26. SAUCE BOXEADOR

2.4K 214 46
                                    

La conversación con Ron dejó a Hermione como si la hubiera golpeado el sauce boxeador. No se había percatado lo tensos que había puesto los hombros los pocos minutos que él había estado ahí hasta que respiró hondo una vez que se encontró de nuevo sola y el dolor en la espalda alta y el cuello se hizo presente, por lo que empezó a realizarse un suave masaje en la zona cervical con el fin de relajarse.

Analizando lo sucedido, Hermione se sintió muy satisfecha consigo misma. Quizá en otro tiempo se hubiera derrumbado a llorar, pero ahora se sentía fuerte, decidida. Su amor por Draco le daba esa fortaleza para enfrentar a todos y a todo. Aún así, se acercó a la chimenea, tiró los polvos flu y se dirigió a Grimmauld Place para contarle lo ocurrido a sus amigos.

Ginny estaba indignada, y Harry más bien asombrado.

—En serio que la actitud de Ron cada vez me deja más desconcertado... Con qué moral viene a reclamarte algo —comentó indignado.

—Lo bueno es que lo echaste —sonrió Ginny con pose orgullosa—. Me hubiera gustado verlo.

—Y entonces Hugo... —Harry sonreía descaradamente—. ¡Ese es mi ahijado!

Los tres se quedaron en silencio unos segundos antes de desternillarse de risa.

Días después, cuando Draco volvió de Italia, y Scorpius se había quedado unos días más con su tía Daphne, Hermione lo invitó a cenar.

—Lo he estado pensando mucho y... me gustaría llevarte a la mansión —le dijo Draco de pronto y ella sintió inmediatamente un nudo en la boca del estómago. Hermione nunca había pasado por el delicado e incómodo momento de tener que conocer a los suegros pues a los Weasley los conocía desde mucho antes de su matrimonio con Ron. Enfrentarse a los Malfoy era algo que no había previsto.

—Y... ¿es necesario?

—Hermione, quiero que sepas que yo voy en serio contigo. —Sí, ella lo sabía pero no veía aún con claridad lo de visitar a Lucius y Narcissa y menos aún, lo de tener que ganarse su afecto—. No es que quiera tener su aprobación; nada más lejos de eso. Después de la guerra, tomé por completo el control de mi vida; nunca volví a permitir que nadie me humillara o intentara manipularme, ni siquiera ellos. Y aunque tenga cuarenta años, no dejan de ser mis padres y quiero que estén al tanto de lo que sucede entre nosotros antes de que se enteren por otros medios. Estas semanas lejos de ti fueron un infierno. Hermione... yo... —Draco se removió nervioso en su silla. De pronto, tomó entre las suyas, las dos manos de la bruja y viéndola fijamente a los ojos, con voz ronca, continuó—. Yo no sabía que se podía llegar a amar tanto a alguien...

El corazón de Hermione se aceleró con la declaración y sintió sus mejillas teñirse de color, pero por más que intentó, no pudo articular palabra. Draco besó sus manos con ternura y viendo sus ojos de nuevo, siguió.

—Hermione, sé que apenas tenemos cuatro meses juntos, que ambos tuvimos un pasado turbulento en nuestra adolescencia, que después perdimos personas importantes en nuestra vida y que fue difícil salir adelante sin ellas, pero lo superamos y nos hizo crecer como personas, como padres, y creo que hasta como pareja. Si te soy sincero, pienso que todo eso ahora valió la pena pues al final me llevó a encontrarme contigo. Lo viviría todo de nuevo si después pudiera tenerte así, a mi lado, tan mía como yo soy tuyo.

—Draco...

—Quiero casarme contigo, Hermione, y si es posible, formar una familia contigo. —La aludida abrió la boca con asombro—. No ahora —se apresuró a aclarar—. Cuando tú te sientas preparada. Y si sientes que nunca estarás preparada y prefieres que sigamos así como hasta ahora, yo estoy dispuesto también, con tal de que me permitas estar a tu lado unas horas. O también podemos vivir juntos si no quieres volver a casarte. Yo haría lo que tú quieras. Así de loco y enamorado me tienes.

Hermione seguía procesando las palabras. Casarse. Otra vez. Con Draco. Casarse. Tener hijos. Enamorado...

—No tienes que contestarme ahora. Yo quería hacerlo de otra forma, pero bueno, salió el tema. Como te dije una vez: si tus planes para nosotros son otros, dímelo y nunca más volveré a hablar del asunto. Y si son los mismos, solo sonríe, y esperaré.

Hermione mantuvo unos segundos más la mirada en Draco, el hombre que amaba pero que no había tenido el valor de decírselo. Él la amaba también y eso la hacía inmediatamente feliz. Con ese pensamiento, esbozó una amplia sonrisa y Draco empezó a besarla con pasión primero en el rostro y después cada rincón de su cuerpo; y ella supo que quería vivir así el resto de su vida. 

 

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Cadena de erroresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora