10. DURAZNO

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La llegada del otoño mejoró el estado de ánimo de Hermione. Era su época favorita del año pues amaba contemplar los paisajes rojos, naranjas y amarillos por doquier. El clima frío, las vibras navideñas a la vuelta de la esquina y saber que pronto podría compartir nuevamente con sus hijos, le dieron una nueva ilusión, un nuevo motivo para salir adelante.

Se sentía diferente. Habían pasado ocho meses desde su divorcio, su vida personal estaba más tranquila y sus energías estaban enfocadas en un nuevo proyecto laboral. Su departamento estaba trabajando para modernizar las políticas y herramientas de transparencia y anticorrupción siguiendo el modelo del ministerio austriaco, líder europeo en ese campo. Días atrás había ido a Austria para reunirse con el ministro Mühlbacher y revisar importantes documentos legales; ahora el siguiente paso era hacer un análisis del aspecto financiero. Para esto debía trabajar mano a mano con alguno de los consultores de la empresa de Draco. Ese martes por la mañana tenía la primera cita.

Rápidamente desayunó unas tostadas con mermelada de durazno, queso tipo edam y té earl grey con leche. Luego terminó de arreglarse y tomando la varita, se dirigió a su oficina. Debía buscar el expediente antes de la reunión. Harry tocó la puerta entreabierta y ella le hizo señas para que entrara.

—Hace muchos años no te veía vistiendo de azul. Te queda muy bien —comentó el mago sentándose en la silla frente al escritorio. Hermione frunció los labios—. Por tu gesto deduzco que lo habías dejado de usar porque a Ron no le gustaba...

—Algo así...

Con el fin de renovar su guardarropa, Hermione había ido de compras días atrás y había elegido cada prenda, por primera vez en veinte años, sin tomar en cuenta si a Ron le gustaría o no verla con aquellos atuendos. El traje azul marino que llevaba esa mañana era parte de sus nuevas adquisiciones. Con la idea de sentirse moderna había visitado el Atelier Madame Bobinê y la misma Pansy, tomando lápiz y pergamino había realizado rápidamente unos bocetos que la habían orientado sobre el mejor estilo según su edad y puesto de trabajo. Pansy y Hermione habían dejado muchos años atrás cualquier rencilla pues la primera y Blaise tenían un hijo en el mismo año que Hugo, ambos habían sido seleccionados en la misma casa de Hogwarts y eran muy amigos.

—Eres una mujer exitosa, debes respirar seguridad, elegancia, poder. Y con este traje cumplirás todas esas funciones.

—Pero es azul... —objetó Hermione casi sin percatarse debido a la costumbre de evitar ese color, tocando la fina tela que Pansy le había mostrado. Ron decía que ese color no le quedaba bien y ella lo había dejado de usar.

—Color que combina perfecto con tu cabello y tono de piel. Así que no hay excusas.

Y por eso, ahí estaba ella con un color que durante veinte años había evitado.

Harry prefirió cambiar de tema, lamentando haber mencionado a Ron, sobre todo porque más bien era él quien insistía en no recordar al infame. Por unos minutos trataron asuntos meramente laborales relacionados con el nuevo proyecto el cual también involucraba al departamento de seguridad mágica. Acordaron reunirse por la tarde para saber el resultado de la reunión con el consultor y se despidieron.

Hermione verificó la hora de la junta con su secretaria y se apareció veinte minutos antes en las afueras de Malfoy & Nott Consulting Group. La asistente de dirección general la acompañó hasta la sala de conferencias y le indicó que en unos minutos la atendería el señor Malfoy, comentario que asombró a la bruja. Efectivamente, instantes después apareció Draco con un expediente igual al de ella y después de saludarla, se sentó a su lado.

—Theo y yo estuvimos analizando este caso para decidir a quién asignar pero decidimos que soy yo quien llevará la consultoría, y así asegurarnos que los cálculos, pros y contras estén listos lo más pronto posible.

—Eso es algo que realmente apreciaríamos.

—Precisamente por eso lo decidimos así. Ahora...

Ambos se enfrascaron en su trabajo entregando todo de sí como sus cargos lo requerían. Horas después, el estómago de Draco rugió y Hermione no pudo evitar carcajearse. El tiempo había volado mientras estudiaban los datos y la hora de almuerzo había quedado atrás.

—Creo que mejor me voy para que almuerces y más tarde seguimos. —Hermione se había levantado y reunía varios papeles distribuidos sobre la mesa.

—¿Y tú no almuerzas?

—Hay un lugar camino al ministerio...

—¿Te refieres a ese lugar al que la mayoría de tus compañeros frecuentan? —interrumpió; ella asintió—. Tengo una muchísimo mejor opción. Vamos.

—Pero...

Sin darle mucho tiempo para pensarlo, como la vez de la terapia grupal, él tomó su antebrazo y se aparecieron.


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