Capítulo 56

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La señorita Ji-eun ha subido a su dormitorio. Está sacando unas cosas del armario del cuarto de baño y metiéndolas en otra caja.

Según el reloj de la cocina, son las 6:42. Ha llegado el momento de salir de aquí. Vuelvo al sótano. Jungkook está esperándome junto a las escaleras. Justo donde lo había dejado. En la mano lleva la locomotora de Lego. Se aferra a ella como si fuera un salvavidas. Veo también un bulto en el bolsillo de su pantalón. No le pregunto qué es.

Pero ¿y Mark? ¿Seguirá todavía aquí? Miro alrededor pero no lo veo.

—Estoy aquí —dice, moviendo la mano. El movimiento atrae mi atención. Está de pie detrás de Jungkook , pero parece como si estuviera al otro lado del Gran Cañón del Colorado—. ¿Creías que me habías perdido?

Le sonrío.

—La señorita Ji-eun está arriba —le digo a Jungkook—. En su dormitorio. Ahora vas a subir por estas escaleras y me seguirás hasta el comedor; intentaremos escapar por la puerta corredera de cristal. Espero que no haga ruido. Se la vi abrir a ella una vez y no oí nada. Cuando estemos fuera, giras a la derecha y echas a correr hacia la arboleda tan rápido como puedas.

—Bien —dice Jungkook. Le tiembla todo el cuerpo. Está muerto de miedo.

—Verás como puedes, Jungkookie.

—Bien —dice, pero no me cree.

Subimos por las escaleras y salimos al pasillo. La puerta de entrada a la casa está a la derecha. Se me ocurre que quizá podría decirle a Jungkook que saliera por ahí, pero decido que es mejor por el otro lado. La entrada está al final de las escaleras y la señorita Ji-eun podría oírla abrirse.

—Por aquí —le digo, y atravesamos juntos la cocina y entramos en el comedor—. La manija está a la derecha. No tienes más que tirar de la puerta.

Jungkook se cambia de mano la pieza de Lego y agarra la manija con la derecha. Tira de la puerta y la puerta se mueve una pizca de nada y se queda clavada en el sitio.

—Oh, no —digo, sintiendo que me invade el pánico—. Jungkook, tenemos que ir a...

Antes de que termine la frase, Jungkook mueve un pestillo.

—Tenía el pestillo puesto— me dice, susurrando—. Solo era eso.

Luego tira otra vez de la puerta y el cristal se mueve suave y silenciosamente. De pronto siento una gran alegría. No solo se ha abierto la puerta, sino que la ha abierto Jungkook. Ha solucionado el problema él solo. Jungkook no soluciona problemas, normalmente lo confunden.

Otra buena señal.

Pero, al abrirse la puerta, tres pitidos resuenan en la casa. No ha saltado la alarma, pero esos pitidos anuncian al dueño de la casa que la alarma funciona pero está apagada. Las puertas de los padres de Jungkook también hacen este ruido. Yo ya ni siquiera oigo los pitidos, porque saltan cada vez que alguien abre la puerta. A todas horas.

Algo me dice que esos tres pitidos no van a pasar inadvertidos. Justo en ese momento, oigo que algo cae en el suelo de arriba, justo sobre nuestras cabezas. Un segundo más tarde, se oyen unos pasos apresurados.

—¡Viene hacia aquí! — exclamo—. ¡Corre!

Jungkook no se mueve. Se ha quedado plantado muy en el umbral. Al oír que la señorita Ji-eun salía disparada por el piso de arriba se ha quedado quieto.

—Jungkook, si no sales corriendo ahora mismo, no lograrás escapar.

Me doy cuenta de la gravedad de mis palabras nada más decirlas. He corrido un gran riesgo. Si la señorita Ji-eun pilla ahora a Jungkook, ya nunca podrá escapar. Esta es mi única oportunidad de devolver a Jungkook a sus padres.

Memorias de un Amigo Imaginario || TAEKOOKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora