas. Bass incluso había derramado unas lágrimas, y tal vez fuera la vergüenza lo que hizo que le prometiera a Harry respaldo financiero para su negocio. Solo había una condición: que no le dijera nunca a Selena quién había proporcionado el dinero. Y acto seguido, se marcharon.

Harry incapaz de creer a Selena capaz de algo así sin tener pruebas, corrió a telefonearla justo cuando su padre arrancaba el coche para salir de su propiedad. Sin embargo, ella no negó nada de lo que le habían dicho, que, por el contrario, se lo confirmó todo, incluso la parte acerca de haberse acostado con Wheelor. Le dijo que solo había querido poner celoso a Tom, para que le propusiera matrimonio de una vez. Añadió también que esperaba que no estuviera muy enfadado con ella pero claro, tenía que comprender que ella siempre había tenido todo lo que había querido, y por desgracia él no era lo suficientemente rico como para satisfacer todos sus caprichos, mientras que Tom si...

Harry le creyó. Además, al recordar cómo la vez que había tratado de hacerle el amor ella lo había rechazado hizo que su confesión sonara aún más cierta. Después de aquello, había agarrado una borrachera de campeonato, y en los seis años siguientes no había vuelto a mirar a otra mujer. Y no porque no hubieran surgido posibilidades, habían surgido varias, pero todas las había desdeñado. Ese hombre si que era guapo, aunque casi nunca se le veía esbozar una sonrisa. Sin embargo había logrado riqueza y poder, y aquello atraía a las mujeres Pero se sentía demasiado resentido como para aceptar esa clase de atención. Selena lo había herido como nadie antes lo había hecho, y durante años lo único que lo mantuvo vivo fueron las ansias de venganza.

Sin embargo, cuando el momento había llegado, cuando al fin la veía humillada como Abby había apuntado, no sentía la menor satisfacción. Solo podía pensar en que debía estar destrozada, sin familia ni amigos que la reconfortaran.
El lugar que su cuñada había llamado «apartamento» no era más que un pequeño almacén, y no le hacía gracia pensar que tuviera que depender de ese modo de Holman. Conocía la reputación del tipo, y sabía que le gustaban las mujeres bonitas. Y Selena lo era, era preciosa: largo cabello negro, figura delicada, y brillantes ojos de un cafe intenso. Ya no era una adolescente, había cumplido los veintisiete, pero no parecía mucho mayor que cuando se comprometieron. Tal vez fuera porque la rodeaba una especie de halo de inocencia y pureza que... Harry cerró los ojos, apretó los dientes y sacudió la cabeza. Falso, era todo falso, únicamente apariencias.

Se detuvo frente a la puerta del «apartamento» y levantó el puño para golpear con los nudillos, pero le pareció escuchar un ruido ahogado dentro. No parecían risas... ¿Llanto? Apretó la mandíbula y dio un par de golpes secos en la puerta. Los sollozos pararon al instante, y se oyó un chirrido, como de una silla arrastrándose, y después pasos, que parecían hacerse eco de los rápidos y fuertes latidos de su corazón.

La puerta se abrió y apareció Selena, con unos vaqueros descoloridos y una camisa de cuadros azul. Tenía el largo cabello desordenado, y los ojos enrojecidos.

— ¿Has venido a burlarte de mi desgracia, Harry? — le espetó con amargura.

Vengador EnamoradoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora