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Nuevas lágrimas acudieron a los ojos de Selena, y tuvo que morderse el labio inferior para que dejara de temblar.

- Oh, Harry... - murmuró, emocionada por aquel gesto.

- ¿Podrás hacerlo así? - le preguntó él con ternura -. Si te dejo, ¿crees que podrías hacerme el amor tú a mí?

Las lágrimas rodaban ya por las mejillas de ella, incapaz de contenerlas por más tiempo.

- Quería decírtelo, Harry, pero me daba vergüenza... - sollozó.

- Está bien - la tranquilizó él -. Debí haberlo comprendido hace tiempo. No te haré daño, Selena, yo jamás te haría daño...

Entre lágrimas, Selena emitió una risa ahogada. Tenía gracia que al final hubiera tenido que ser él quien lo adivinara por sí mismo. Sonrió, y se inclinó insegura para besarlo.

Harry sentía que el corazón le iba a estallar. ¿Por qué no había sido capaz de comprenderlo hasta entonces? Obviamente Tom Wheelor le había hecho daño, y por eso ella tenía miedo de hacer el amor con otros hombres. Detestaba la idea de que aquel tipo hubiera sido su amante, pero no podía soportar ver a Selena sufrir el resto de sus días por cómo la había tratado. Tenían que empezar a construir una vida juntos de algún modo, y aquel parecía el más indicado.

Apartó todo pensamiento de su mente y se concentró, curioso, en el tímido beso de Selena. No, era evidente que no sabía besar, se dijo esbozando una sonrisa. Llevaba mucho tiempo de abstinencia, pero antes de conocerla su falta de dinero jamás había sido un impedimento para atraer a las mujeres. Sabía lo que tenía que hacer para volverlas locas.

Como le había prometido, no la tocó. Se quedó allí mudo, quieto, permitiendo que la boca de ella juguera con la suya.

- Puedes acercarte más - le dijo -, no voy a comerte.

Selena sonrió, y se tumbó a su lado, con los senos apretados contra su tórax, aunque no se atrevió aún a entrelazar las piernas con las de él. Los labios le temblaban ligeramente cuando lo besó de nuevo, pero Harry se mantuvo fiel a su palabra y no trató de atraerla hacia sí, ni de hacer el beso más íntimo.

Las manos de Selena se enredaron en el cabello, y recorrió con los labios cada rasgo de su rostro. De sus labios escapó una risa; encantada como estaba de descubrir lo dulce que era poder tomarse la libertad de acariciarlo y besarlo.

Harry abrió los ojos y la miró sorprendido.

- ¿A qué ha venido eso?

- Es que... si supieras cuánto tiempo hace que quería hacer esto...

- Podías habérmelo dicho - le espetó él.

- No, no podía - replicó Selena repasando la mano por el vasto tórax -. Es algo demasiado íntimo... - y entonces, de un modo impulsivo, se agachó para rozar con sus labios el esternón -. Oh, Harry, te he echado tanto de menos...

El tórax de Harry se hinchó ante aquella caricia.

- Yo también te echaba de menos - murmuró con voz ronca -. ¡Dios, Selena, no puedo...! -masculló.

- ¿No es suficiente para ti, verdad? - inquirió ella, vacilante, alzando el rostro - Lo siento, me temo que estoy un poco verde en esto.

El deseo oscureció la mirada de él.

- Quiero tocarte - le susurró -, quiero tenerte tumbada debajo de mí y sacarte la camisa del pijama.

Selena se estremeció.

- Pero... si perdieras el control, ocurriría lo mismo que ocurrió arriba hace un rato - gimió -, me asustaré.

- Te juro por Dios que no lo perderé - le aseguró Harry -, aunque tenga que salir fuera a chillar en la oscuridad.

Selena se rio, pero le creyó. Aquello iba a ser lo más difícil para ella: confiar en él. Tragó saliva y se tumbó de espaldas, viendo cómo él se colocaba sobre ella.

- Dar tu confianza a los demás es difícil, ¿no es verdad? - murmuró Harry adivinando sus pensamientos. La verdad era que la frase podía aplicarse a los dos.

- Sí - asintió ella -, pero ya he comprendido que no hay más remedio que arriesgarse. Antes de acostarme estaba pensando en que podía haber muerto en ese deportivo, y todos los problemas parecen tan insignificantes cuando has estado a punto de morir... Lo único en que podía pensar mientras frenaba era en ti, y en lo triste que me sentía por no haber construido recuerdos felices a tu lado.

- ¿Por eso viniste a mi dormitorio? - le preguntó él con una sonrisa.

- No, no solo por eso - respondió ella estudiando sus labios -, tenía hambre de ti, y quería saber si podría controlar mi miedo, pero cuando me agarraste arriba, en tu cuarto, me desmoroné.

- Esta vez no seré brusco - le prometió Harry.

Inclinó la cabeza para rozar sus labios y mordisquearlos con cuidado, hasta que ella lo imitó. Cuando notó que su respiración estaba empezando a tornarse algo entrecortada, se puso a dibujarle arabescos invisibles en la camisa del pijama con los dedos.

Vengador EnamoradoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora