Capítulo 8

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"1117 palabras"

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- ¿Qué cojones? - dije mirando hacia delante.

- ¿Ves lo mismo que yo? - preguntó Horacio incrédulo.

Me había quedado algo confuso en mi sitio; había dinero por el suelo, varias armas de distintos calibres, cargadores, chalecos, antibalas... etc.

- Pero... - seguían sin salir palabras de mi boca.

- Pues resulta que estos si tenían algo que esconder - dijo Horacio rompiendo el silencio que se había formado anteriormente en el lugar.

- Yo, yo estoy flipando - dije después de unos segundos - deberíamos de informar de esto a la policía o al FBI -

- Gus - le miré - ¿Tú eres tonto? -

- Pero, ¿A qué viene eso? - le pregunté.

- Pues a que quieres delatarnos, solo digo eh - dijo Horacio comenzando a dar vueltas por el almacén.

- Tienes razón, tampoco voy a decir "Oh el director del FBI y uno de sus mejores agentes, han formado un operativo en el que se atracaba un badulaque, en pleno operativo se han encontrado distintos tipos de armas, dinero negro y drogas, todo el operativo se ha formulado de manera ilegal, ya que ningún cuerpo de la ley ha sido informado de dicho operativo" - observé a mi alrededor y mi vista se fijó en las cajas marrones.

- Bien, lo has pillado - se acercó a una caja.

- ¿Qué hay en estas cajas? - señalé la caja que tenía enfrente Horacio.

- No lo sé, pero podemos descubrirlo fácilmente - me miró con un brillo centelleante en sus ojos - ¿Tienes algo que corte? -

- No, creo - miré mis bolsillos - no tengo nada - observé el lugar hasta dar con el objetivo -

Me acerqué a una caja de tamaño medio (como las demás) y vi una navaja, cogí la navaja en mis manos y la miré.

La navaja tenía las iniciales "C.G", supuse que se trataba de Carlo Gambino.

¿De quién iba a ser sino?

Depués de observar la navaja durante unos segundos, me acerqué hasta Horacio y le di la navaja en las manos.

- Solo voy a mirar lo que hay - dijo enterrando la navaja en la cinta adhesiva de la caja y abriéndola.

- ¿Qué es? - pregunté curioso - coca, farlopa, opio, polvo de ángel... - empecé a enumerar distintos tipos de drogas.

- Es... - se quedó callado un instante y suspiró - no sé que es - se dió la vuelta y me miró.

- ¿Cómo? - le miré confuso.

Me acerqué a la caja y miré el interior, no había visto eso en mi vida, eran como caramelos envueltos en un papel transparente de color rosa pastel.

Con cuidado cogí uno con la mano y lo observé.

El "caramelo" era redondo y se podía ver que tenía como pintitas de un rosa más oscuro por dentro, luego de unos minutos volví a dejar el "caramelo" en el interior de la caja junto a los otros.

- No he visto esto en mi vida - le miré - son ¿caramelos? - dije dudoso.

- Eso parece, pero dudo que lo sean - contestó Horacio.

- ¿Qué hacemos con esto? - pregunté.

- De momento nada - se acercó a la caja de nuevo - investigaremos esto más adelante, de mientras nos llevamos uno de prueba - dijo cogiendo uno de la caja y metiéndolo en el bolsillo.

- Está bien - miré por última vez la caja y empecé a caminar - a partir de aquí no hagas ruido, silencio - le susurré a Horacio.

- No te preocupes, camina yo te cubro - dijo Horacio apuntando con la carabina detrás mía.

- Detrás de esto está el cuartel de cámaras - le miré.

- Con cuidado, enano - dijo Horacio con un tono de picardía.

- En tres, dos, uno ¡Ya! - le hice señas a Horacio para entrar.

Después de dar la señal entramos al cuartel de cámaras, pero había un problema, había alguien dentro.

- ¿Qué cojo... - no le dió tiempo a acabar la frase ya que Horacio le había tapado la boca con la mano y apuntado con un arma.

- Sh... ni una palabra - escuché como le susurraba Horacio al sujeto.

- Manos a la obra - dije sacando un USB y empezando con el trabajo.

Narra Carlo:

Me quería pegar un tiro, llevaba desde las 6 de la mañana despierto.

Toni y yo habíamos ido por la mañana a por un cargamento de pirulas al muelle y luego habíamos tenido que ir junto a Hai e Igor.

Para acabar la mierda de día, tuvimos otra reunión con el abogado de mierda, en la que hicimos de todo menos hablar del tema acordado para la reunión.

Actualmente nos encontrábamos Toni, Salinas y yo en el Krule, habíamos ido a guardar el dinero negro que llevábamos en los malatines en el almacén.

Toni y Salinas conversaban animadamente mientras yo observaba a la gente que entraba a la tienda, me encantaba que entrara gente en la tienda, bueno eso era mentira...

¡¡ODIABA QUE ENTRARA GENTE A LA TIENDA!!

- Malditos insectos de la sociedad - susurré para mi mismo mientras  miraba a los clientes con asco.

Un momento... no estaba José.

Me acerqué hasta Toni y Salinas, quienes me miraron y siguieron hablando de sus estúpideces.

- Fue su maldita culp... - interrumpí a Salinas, quien mi miró algo molesto por haberle interrumpido.

- ¿Habéis visto a José? - pregunté ignorando a Salinas.

- Fratello (hermano) estará en la parte de atrás - dijo Toni.

- Bueno a lo que iba - retomó el tema Salinas - fue su... - le volví a interrumpir.

- ¿Estás seguro? - miré a Toni, quien levantó los hombros en señal de no estar seguro.

- ¿¡PUEDES PARAR DE INTERRUMPIRME DE UNA PUTA VEZ!? - gritó Salinas, dejando salir un gruñido involuntario.

- Me vuelves a gruñir y te corto a pedacitos, abogado de mierda - me acerqué a él lo máximo posible y dejé salir mi aroma a canela de forma territorial, sentí como Salinas a pesar de ser un alfa, se encogía en su sitio.

- No es el momento ni el lugar - dijo Toni mirando a unos clientes, quienes se nos habían quedado mirando.

- Está bien, voy a buscar a José - dije alejándome de Salinas y yendo hacia la parte de atrás del Kruke.

Caminé a paso ligero hacia la parte de atrás, me paré un segundo al escuchar un ruido, saqué la pistola con cuidado y empecé a caminar despacio.

- ¿José? - pregunté sin obtener respuesta.

Justo cuando iba a entrar por la puerta, salieron dos personas enmascaradas con José agarrado por el cuello y con una pistola apuntando a su cabeza.

Hice contacto visual con uno de ellos pero sin bajar la pistola, me quedé un momento observando sus presiosos ojos bicolores y cuando volví de mi ensoñación, procedí a hablar.

- ¿Qué mierdas queréis? - apunté a uno a la cabeza pero sin dejar de mirarles.

- Baja la puta pistola si no quieres que tu empleado de mierda se lleve un tiro en toda la cabeza y tú otro - dijo el de ojos bicolores.

- Hacerlo vosotros - miré a José.

- Tú lo has querido - dijo el ¿alfa? de ojos bicolores.

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Att: Misha

Freccia del destino [Gustoni]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora