18. AULLIDO

2.5K 261 89
                                    

El aspecto de Draco volvía a ser el hombre impecable de siempre solo que una media sonrisa adornaba su, por lo general, serio rostro. Hermione permanecía muy cerca de Harry y Ginny y él parecía no saber si acercarse directamente a ella o permanecer a unos pasos con el resto del grupo, que estaba decidiendo dónde ir a comer.

Cuando llegaron al lugar, Hermione se encontró con la incógnita de dónde sentarse. Deseaba hacerlo lo más cerca posible de Draco, a su lado si era posible, pero al haber tantas personas, temía la reacción de los demás. Suponía que los jugadores tendrían una rutina en cuanto a todo lo que hacían, que se sentarían según la afinidad, por lo que decidió hacerlo a la par de Ginny y un mago que no conocía. Para su sorpresa, Draco se sentó al frente, al otro lado de la mesa y le sonrió.

Durante la comida, diferentes temas fueron tocados entre todos, formando pequeños grupos de conversación. Uno comentaba sobre lo mal que había dormido debido al incansable aullido de un cachorro que habían comprado para su hija y que pasaba su primera noche con ellos; más allá comentaban una noticia que había salido en El Profeta, otro contó que iba a ser papá y eso alzó una algarabía general. Ginny estaba contándole a Harry sobre un nuevo fichaje de los Caerphilly Catapults y Draco comentó que a ese jugador no le había ido muy bien en los Falmouth Falcons. Hermione intentaba prestar atención a todos y a nada. Ocasionalmente, veía a Draco solo para descubrir que él la estaba viendo también. Se sonreían y volvían su atención a la comida o a los demás.

Más tarde, Hermione se levantó y le dijo a Ginny que iría al baño. Cuando minutos después salió, Draco la estaba esperando.

—¿Qué te parece si vamos por un helado a otro lugar? Esto va para rato y yo, por lo general, me voy después de comer algo rápido.

—Está bien. Le diré a Ginny para que no se preocupe.

—Muy bien —sonrió complacido—. Te espero afuera.

Hermione le dijo a Ginny que se iría y su amiga le lanzó una mirada traviesa percatándose del asiento vacío al otro lado de la mesa. Hermione fingió no darse por enterada y casi corrió hasta la puerta principal donde la esperaba Draco. Como estaban en una zona comercial muggle, caminaron varías cuadras hasta una gelatería.

—No sabía que ahora jugaras de bateador.

—Me gusta más... Lo de buscador en Hogwarts fue por la tonta rivalidad con Potter —sonrió de medio lado—. Cuando me invitaron a jugar en este equipo, el puesto de buscador estaba ocupado y doy gracias a Merlín porque ser bateador lo disfruto más. —Caminaron unos instantes sin hablar y luego él comentó—. Nunca te había visto en un partido.

—No... no me gusta mucho el Quidditch, ni ningún otro deporte, creo. —Draco se había quedado viendo muy fijamente a la bruja con la intriga reflejada en su mirada—. Ginny insistió —titubeó.

—Pues, espero que insista también en futuras ocasiones. Fue una bonita sorpresa verte llegar.

Draco le sonreía y Hermione escondió sus labios con nerviosismo, acomodó su cabello detrás de una oreja y luego metió las manos entre los bolsillos del pantalón. Las palabras de él la ponían cada vez más nerviosa. Por suerte, ya llegaban a su destino y pudo esconder su azoramiento decidiendo qué sabor de gelato pedir.

—¿Vendrán tus hijos en Pascua? —preguntó cuando ya se habían sentado a comer.

—No. Hugo me escribió que se quedaría en el colegio y Rose solo viene en Navidad o en verano, así que, creo que aprovecharé para ponerme al día con unos libros que he dejado sin leer por falta de tiempo.

—Yo iré a Irlanda. Scorpius tampoco vendrá y con los demás, decidimos ir de vacaciones allá. Los Parkinson tienen una bonita cabaña. Granger... Me complacería mucho si quisieras venir conmigo...

Hermione abrió los ojos con asombro.

—¿A Irlanda...? ¿Contigo?

—Granger... —Draco había empezado a jugar nerviosamente con la servilleta y no quitaba la mirada del helado—. Tú y yo ya no somos unos jovencitos y... bueno... Nunca he sido de los que andan con rodeos. —Hizo una pequeña pausa—. Ya sabes que mi matrimonio con Astoria fue un convenio que hicimos ambos y por eso realmente no sé bien cómo hacer esto sin echarlo a perder, pero... —Había dejado la servilleta y ahora la veía fijamente—. Me gustas... Me gusta estar contigo y me gustaría conocerte en todas tus facetas y que conozcas las mías, que trates a mis amigos... En fin, que nos conozcamos mejor. Creo que somos lo suficientemente grandes para saber lo que queremos, así que, si no te gusto lo suficiente como para darme una oportunidad, dímelo de una vez y nunca más insistiré con esto.

 Creo que somos lo suficientemente grandes para saber lo que queremos, así que, si no te gusto lo suficiente como para darme una oportunidad, dímelo de una vez y nunca más insistiré con esto

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Cadena de erroresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora