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— Bueno, sí, un diccionario... — farfulló él metiéndose las manos en los bolsillos del pantalón —. Teníamos cierta diferencia de opiniones acerca de cómo se escribía un término legal. En fin, imagínate... — añadió enfadado —. Soy abogado, estudié derecho... ¿Qué se cree, que no sé deletrear los términos de mi profesión?

Selena, que había comprobado de primera mano la desastrosa ortografía del señor Holman, no dijo una palabra, pero frunció los labios.

— De acuerdo — prosiguió su jefe hablando más consigo mismo que con ella —, le dije algunas cosas, pero ella me dijo también otras... ¿Dónde ha quedado el respeto hacia los superiores? El caso es que le lancé el libro, me estaba poniendo frenético, y entonces fue cuando se encerró en mi despacho... ¡Por un libro nada más! — exclamó. Selena enarcó las cejas —. Bueno, y por el cristal — admitió.

— El... ¿cristal? — inquirió ella boquiabierta.

— El cristal de la... ventana — murmuró su jefe. Se dio la vuelta y le señaló unos cristales rotos sobre la acera en los que ella no había reparado hasta ese momento. Barry Holman se agachó a recoger algo de el estropicio.

— Ah, aquí está! Sabía que debía estar por aquí — dijo levantándose y blandiendo el diccionario, un talonario bastante grueso.

Selena se debatía entre la risa y las lágrimas cuando se oyó un chirrido y una sirena, y apareció torciendo en esquina el camión de bomberos. Se detuvo frente al edificio.

— Estoo... ¿No les dijo para qué necesitaba que vinieran? — le preguntó Selena a su jefe al ver que los bomberos se bajaban y empezaban a desenroscar una manguera.

— Pues no, la verdad es que no — respondió Holman distraídamente —. ¡Oh, hola, Jake! — saludó al de bomberos de Gomez-Ville, adelantándose —. Gracias a Dios que habéis venido!

— ¿Dónde es el incendio, Holman? — inquirió este mirando en todas direcciones.

— ¿Incendio? — repitió Barry rascándose la cabeza — .La verdad es que no hay ninguno. Se trata de otra clase de emergencia.

Jake, un tipo grande y fuerte con la cara colorada, lo miró ceñudo.

— No hay fuego — les hizo una señal a sus compañeros para que guardaran la manguera —. ¿Entonces para que nos necesitas?

— Quiero que echéis abajo la puerta de mi despacho con un hacha. Es que... he perdido la llave — improvisó el señor Holman. No podía decir la verdad delante de la muchedumbre de curiosos que se había agolpado allí delante.

— ¿Y por qué no has llamado a un cerrajero? — preguntó el jefe de bomberos empezando a perder la paciencia.

— Pues porque... porque...

— Una joven empleada se ha encerrado allí y no quiere salir — le explicó Selena al jefe de bombero llevándolo aparte.

— ¡Por todos los demonios, Barry!, ¿quieres que tiremos una puerta a hachazos para hacer salir a una pobre chica?! — exclamó Jake.

La muchedumbre prorrumpió en carcajadas mientras que Barry Holman enrojecía y balbucía cosas como: «¿Pobre chica?» y «¡es un diablo, un diablo!» Por suerte no fue precisa ninguna actuación, ya que en ese momento, Tammy, que debía haber oído el jaleo salió por su propia voluntad, y avanzó amenazadora hacia su jefe.

— ¡Dimito! — le gritó al señor Holman. En cuanto llegó a su lado le arrebató el diccionario de la mano, y lo golpeó con él en la cabeza con todas sus fuerzas. Se volvió hacia Selena temblando de ira —. Lo siento, Selena , pero a partir de hoy vuelves a ser la única secretaria de esta oficina. ¡No aguanto ni un día más al lado de este atormentador de mujeres! ¡Y no tiene usted ni idea de ortografía, señor abogado de pacotilla! — le gritó a Holman.

— ¡Tengo mucha más idea que tú, niñita de instituto! — le gritó él viéndola alejarse —. ¡No esperes que vaya corriendo tras de ti para rogarte que vuelvas!, ¡no pienso hacerlo! Seguro que en esta estúpida ciudad hay cientos de estúpidas mujeres que no sepan deletrear, igual que tú, y que necesiten trabajo.

El jefe de bomberos estaba observando la escena boquiabierto, mientras que Selena trataba a duras penas de no estallar en risas. Presintiendo lo que iba a ocurrir, se escabulló y entró en la oficina. Y, tal y como había supuesto, al cabo de un par de minutos el jefe de bomberos estaba lanzando serpientes y culebras por la boca.

Aturdido Barry Holman por haberlos llamado para semejante majadería, y diciéndole que diera gracias porque no fuera a informar de ello a la policía para que le dieran una multa o lo arrestaran.

El incidente con Tammy había puesto de un humor de mil diablos a Barry Holman, así que, seguramente entallaria porque no hacía más que despotricar de ella . Y como no habia trabajo adelante ni dejaba trabajar a Selena, dijo que cerrarían una hora antes. Selena recogió sus cosas y llamó a la nave de los Styles para preguntarle a Harry si podía acercarse a recogerla antes, pero le dijeron que estaba fuera. Selena suspiró mientras colgaba auricular, y al ver a su jefe salir de su despacho en ese momento con el maletín en la mano, le preguntó sin pensarlo dos veces:

— ¿Le importaría llevarme en su coche a la nave? — He llamado a Harry para que viniera a recogerme, pero me han dicho que ha salido.

Vengador EnamoradoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora