Freccia del destino [Gustoni]

Capítulo 12

"1407 palabras"

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Ambos omegas se encontraban sentados en la orilla de aquel maravilloso lago, hablaban de sus cosas mientras veían el atardecer.

Ninguno de los dos llevaba el pasamontañas puesto, después de todo ya estaban a salvo...

El sol estaba a punto de ocultarse tras la montañas, los últimos rayos de luz del día se reflejaban en el lago, provocando una mezcla hermosa de distintos tonos de violeta.

Gustabo y Horacio hablaban animadamente hasta que el último nombrado se dio la vuelta al escuchar unos ruidos provenientes de unos matorrales, pero al darse la vuelta no vio a nadie y siguió con su conversación con el más bajo.

- Arriba las manos - se escuchó a espaldas de los omegas, quienes al darse la vuelta se encontraron con una escena para nada esperada.

Narra Gustabo:

Tras escuchar aquellas palabras que me helaron la sangre, me di la vuelta y vi una imagen como sorprendió un poco, por no decir bastante.

Una policía se encontraba allí, ésta iba enmascarada y podría jurar que era una omega.

La policía nos estaba apuntando con una pistola, no le temblaba el pulso y por la cercanía en la que estábamos no nos daría tiempo a huir o a cargar un arma.

- De rodillas - dijo la chica con voz firme.

Aquella voz me sonaba, no recordaba de quien era, tenía su nombre en la punta de la lengua pero parece ser que no quería salir.

- Está bien - dijo Horacio haciendo todo lo ordenado por la chica, me miró con ojos de súplica y copié su acción.

- ¿Así qué... - carraspeó antes de seguir hablando - ... Horacio y Gustabo?  - preguntó mientras iba bajando su tono de voz a medida que hablaba.

La observé durante unos minutos, parecía un poco pensativa e ¿impactada?, no lo sabía muy bien, pero de algo estaba seguro: esa persona nos conocía.

- ¿No vais a decir nada? - preguntó aquella persona mientras me miraba con aquellos ojos castaños que reflejaban ¿decepción?¿tristeza?

Estaba bastante confuso, el día de hoy había sido de todo menos normal.

¡Habíamos cometido un puto atraco! y aún por encima, ¡Nos había pillado una policía!

Tenía la sensación de que estaba en un pozo, no sabía que pasaba a mi alrededor, hacía varios minutos que había desconectado del presente y me había envuelto en mis propios pensamientos.

Miré a Horacio quien movía la boca de arriba a abajo, supuse que estaba hablando, solo que no podía escucharlo ya que un pitido opacaba el sonido de su voz.

Miré mis manos, las cuales descansaban sobre mis rodillas y temblaban como dos flanes...

¿Qué me pasaba?

Volví a mirar a la chica que tenía enfrente, me recordaba a algo, mejor dicho a alguien.

Solo tenía que recordar su nombre, pero...

¿Cuál era?

De repente una imagen de una chica vino a mi cabeza, tenía una larga melena pelirroja recogida en una cola alta, varios mechones adornaban su cara, sus ojos eran castaños claros como los de la chica que tenía enfrente, solo que estos tenían algo distinto: estos no tenían ningún tipo de brillo, estaban apagados y se podía percibir en ellos; dolor, rencor, venganza y una pizca de maldad.