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Ya había oscurecido cuando Harry regresó a casa, cansado y de muy mal humor. Al pasar por el comedor, donde Selena estaba cenando sola, le lanzó una mirada dura, y se dirigió a las escaleras sin siquiera decir hola.
Selena suspiró y se preguntó si las cosas podían empeorar más. Al cabo de un rato, cuando ya había terminado de cenar, reapareció Harry, recién duchado a juzgar por el cabello todavía húmedo, pero aún con una cara de siete metros. Se sentó a la cabecera de la mesa y empezó a servirse el estofado de ternera.
—Puedo decirle a María que te lo caliente un poco —le propuso Selena.
— Si quiero que María haga algo, se lo diré yo mismo —replicó Harry irritado.
Selena dejó la servilleta sobre la mesa y se alisó la falda de su vestido rojo y blanco. Se lo había puesto al llegar a casa porque a Harry le había parecido sexy, pero no parecía que aquella estratagema fuera a servirle de nada cuando él ni siquiera levantaba la vista del plato. Se quedó un buen rato observándolo en silencio sin saber cómo abordarle.
—Harry —comenzó finalmente — si estás enfadado por lo de esta tarde... El señor Holman me dijo que quería cerrar una hora antes, y la nave le pillaba de camino. Harry alzó por primera vez la mirada hacia ella, sus ojos relampagueaban.
— Sabes perfectamente lo que pienso de tu maldito jefe
— Sí, lo sé —asintió ella molesta por su cabezoneria—, pero no pensé que te molestaría que me llevara a la nave. Se comporta muy correctamente cuando está conmigo. Te lo he dicho un millón de veces.
— Podrías haberme llamado —replicó él—. Habría ido a recogerte.
— Llamé a la nave y me dijeron que habías salido— murmuró apartando el plato del postre a un lado—, más, no estaba segura de si querrías venir a recogerme después de cómo te marchaste al dejarme en el trabajo por la mañana, sin siquiera decir adiós.
Harry soltó el tenedor:
—Holman estaba esperándote, paseándose impaciente arriba y abajo —le espetó en un tono gélido— Un poco más y te saca del coche en volandas para llevarte dentro. Te juro que estuve a punto de partirle la cara. No me gusta que te toquen otros hombres.
Aunque lo normal hubiera sido que la posesividad de Harry molestara a Selena, estaba tan ansiosa porque él diera una señal de que sentía algo por ella, con tan vehemente declaración de celos, se quedó mirándolo emocionada. Suspiró aliviada y le sonrió.
—Me alegro.
—¿De qué? —inquirió él frunciendo el ceño.
—De que no quieras que me toquen otros hombres... porque a mí tampoco me gusta que te toquen otras mujeres.
Harry enrojeció ligeramente.
—No estábamos hablando de eso —murmuró incómodo.
Selena sonrió divertida.
—Calhoun me ha dicho que lo sacaste de una reunión para que me trajera a casa.
—Es que estaba enojado —farfulló Harry frotándose la nuca.
Selena habría querido probar lo que le había dicho Calhoun de incitar un poco a Harry para quitarle el mal humor, y había pasado un buen rato ideando maneras de llevarlo a cabo, pero lo cierto era que resultaba más fácil pensarlo que hacerlo.
—Me ha llegado por correo una película que había pedido —dijo Harry de repente en un tono despreocupado, como si quisiera hacer las paces. Parecía que después de todo había comprendido que su enfado no tenía fundamento—. Es una película de guerra en blanco y negro de los años cuarenta. Podrías verla conmigo... si quieres —murmuró esperando que su voz no delatara cuánto le gustaría que ella aceptara.
—Me encantaría —sonrió Selena—, me gustan las películas de guerra antiguas.
—¿De veras? —inquirió Harry emocionado—. ¿Y las de ciencia ficción?
La mirada de Selena se iluminó al ver que la tensión desaparecía.
—Oh, sí, también.
—Pues tengo toda una colección —se rio Harry.
Minutos después estaban los dos sentados frente al televisor en el salón. A medida que avanzaba la película, Selena se encontró cada vez sentada más cerca de Harry. Queria poner su mano sobre la de él, pero se detuvo.
Harry giró la cabeza con una media sonrisa.
—Selena, no tienes que pedirme permiso para tocarme — le dijo suavemente.
Sonrió con timidez, pero entrelazó finalmente los dedos con los de él, y volvieron a centrar su atención en la pantalla. Sin embargo, Selena no se estaba enterando de nada de lo que ocurría en la película, porque Harry había empezado a hacerle pequeñas caricias en el dorso de la mano con el pulgar y se notaba temblorosa. Entreabrió los labios excitada al recordar una vez que habían estado juntos en el sofá... y habían hecho. Recordaba vividamente la agradable frescura del cuero bajo su espalda, y el peso del cuerpo de Harry encima de ella. Sus mejillas se encendieron al instante.
—¿Te gustan las películas de misterio? — murmuró con la boca seca por decir algo.
—Claro —respondió Harry—, tengo unas cuantas de Hitchcock, y también tengo Arsénico por compasión, con Cary Grant.
—¡Oh, me encanta esa! —exclamó Selena—. Me reí muchísimo cuando la vi por primera vez.
Harry se quedó un momento observándola, admirando lo preciosa que estaba con aquel vestido blanco y rojo.

Vengador EnamoradoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora