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Harry la miró y sonrió, pero se dio la vuelta antes que ella pudiera darse cuenta.


— ¿Quieres que salgamos a cenar o prefieres que nos quedemos aquí?


— Me da igual.


— Bueno, supongo que resultaría un poco chocante que saliéramos a un restaurante en nuestra noche de bodas, ¿no es así? — le dijo con una sonrisa burlona.


— Adelante, estropéalo por completo. Dios no permita que disfrute del día de mi boda — le espetó ella enfadada. Le dio la espalda y empezó a subir las escaleras.


— ¿De qué diablos estás hablando? — inquirió él frunciendo el ceño.


Selena no se volvió a mirarlo. Se mantuvo agarrada al pasamanos con la mirada fija en el rellano superior. 


— No podrías haber expresado con más claridad tus sentimientos aunque hubieras llevado una pancarta con todas tus quejas escritas con sangre. Sé que me odias, Harry, que te has casado conmigo por lástima, y también sé que parte de ti aún desea hacerme pagar por lo que te hice.


Harry había encendido un cigarrillo, y estaba fumando, apoyado en el quicio de la puerta del salón.


— Es bastante duro que destrocen tus sueños, ¿sabes? — repuso él con frialdad.


Selena se giró y lo miró a los ojos.


— Tú no eras el único que tenías sueños, Harry, ¡yo te quería!


— Y por eso me dejaste tirado en la cuneta por ese chico millonario — masculló él.


Selena acarició el pasamanos distraídamente.


— Qué extraño que no me casara con él, ¿no te parece? — le preguntó en un tono casual —. ¿No dirías que es muy extraño, cuando estaba tan desesperada por conseguir su dinero?


Harry apartó un instante el cigarrillo de sus labios.


— Supongo que te dejaría al darse cuenta de que como hombre no te interesaba en absoluto.


— Yo nunca estuve interesada ni en él, ni en su dinero — puntualizó Selena —, mi familia tenía más que suficiente.


— ¿De veras? — contestó Harry con una sonrisa irónica. ¿Qué se creía?, ¿que era un idiota?, ¿que no sabía que antes de morir su padre hacía ya tiempo que su familia tenía problemas financieros?


— ¿Por qué te niegas a escucharme? — murmuró ella —. He tratado de explicarte por qué rompí el compromiso...


— ¡Ya lo creo que me lo explicaste! Rompiste conmigo porque no podías soportar mis caricias... pero yo ya sabía eso de mucho antes — le dijo. Había un brillo peligroso en su mirada —. Lo supe cuando me apartaste la noche en que nos prometimos — añadió con voz ronca —. Lo supe cuando vi que estabas temblando como una hoja, con los ojos abiertos como platos. Te faltó tiempo para alejarte de mí. 

Vengador EnamoradoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora