Capítulo 48

24 6 5
                                    

—¿Cómo lo has conseguido? —pregunto, andando por el pasillo en dirección a los ascensores.

A mi lado va Beomgyu, volando pasillo abajo. Sus alas hacen un zumbido que no he oído mientras estábamos en la habitación del amigo de Mark. Ahora que lo tengo justo al lado, se le mueven tan rápido que casi no se ven.

Mark va detrás, con la cabeza gacha, avanzando como una máquina quitanieves una vez más.

—¿Cómo he conseguido qué? —pregunta Beomgyu.

—Todo —respondo, bajando la voz—. ¿Cómo sabías que Mark no iba a liarse a golpes contigo como había hecho conmigo? ¿Cómo lo has convencido de que me ayudara? Y, lo más importante, ¿cómo has sabido que yo estaba en esa habitación?

—La última pregunta te la respondo enseguida —dice Beomgyu—. En el Hospital Infantil, cuando nos has contado tu primer encuentro con Mark, has dicho el número de la planta donde se habían visto la primera vez. Y en cuanto te has marchado he pensado que quizá podrías necesitar ayuda. Así que me vine a este hospital y subí volando hasta la octava planta. Una vez aquí, no ha sido difícil encontrarte. Armaban tanto escándalo los dos que lo único que he tenido que hacer ha sido seguir las voces.

—El escándalo se debía a que Mark me estaba lanzando de un lado a otro de la habitación como si fuera un muñeco.

—Ya —dice Beomgyu con una sonrisa.

—Bueno, ¿y cómo sabías que Mark no iba a liarse a golpes contigo como ha hecho conmigo?

—Porque yo no he entrado en la habitación —dice Beomgyu —. Me he quedado en la puerta.

—No entiendo.

—Sí, tú nos has contado que, la primera vez que se vieron, Mark te pilló espiando en la habitación, en la misma puerta. Y después volvió a pillarte dentro de la habitación. Yo he pensado que, si no entraba, lo más probable era que no me hiciera daño. Además, soy un hada. Tendría que ser muy cruel para pegarle a un hada.

—Te imaginaron muy listo —le digo. Beomgyu sonríe de nuevo.

—¿Cuánto tiempo hace que estás en el mundo? —le pregunto.

—Casi tres años.

—Es mucho tiempo para los seres como nosotros —le digo.

—Pues tú llevas más tiempo aún.

—Ya, pero aun así tres años es mucho. Tienes suerte.

Giramos por el pasillo y pasamos junto a un hombre que va en silla de ruedas hablando solo. Miro alrededor buscando a un amigo imaginario, pero no veo a ninguno. Me vuelvo para comprobar si Mark nos sigue. Está a unos tres pasos de distancia, tirando de su mole como una pesada máquina quitanieves. Me vuelvo a Beomgyu de nuevo.

—¿Cómo has hecho para que Mark me quisiera ayudar? — le digo en voz baja—. Te ha dicho que sí enseguida.

—Pues lo mismo que hace mamá cuando quiere que Ye-won la obedezca.

—¿Ye-won es tu amiga humana?

—Sí. Le pasa algo en la cabeza, que tienen que arreglarle los médicos. Por eso la trajeron al hospital.

—¿Y qué es eso que hace tu mamá cuando quiere que Ye-won obedezca?

—Pues si quiere que haga los deberes, o que se limpie los dientes o se coma el brócoli, no se lo dice directamente. Hace como si lo hubiera decidido Ye-won. Como si a mi amiguita no le quedara otra opción. Como si fuera feísimo no comerse el brócoli.

Memorias de un Amigo Imaginario || TAEKOOKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora