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Selena había albergado la esperanza de que a Harry se le hubiera pasado un poco el enfado para la hora de la cena, pero para su decepción no fue así. Se sentó a la cabecera de la mesa, y apenas hablaron.

Despues, salió del comedor sin decir una palabra, Selena lo vio subir las escaleras con creciente desesperación. ¡Si pudiera ir tras él, rodearlo con sus brazos y explicarle cómo se sentía...! Pero, ¿cómo iba a hacerlo después de lo ocurrido en el pasado?

La tristeza estaba ahogandola y decidiendo que no podia aguantarlo mas se levanto de la mesa, fua a por su bolso y salio . Se metio en su pequeño deportivo. Si Harry creía que iba a pasarse el resto de la noche alli sentada sintiendose miserable estaba muy equivocado.

Puso en el motor y salio a la carretera aumentando la velocidad poco, dejandose envolver por esa sensacion de libertad que experimentaba al volante, dejando que el viento le desordenase salvajemente los cabellos.

Harry la odiaba, pero aquello no era nada nuevo. Hacía años que la odiaba; lo había herido y nunca la perdonaría. Selena no sabía por qué había accedido a casarse con él: jamás funcionaría. Había sido una idiota, y no podía culpar a nadie más de su propia infelicidad.

Estaba tan inmersa en sus pensamientos, que no vio la señal de stop hasta que la tuvo casi encima, y la bocina ensordecedora de un camión hizo que la sangre se le congelara en las venas.

Un camión enorme rodaba hacia ella por la autopista. Su pequeño deportivo no era lo suficientemente rápido como para pasar a aquel gigante en la intersección, y no estaba segura de que el coche pudiera frenar a la velocidad a la que iba.

Aun así, con el corazón en la garganta, y la certeza de que iba a morir, pisó el freno con todas sus fuerzas. El chirrido de los neumáticos irrumpió en el silencio de la noche, y el vehículo se descontroló, empezando a girar sobre sí mismo como una peonza. El pánico hizo presa de Selena, que agarró el volante impotente, y el coche se salió de la carretera, introduciéndose en la hondonada del arcén. Se inclinó hacia el lado, como si estuviera borracho, pero increíblemente no volcó, y Selena se quedó sentada en el asiento, aturdida pero no herida, aunque sentía el amargor de la bilis en la garganta, y todo le daba vueltas. En ese momento se escuchó el chirrido de otro coche frenando, y cómo su ocupante abría la puerta y corría hacia ella.

— ¡Selena! — la llamó una voz angustiada, una voz familiar... y a la vez distinta de cómo la recordaba, porque sonaba rota, áspera, y temblorosa —. ¡Contéstame, maldita sea!, ¿estás bien?

Sintió que unas manos grandes y fuertes le desabrochaban el cinturón de seguridad, para después recorrer su cuerpo con exquisito cuidado en busca de alguna herida o un hueso roto.

— ¿Estás bien? — volvió a preguntarle la voz. Al fin los ojos de Selena empezaron a enfocar de nuevo, y vio que era Harry quien estaba a su lado —. ¿Te duele en algun sitio? ¡Por amor de Dios, vida mía, contéstame!

— Estoy... estoy bien — susurró mareada —. La puerta...

— No consigo abrirla — repuso Harry—. Yo te sacaré, tranquila...

Se agachó, introdujo los brazos por debajo de las axilas de ella, y tiró hacia arriba con cuidado, sacándola del vehículo con una facilidad sorprendente, cuando tuvo los pies en el suelo, Selena notó que se tambaleaba ligeramente, él la tomó en brazos con mucha delicadeza para salir del arcén. El conductor del camión había parado a unos metros, y se acercaba a ellos, pero Harry no pareció advertirlo siquiera. Por la expresión de su rostro cualquiera habría dicho que lo tenía todo bajo control, pero le temblaban los brazos al dejarla en el suelo, sin llegar a soltarla.

Vengador EnamoradoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora