19. ALMOHADA

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Hermione se había quedado con la cuchara a medio camino entre el vaso y su boca, escuchando las palabras de Draco y sintiendo su corazón a mil por hora.

—¡Qué despistado! He debido decirte todo esto en otro lado y no en medio de una gelatería, pero...

—¿Le has hablado de mí a tus amigos? —inquirió dejando la cuchara de lado aunque ya sabía la respuesta. Pansy se lo había comentado días atrás y no pudo evitar escuchar una vocecita interior que le decía que si lo había hecho era porque realmente ella le interesaba. Draco alzó los hombros con despreocupación.

—Puede que haya hablado de más en el cumpleaños de Theo cuando estaban tratando de emparejarme con una prima lejana de Blaise.

—Y... ¿no les molesta?, que sea precisamente yo, me refiero...

—No tienen por qué. Al fin y al cabo es mi vida. Nos respetamos unos a otros y nos apoyamos aunque no estemos de acuerdo con algo: así somos. Pero les caes bien, Granger, así que no tienes que preocuparte por eso. Si decides ir, sé que te harán sentir como parte del grupo, y si no, ya se las verán conmigo.

—Está bien. Iré. —Draco hizo un gesto de sorpresa y luego de alegría.

—¿De verdad? —Ella asintió—. Mira, te prometo que iremos despacio, que no forzaré nada. —Por segunda vez en ese día, Draco se había dejado llevar por el impulso, había tomado la mano de Hermione y la acariciaba como si fuera lo más normal del mundo entre ellos pero luego, percatándose de lo que había hecho y lo que acababa de decir, la había soltado como si quemara—. En el momento que te sientas incómoda conmigo o con Blaise que a veces es un charlatán, o con Pansy que es algo entrometida...

—Te lo diré, o me iré o lo que sea. Lo entiendo —lo interrumpió sonriendo.

—En todo caso, podemos irnos de excursión tú y yo. No tenemos que estar con ellos todo el tiempo.

—¡Sí! —Hermione recordó una película que había visto hacía unos años donde una chica de Boston quiere sorprender a su novio en Dublín para un veintinueve de febrero y los hermosos paisajes irlandeses la habían fascinado. Nunca había visitado ese país, a pesar de estar tan cerca—. Me gustaría conocer algunos acantilados y castillos —respondió emocionada—. Bueno... si tú también quieres...

—Haremos todo lo que quieras —exclamó también emocionado—. Gracias... Hermione...

Su nombre pronunciado por aquellos labios casi detiene su corazón. Y ella no supo cuántos segundos se había quedado perdida en aquellos ojos grises que se habían convertido en lo más hermoso que hubiera visto nunca. El grito del dependiente hacia un compañero los sacó de su ensimismamiento, y Draco le dijo que la acompañaría al apartamento. No hubo más contacto, ni más que la usual despedida con un ligero inclinamiento de cabeza, pero Hermione, una vez sola en su apartamento, supo que necesitaba contarle a alguien lo que había pasado y se dirigió hacia la chimenea, esperando que sus amigos ya hubieran llegado del restaurante.

Sentada en un sillón individual al frente de Harry y Ginny que la veían con intriga, Hermione sacó la almohada sobre la que estaba recostada y poniéndola en su regazo, hundió su rostro en ella. Le tenía confianza a sus dos amigos, pero sentía su rostro arder ante la confesión que iba a hacerles.

—Malfoy... —Se sentía extraña llamándolo así después de lo que habían hablado—. Él me ha dicho que le gusto.

—Creí que ibas a contarnos algo nuevo —dijo Harry para asombro de las dos mujeres.

—¡Harry!

—En serio, Hermione... En las reuniones conjuntas por lo del decreto no despegaba los ojos de ti, en la fiesta con los austriacos igual. Hoy estaba distraído y era porque estabas ahí. No es ninguna novedad.

El rostro de Hermione iba a hacer combustión y luego de ver por unos segundos al tranquilo de su amigo, volvió a hundirse en la almohada.

—Me invitó a pasar con él y sus amigos las vacaciones de Pascua en Irlanda y le dije que sí.

—¿Y para qué necesitan chaperones? —dijo Ginny con aire divertido que hizo que Hermione saliera de su escondite.

—Ginny... —advirtió Harry negando con la cabeza como si pensara «no tienes remedio» que provocó que la aludida le lanzara un beso.

—No sé si estoy preparada para empezar una relación, también pienso en lo que dirán Hugo y Rose... o Scorpius... pero si no lo intento, siempre me preguntaré si habría funcionado.

—Los hijos comprenderán, Hermione. Los tuyos son adultos, prácticamente tienen su vida decidida y debes seguir tu camino. Por otro lado, Malfoy hace años que dejó de ser un dolor de cabeza, y creo que todos estamos de acuerdo con eso, ¿cierto? Ha demostrado ser un hombre muy diferente del adolescente que conocimos. Y la verdad, no me disgusta para ti. Si es capaz de poner esa sonrisa que tienes en tu rostro cuando estás con él, pues no se diga más.

Hermione sintió su pecho henchido de emoción al escuchar las palabras de Harry y no pudo evitar levantarse y abrazarlo. Unas lagrimillas se habían quedado atrapadas entre sus pestañas pero no se molestó en limpiarlas. Acercó a Ginny también y los tres se mantuvieron fundidos en ese abrazo unos instantes más.

—Quiero ser la madrina de su primer hijo —escuchó decir a Ginny y Harry se carcajeó estridentemente dando por terminado el abrazo.

—Quiero ser la madrina de su primer hijo —escuchó decir a Ginny y Harry se carcajeó estridentemente dando por terminado el abrazo

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