Capítulo 18

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Estoy siguiendo a Jungkook. Me ha dicho otra vez que lo espere junto a las puertas dobles de cristal, pero esta vez pienso acercarme al coche de la señorita Ji-eun y espiarlos para ver qué está pasando.

Me da igual lo que diga Jungkook. Algo no está bien.

Jungkook y la señorita Ji-eun ya están llegando al aparcamiento cuando yo atravieso las puertas de cristal y salgo del edificio. A la derecha del camino hay un árbol; me acerco a él y me escondo detrás. Normalmente no necesito esconderme. No recuerdo haberme escondido nunca de Jungkook, y, como nadie más puede verme, en cierto modo siempre estoy escondido de todo el mundo menos de Jungkook. Esta es la primera vez que me escondo de todo todo el mundo.

Un poco más adelante hay otro árbol, está a la izquierda y un poco más apartado del camino, así que voy corriendo hacia allí. Si en realidad tocara el suelo cuando corro, iría andando de puntillas, para que Jungkook no me oyera. Pero, como no hago ningún ruido al moverme, y ni siquiera Jungkook puede oírme, mejor que corra, así no tendré que estar escondido tanto rato.

Me asomo por detrás del árbol. Jungkook y la señorita Ji-eun ya casi han llegado al coche. La señorita Ji-eun va muy rápido, más rápido que los mayores que no piden a los niños que les guarden secretos y los meten en su coche en mitad de clase. Cuando salga de este escondite, tendré que avanzar arrastrándome. Delante tengo una hilera de coches, a unos treinta pasos de distancia. Si voy a rastras, podré esconderme detrás de ellos, y como Jungkook es bajito, no me verá.

Tiene gracia, porque arrastrándome por el césped así, delante del edificio del cole, todos los niños que están en las dos aulas que hay detrás de mí deberían verme.

Resulta extraño esconderse delante de tantas caras.

Oigo que se abre la puerta de un coche. Jungkook y la señorita Ji-eun ya han llegado.

Tengo una idea. Estoy detrás de un coche rojo no muy grande, el pequeño de la fila, y espío por las ventanillas para ver si Jungkook se ha montado ya en el coche de la señorita Ji-eun.

Desde aquí no puedo ver el coche, que está un poco más allá, en la fila de delante, al otro lado del pasillo que queda entre las dos hileras. Pero puedo atravesar los coches que hay delante de mí, porque todos tienen puertas. Ya tengo un plan. En vez de ir por el pasillo, iré saltando de coche en coche.

Me meto en el coche rojo y avanzo a rastras por los asientos. Dentro está todo revuelto. El asiento delantero está lleno de libros y papeles, y en el suelo hay latas vacías de refrescos y bolsas de papel. Casi seguro que es el coche de el señor Kim.

Se parece a su clase. Desordenada y llena de cosas. A mí me gusta. A veces pienso que las personas ordenadas y bien organizadas pasan demasiado tiempo planeando y poco haciendo. No me parecen de fiar.

Seguro que la señorita Ji-eun es una persona ordenada y bien organizada.

Atravieso el coche rojo, luego otros cinco coches más y después me quedo agachado dentro de un vehículo grande que tiene cuatro puertas y una quinta en la parte trasera. Por la ventanilla de atrás veo el coche de la señorita Ji-eun. Lo ha aparcado de morro, no como la loca de la señorita Seulgi, que todas las mañanas se pasa cinco minutos intentando aparcar marcha atrás mientras todos los niños se ríen de ella. He tenido suerte de que la señorita Ji-eun haya aparcado de morro, porque así Jungkook y ella están de espaldas a mí y puedo acercarme sin que me vean.

Atravieso la puerta de atrás del coche grande y cruzo corriendo el espacio que queda entre las dos hileras de coches. Agacho la cabeza por si a Jungkook le da por volverse. La señorita Ji-eun tiene la ventanilla abierta. Hace buen día y el motor no está encendido, así que supongo que habrá abierto la ventanilla para que entre aire fresco. Quiero mirar en el asiento trasero y ver lo que está haciendo Jungkook, pero oigo la voz de la señorita Ji-eun. Está hablando por teléfono. Me pongo a gatas y me acerco a la puerta junto a la que está sentada, para oírla mejor. Estoy agachado al lado del coche, entre la puerta de delante y la de atrás.

—Sí, mamá — oigo decir a la señorita Ji-eun.

Luego hay una pausa.

—Sí, mamá —dice otra vez —. Te quiero mucho.

Otra pausa.

—No, mamá. No pasa nada. Eres mi madre, puedo hablar contigo en horario de clase. Y más teniendo en cuenta que estás enferma.

Otra pausa.

—Ya lo sé, mamá. Tienes razón. Siempre tienes razón.

La señorita Ji-eun se ríe un poco y luego dice:

—Tengo mucha suerte de contar con la ayuda de este jovencito. —Luego ríe de nuevo. Suena falsa las dos veces—. Se llama Jungkook. Es el niño más bueno y más listo que conozco.

Se queda callada unos segundos y luego dice:

—Claro, mamá, no te preocupes que le doy las gracias a Jungkook de tu parte por su ayuda. Te quiero mucho, mamá. Y espero que te pongas bien pronto. Adiós.

Qué conversación tan rara. He oído muchas veces a los padres de Jungkook hablar por teléfono, y nunca suenan así. Todo me ha sonado raro. La risa sonaba falsa. El tiempo que pasaba escuchando sin hablar me ha parecido demasiado corto. Ha dicho «mamá» demasiadas veces. La conversación era demasiado perfecta.

Nada de dudas. Ni de tartamudeos.

Sonaba como una maestra de primero leyendo un libro en clase. Como si le hablara a Jungkook y no a su madre. Empiezo a dar marcha atrás, con la intención de volver a la parte trasera del coche, cuando la puerta de Jungkook se abre de golpe. Estoy a cuatro patas delante de su puerta, y la parte inferior de esta me traspasa al abrirse porque al fin y al cabo es una puerta.

Al bajar del coche, Jungkook me ve. La sonrisa se le borra enseguida y tuerce el gesto.

Primero agranda los ojos negros y luego los arruga y me mira enfadado.

Pero no dice nada, porque un segundo después se abre la otra puerta del coche y sale la señorita Ji-eun. Me siento un poco ridículo, agachado a cuatro patas entre ambos, pero estoy tan avergonzado que no puedo levantarme. Me quedo quieto en el sitio y la señorita Ji-eun toma a Jungkook de la mano. Él me mira y luego se aleja de la mano con ella.

Nunca he visto a la señorita Ji-eun coger a Jungkook de la mano, se me hace raro y me hace sentir algo enfadado.

Jungkook odia que lo tomen de la mano. No se vuelve a mirarme. Me levanto y me quedo mirándolo mientras entra en el edificio del colegio. Desaparece en el vestíbulo.

No se vuelve hacia mí ni una sola vez.

Me asomo al coche de la señorita Ji-eun. En el asiento de atrás, donde estaba sentado Jungkook, hay una mochila azul. Pero está cerrada y no puedo ver lo que hay dentro. No veo nada más en el coche, aparte de la mochila. Está todo muy limpio y ordenado.

Ya lo sabía: la señorita Ji-eun es una mujer ordenada y bien organizada.

No es de fiar.

Memorias de un Amigo Imaginario || TAEKOOKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora