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Entonces Harry se apartó sin decir nada y se bajó de la cama. Selena escuchó como accionaba el interruptor de la pared, y cuando lo vio volverse hacia ella, sus ojos relampagueaban furiosos.

- ¡Sal de aquí! - rugió.

Selena sabía que nada de lo que pudiera decirle lo calmaría, así que se bajó de la cama, llorosa y pidiéndole disculpas con la mirada, y obedeció. No miró atrás. Cerró la puerta suavemente tras de sí y, sin que las lágrimas dejaran de rodar por sus mejillas, bajó las escaleras.

Al llegar al salón, encendió la luz y fue al mueble bar para sacar una botella de brandy. Se sirvió una copa y bebió un sorbo.

En la casa reinaba el silencio más absoluto, pero su mente era un verdadero torbellino. ¿Por qué no podía comprender Harry que al tratarla con tan poca delicadeza solo lograba asustarla? ¿Y por qué se negaba siempre a escucharla? Porque lo había vuelto a rechazar, esa era la razón, se dijo apesadumbrada.

Pero, si no lo hubiera apartado, si hubiera perdido el control... Cerró los ojos espantada ante la idea del dolor que podría haber experimentado, y se estremeció.

Fue a sentarse al sofá con las piernas temblando, y agachó la cabeza, apoyando la frente en el borde de la copa. Se incorporó y, con los ojos nublados por las lágrimas, bebió otro sorbo y otro y otro... hasta que al fin se fue tranquilizando.
Cuando advirtió que no estaba sola, ni siquiera alzó la vista.

- Ya sé que me odias - murmuró sin fuerzas -. No hacía falta que bajaras para decirme eso.

Harry contrajo el rostro al ver las lágrimas en su cara y notar la angustia en su voz. Había vuelto a herirlo, pero no podía evitar sentirse fatal al verla así.
Se sentó en el borde de la mesita de café frente a ella.

- He estado allí arriba llamándote toda clase de cosas horribles - le dijo al cabo de un minuto -, hasta que de pronto recordé lo que habías dicho, acerca de que ningún hombre te había besado antes de hacerlo yo.

- Da igual, tú piensas que soy una furcia - dijo ella amargamente -, que me acosté con Tom Wheelor.

- Y recordé algo más... - murmuró Harry, arrodillándose frente a ella para poder mirarla a los ojos -. Recordé que esta noche, cuando te saqué del arcén... me besaste. No parecías tenerme miedo, y tampoco parecía repugnarte. ¿Era porque... porque eras tú quien llevabas las riendas?

Selena suspiró temblorosa. Al fin Harry estaba empezando a comprender. Tragó saliva y asintió con la cabeza.

- Pero hasta ahora yo siempre he sido muy brusco cuando he intentado acercarme a ti... - prosiguió él

Esperando otra confirmación.

- Así es - murmuró ella sonrojándose y rehuyendo su intensa mirada,

- Entonces... no te apartas de mí por repulsión, sino por miedo... no a quedarte embarazada... tienes miedo al acto en sí - acertó por fin.

- Tómate otro whisky a mi cuenta - murmuró Selena con un humor forzado.

Harry suspiró, viendo cómo ella deslizaba el pulgar por el borde de su copa de brandy medio vacía. Se la quitó de las manos y la puso en la mesita.

- Levántate.

Selena elevó los ojos hacia él extrañada, pero hizo lo que le decía. Harry se tumbó en el sofá.

- Y ahora siéntate aquí - le indicó, dando una palmadita en el hueco que había dejado al borde.

Ella obedeció vacilante, preguntándose qué pretendía. Harry le tomó una mano y la colocó sobre su tórax.

- Piensa en esto como si fuera parte del... proceso de aprendizaje - le dijo.

Selena dejó escapar un suave gemido, y buscó sus ojos.

- Pero tú... A ti no te gusta que... - balbució recordando que en el pasado jamás la había animado a dar el primer paso.

- Olvídate de mí - le espetó él - . Si de este modo logro que me pierdas el miedo, estoy dispuesto a darte ventaja.


Vengador EnamoradoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora