7. FLECHA

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Hugo Weasley apretó la mandíbula y los puños con el enojo reflejado en el rostro. Su padre, a quien admiraba y amaba, lo había defraudado; peor aún, había lastimado a su madre con lo más bajo, el adulterio. Hugo era muy correcto y sentía que nunca podría perdonarlo.

Ron había sido un padre ejemplar, siempre preocupado por ofrecer a sus hijos lo que él sentía, le había faltado durante la adolescencia. No era muy dado a demostrar cariño pero Hermione suplía con creces el aspecto afectivo.

Durante las vacaciones de Pascua, Hugo se esmeró en hacer reír a su madre, a complacerla con los más mínimos deseos, pero se negaba a responder las cartas que Ron le enviaba.

—No importa lo que haya hecho, es tu padre —advertía Hermione con tono conciliador.

—No creo que pueda perdonarlo alguna vez, mamá. Es más fuerte que yo. Y sé que Rose siente lo mismo.

El rencor que Hugo sentía se multiplicó cuando El Profeta publicó la noticia del nuevo matrimonio de su padre. Ver a Ron haciéndole una caricia al cabello de Fabian al tiempo que sonreía a Evangeline era más de lo que Hugo podía soportar. No eran celos. Simplemente era decepción. Su padre había rehecho su vida y lucía radiante mientras su madre hacía grandes esfuerzos por salir a flote y sentía que eso no era justo.

Las terapias empezaron, los meses pasaron y poco a poco la vida de Hermione se encauzaba a lo que era su nueva normalidad.

Durante las vacaciones de verano, Rose había llegado de visita y habían planeado realizar un viaje juntos los tres. Al final se decidieron por Turquía, país al que Hermione siempre había querido ir para conocer más la vida de los sultanes durante el imperio otomano. Durante diez días habían disfrutado visitando La mezquita Azul, la de Suleiman El Magnífico y la de Santa Sofía; el palacio de Topkapi con su harem, sus hermosos baños y el Pabellón del Santo Manto y las Reliquias Sagradas. Luego habían ido a Capadocia para ver el amanecer desde un globo aerostático y posteriormente habían visitado Éfeso con su famosa biblioteca de Celso, el gran teatro y la Casa de la Virgen María.

Tenían muchos años de no hacer un paseo familiar, pues debido a los constantes viajes de Ron por todo el mundo, él refería que ir a otro país no le generaba entusiasmo ya que era lo mismo de siempre. Todos se habían habituado a ese pensamiento y habían dejado de pasear en el extranjero, otro de los errores que Hermione había cometido en su vida de casada. Por lo general, había cedido a los deseos de Ron sobre los de ella misma o los de sus hijos con tal de complacerlo o evitar una discusión.

En septiembre, Hugo había vuelto a Hogwarts para su último año, Rose con sus dragones y Hermione a su trabajo y las terapias. El Dr. Parker había recomendado una sesión grupal, coincidentemente programada para el día de su cumpleaños. Era la primera vez participando en una sesión de ese tipo, pero el terapeuta le había dicho que «la ayudarían a recuperar el equilibrio y reconstruir su vida tras la separación».

Todo había salido fatal. Exponer su vida privada ante los demás no había funcionado. Con las lágrimas a flor de piel, salió casi corriendo del salón donde se habían reunido y siguiendo la flecha que orientaba hacia el baño de mujeres, se encerró en uno destinado a las personas con discapacidad y que tenía un espejo donde observó su rostro aún rojo por la ofuscación que le había provocado hablar de Ron frente a los demás, evidenciaba lo tonta que había sido los últimos diez años de su vida. Ella, que siempre se jactaba de ser inteligente, no había podido distinguir que su vida matrimonial se había convertido en una farsa.

Media hora después salió del recinto sintiéndose mucho más tranquila y para su sorpresa, se topó con Draco, quien también había acudido a la reunión. Estaba recostado en una pared, con las manos entre los bolsillos del pantalón, esperándola.

—¿Quieres ir por un café? —le preguntó mientras caminaba hasta quedar a poca distancia de ella.

—Creo que prefiero algo más fuerte.

—Conozco un lugar.

Asegurándose primero de que no había muggles cerca, tomó la mano de Hermione y se aparecieron en las afueras de un restaurante de comida griega y mediterránea. 

 

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