Cadena de errores

3. MURCIÉLAGO

El sonido típico de la aparición la sacó de su ensimismamiento. Muy pocas personas podían aparecer directamente en su sala de estar, y en esta ocasión, no tuvo que voltear para saber de quién se trataba.

—Hola, Harry...

—Hermione...

Harry se quedó detrás de ella contemplando a su amiga con la tristeza reflejada en sus verdes ojos. Reconociendo el vals que sonaba en aquel momento, el mago frunció el ceño y lo silenció con su varita. Hermione le dio un sorbo al líquido en su vaso y él se preguntó cuántos se habría tomado hasta ese momento. Una botella casi vacía estaba en el piso. Al cabo de unos minutos, se aventuró a murmurar.

—Cuando no te encontré en la oficina, supuse que estabas acá... ¿Eso es...?

—El acta del divorcio. Veinte años de matrimonio resumidos en catorce líneas...

—Creí que iba a tardar más tiempo en salir la resolución.

—Evidentemente, Ronald estaba ansioso por terminar todo.

—Se va a casar con ella cuando pasen las seis semanas... Tuvo la desfachatez de pedirme que fuera su padrino —gruñó sintiendo de nuevo la sangre arder bajo de su piel.

Hermione, sin poder evitarlo, abrió la boca con asombro, viendo a su amigo por primera vez desde que había llegado. Vestía aquella capa negra demasiado larga que a él tanto le gustaba y que ella le había dicho una vez, lo asemejaba al famoso hombre murciélago de los cómics que ambos veían en su infancia en la televisión. Supo que él la llevaba adrede, para sacarle una sonrisa, pero esa tarde no tenía ánimos para bromear con aquello de «hola Batman».

—Lo golpeé... Le rompí la nariz —aclaró con el ceño fruncido y estirando y encogiendo los dedos de su mano derecha como si acabara de golpear a alguien y sintiera de nuevo el dolor—. Y le hubiera quebrado todos los huesos del cuerpo si los aurores no me hubieran detenido. Le dije que por mí, se fuera al infierno.

—Harry...

—¡No, Hermione! Era mi amigo, es mi cuñado, el padrino de James... Pero esto no puedo perdonárselo; con su insensatez hirió a muchas personas que amo. Tú estás destrozada, Ginny no lo supera, y Arthur y Molly intentan seguir con normalidad pero tampoco lo digieren. Por supuesto que están de tu lado, ya lo sabes, pero aún no pueden creer que haya ocultado su doble vida. Por eso le aconsejé que se quedara en Noruega. Acá nadie quiere saber nada de él.

Hermione se volvió a sumir en un silencio. Minutos después apenas murmuró:

—Le escribí a Charlie. Sé que sabrá cómo decírselo a Rose y convencerla de que no es necesario que venga. Pero me preocupa Hugo...

—Tiene casi diecisiete años, Hermione; es prácticamente un adulto. Estoy seguro que lo entenderá. Venera a su padre pero siempre ha sido muy apegado a ti, y si lo conozco bien, tampoco perdonará fácilmente a Ron por lo que hizo. Es su padre, pero estoy seguro que se preguntará lo mismo que nosotros. ¡Cómo pudo engañarnos a todos tanto tiempo! —exclamó indignado. Era evidente que también se sentía traicionado—. Lo consideraba un hermano más que un amigo...

—¿No te parece que crecer es una porquería? Nunca estás preparado para estos golpes.

—Creo, más bien, que nunca se termina de conocer a una persona. Fue un duro golpe para todos. Ni siquiera Molly se dejó conmover porque eligieran el nombre de su hermano para el niño. Tampoco Arthur está contento con la idea del repentino nieto y ya sabes que los adora.

Hermione se levantó de la silla y puso el vaso ya vacío sobre la repisa de la chimenea. Se acercó a Harry y lo abrazó con fuerza, y él trató de reconfortarla con su cuerpo. No era tan alto como Ron pero Hermione sintió, por primera vez en mucho tiempo, el calor de un abrazo sincero.

Con ese abrazo, evocó nuevamente lo que había pasado con Ron y sus lágrimas le recordaron todo lo que había sufrido por sus gestos al aceptar su infidelidad, la frialdad cuando habían ido esa mañana a firmar. Sabía que él no merecía que ella perdiera el tiempo pensando en él, porque había sido cruel, le había marcado la vida para siempre. En ese momento deseó nunca haberlo conocido; se sentía herida, deseaba gritar, vengarse, morir...