Capítulo 16

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Estoy preocupado por Jungkook. Hoy es lunes y hemos vuelto al cole. Creo que su madre quiere hacer algo hoy. Está preocupada por lo de Kim Mingyu, y tengo miedo de que meta la pata. Espero que Mingyu ya tuviera bastante con lo del viernes por la noche y Jungkook esté fuera de peligro. Pero entre el castigo que le cayó por lo de la navaja y lo de la caca, puede que todavía no crea haberse vengado del todo. Es muy posible, pero si la madre de Jungkook se pone en medio todavía será peor.

A la mayoría de los padres les pasa lo que a Jungkook, que no saben hacer las cosas sin que se les vea el plumero.

Hoy el señor Kim Seokjin está muy divertido. Escribió un cuento sobre un pavo que van a matar para comérselo en una celebración, y ahora se lo está leyendo a sus alumnos. Se pasea por la clase imitando los sonidos del pavo, y hasta Jungkook sonríe. Reír no ríe, pero casi. El señor Kim araña el suelo con el pie y mueve los brazos como si fueran alas. Sus alumnos no dejan de mirarlo.

La señorita Ji-eun se asoma por la puerta de la clase y le hace a Jungkook un gesto para que la acompañe. Mi amigo no se da cuenta hasta al cabo de un rato, porque está muy entretenido con el cuento de el señor Kim. Creí que Jungkook iba a arrugar la frente, porque el señor Kim no ha terminado aún su historia, pero, en cuanto ve a la señorita Ji-eun, pone unos ojos como platos. Parece ilusionado.

No lo entiendo.

Yo quiero quedarme y saber cómo acaba la historia, pero sigo a Jungkook y a la señorita Ji-eun pasillo abajo hasta Educación Especial. Sin embargo, cuando llegamos a la esquina donde habría que torcer a la izquierda, Jungkook y la señorita Ji-eun siguen recto, y Jungkook no dice nada. Eso aún me extraña más que el hecho de que Jungkook quisiera salir de la clase de el señor Kim, porque a mi amigo no le gustan los cambios, y este nuevo trayecto es todo un cambio. Encima, un cambio tonto, porque vamos a tener que dar la vuelta a todo el auditorio y pasar por el gimnasio, lo que significa el doble de vuelta. Pero de pronto nos paramos ante las mismas puertas por las que vi entrar a Jungkook y a la señorita Ji-eun la semana pasada.

Ahora estamos detrás del auditorio, en un vestíbulo donde no hay aulas ni despachos, pero la señorita Ji-eun mira a derecha e izquierda antes de abrir la puerta. Luego lleva la mano a la espalda de Jungkook como dándole un empujoncito para que salga. Él sale solo por la puerta, pero la señorita Ji-eun quiere que se dé prisa, y eso me inquieta. Es como si quisiera que cruzara rápido para que no lo viera nadie.

Algo anda mal.

Intento seguirles. Jungkook se va por el sendero asfaltado que conduce al aparcamiento y de pronto se vuelve y me mira. Yo también he salido a la calle. Se me queda mirando y sacude la cabeza a un lado y al otro. Sé lo que ese gesto quiere decir. Significa «ni se te ocurra».

No quiere que lo siga. Luego me hace un gesto con la mano como diciéndome que me vaya. Quiere que vuelva a entrar en el colegio. Yo casi siempre hago lo que me pide, porque a fin de cuentas esa es mi misión. Jungkook necesita mi ayuda, y yo lo ayudo. Hay veces que necesita estar solo, como cuando lee un libro, por ejemplo. Muchas veces, de hecho.

Pero lo de hoy es distinto. Lo sé. Jungkook no debería haber salido del colegio, y menos por esas puertas que llevan al aparcamiento.

Algo anda mal.

Vuelvo dentro como me ha pedido, pero me quedo al otro lado de las puertas, pegado a la pared, para poder espiarlo. Veo a Jungkook y a la señorita Ji-eun andando por el aparcamiento, entre dos filas de coches aparcados. Creo que son los coches de los profesores, porque los niños no conducen. Tienen que serlo. Entonces veo que se paran junto a un coche azul, pequeño. La señorita Ji-eun mira alrededor otra vez. Como cuando alguien quiere asegurarse de que no lo miran. Luego abre la puerta trasera del coche y Jungkook entra. La señorita Ji-eun vuelve a mirar alrededor y se sienta delante. En el asiento donde está el volante. El asiento de la persona que conduce.

Se va a llevar a Jungkook.

Pero no. El coche no se mueve. Están los dos sentados en el coche. Jungkook, en el asiento trasero. La señorita Ji-eun, en el delantero. Ella está hablando, creo, y Jungkook agacha la cabeza una y otra vez. No como si se escondiera, sino como si estuviera mirando algo en el asiento, creo. Parece muy entretenido. No sé qué hará. Un momento después, la señorita Ji-eun baja del coche y vuelve a mirar alrededor. Está asegurándose de que no los ve nadie. Lo sé. Sé reconocer cuando alguien intenta esconderse, porque he estado muchas veces junto a personas que no saben que los estoy observando. Luego abre la puerta de atrás para que Jungkook baje también. Vuelven juntos y cruzan las puertas dobles de cristal. La mujer las abre con su llave y entran otra vez en el colegio. Yo me aparto de la entrada y me siento con la espalda apoyada en la pared para que Jungkook piense que he estado allí todo el rato. En vez de espiando.

Quiero que piense que no sé adónde ha ido con la señorita Ji-eun y, lo que es más importante, no quiero que piense que me importa. No quiero que sospeche que estoy preocupado, porque, la próxima vez que la señorita Ji-eun se lo lleve a su coche, quiero seguirlos.

Si la señorita Ji-eun vuelve a llevarse a Jungkook (que creo que lo hará) no será igual. No sé lo que será, pero será algo más. Algo peor. Lo sé. La señorita Ji-eun no se saltaría las reglas del colegio solo para pasar cinco minutos en el coche con mi amigo. Algo más tiene que pasar.

No sé por qué, pero ahora estoy más preocupado por la señorita Ji-eun que por Kim Mingyu.

Muchísimo más.

Memorias de un Amigo Imaginario || TAEKOOKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora