24. SUSURRO

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Hermione estaba más que feliz con los resultados de la conversación con sus hijos e inmediatamente buscó un pergamino para enviarle una pequeña nota con Izzy a Draco para ponerlo al tanto.

Hola. Hugo y Rose quieren que vengas uno de estos días a casa y traigas a Scorpius. Déjame saber cuándo es un buen momento. H.

Después de hablar del tema de Draco, los tres planearon adónde irían de vacaciones. Ron había invitado a sus hijos a pasar unas semanas en Noruega, y aunque ellos estaban algo reacios a ir, la posibilidad de conocer ese maravilloso país los cautivaba, pero decidieron sería después del paseo con su madre. Al final quedaron en ir unos días a Mallorca a disfrutar de las hermosas playas del Mediterráneo.

El día antes de salir hacia la isla, habían quedado para almorzar con los Malfoy en un lugar neutral; un pequeño restaurante muggle en las afueras de Londres. Draco se había interesado sobre el trabajo de Rose en Rumania y luego le preguntó a Hugo sobre sus expectativas para Egipto.

—Él es igual a ti —le dijo Draco cuando Hugo estaba enfrascado en una conversación con su hermana y Scorpius—. Y Rose tiene más rasgos de los Weasley, pero tiene tu pasión por el trabajo. —Hermione sonreía orgullosa al ver a sus hijos.

Scorpius, contrario a lo que Hermione creía, era un chico extrovertido, seguro de sí mismo, orgulloso de sus logros en el colegio, donde era prefecto de la casa de Slytherin. Físicamente era muy parecido a su padre pero con rasgos que reconoció de Daphne y que obviamente los había heredado de Astoria. La saludó con respeto, le preguntó sobre la experiencia de trabajar para el ministerio y la felicitó por el reciente logro en las reformas a la ley anticorrupción. Le comentó que pasaría unas semanas con su padre y sus padrinos, Theo y Daphne y que estaba ansioso por compartir con sus primos, a quienes veía escasamente por ir en cursos diferentes, pero que habían quedado en ir junto a los Zabini a Italia.

Esa noche, los hijos de Draco y Hermione salieron con sus respectivos amigos, así que la pareja disfrutó de una cena a solas en la casa del mago.

Draco era atento y cariñoso con Hermione, algo que ella apreciaba y valoraba cada día más. Con el paso de las semanas, las sesiones de besos se habían ido intensificando, por lo que cada día que pasaba era más difícil controlarse. Poco a poco habían ido explorando ciertas partes del cuerpo, ganando terreno con caricias que, sobre todo a ella, la dejaban casi sin sentido y por eso, ella había empezado a usar nuevamente la poción anticonceptiva. Esa noche, después de cenar no había sido la excepción. Recostada sobre el cuerpo del mago, quien la abrazaba como si no quisiera dejarla ir nunca y con la respiración aún entrecortada, intentaba bajar las revoluciones de su corazón e internamente se preguntaba, cuánto tiempo más iba a poder contenerse. Lo que sentía por él era cada vez más fuerte, y aunque no lo hablaban, creía que él también sentía lo mismo.

—Te voy a extrañar —le dijo él dándole un beso sobre su cabello. Su voz era apenas un susurro, como si temiera decirlo.

—No creo. Estarás en La Toscana rodeado de vinos y mujeres hermosas —le dijo con picardía—. Allá no tendrás tiempo de acordarte de mí.

—¿Eso significa que mi novia no me extrañará en Mallorca porque estará rodeada de hombres con vestidos de baño muy pequeños?

—Tu... ¿novia? —Hermione se había levantado de golpe. Su rostro se sentía arder. Parecía tonto pero nunca se había detenido a ponerle un nombre a su relación—. Eso... ¿eso es lo que somos?

Draco también se había levantado y la veía con asombro.

—No sabía que tenías dudas con respecto a lo que somos. Lo siento. Ya sabes que no soy bueno con las palabras, pero... Hermione... —Había susurrado nuevamente y eso había hecho que su piel se erizara, pues la sola mención de su nombre en esos labios le despertaba una revolución en su interior. Estaba frente a ella, a escasos milímetros de su boca—. Si te soy sincero, «novia» es un término que se queda corto. Te has convertido en algo mucho más que eso... Yo diría que esto que siento... es amor...

Él empezó a rozar su brazo y ella no pudo evitar cerrar los ojos, sintiendo despertar en su interior un millón de emociones que hacía muchos años no sentía, o más bien, ¿alguna vez había sentido algo así? ¿Cómo era posible que un simple roce fuera capaz de hacerla sentir tan excitada? Draco, susurrando palabras que iban inundando su corazón de felicidad, subió el roce de su dedo hasta el cuello, y luego empezó a acariciar muy despacio sus labios, que ella entreabrió levemente y él volvió a estar sobre ellos esa noche, pero en esta ocasión eran besos diferentes, tenían un nuevo mensaje, uno de amor, y ella simplemente se dejó llevar por lo que esos besos y las caricias que él le prodigaba la hacían sentir. Esa noche, Hermione no solo le entregó su cuerpo para que él lo adorara como si fuera lo más preciado del mundo. Esa noche ella le entregó su alma, y ya no habría vuelta atrás. Supo que también estaba enamorada, y descubrirlo le había hecho alcanzar el clímax con mucho más intensidad, como nunca antes lo había experimentado; una explosión del alma que la había dejado embriagada por la seducción de un momento que lejos de disminuir su anhelo, había despertado más ansias por vivir eternamente bajo la influencia de ese infinito placer; como si su cuerpo hubiera estado dormido y en ese momento de gloria infinita hubiera encontrado su complemento perfecto al fin.

Envueltos en una calma total, rendidos en los brazos del otro, los descubrió el amanecer.

Envueltos en una calma total, rendidos en los brazos del otro, los descubrió el amanecer

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