Capítulo 59

27 5 4
                                    

No sé el rato que llevaremos andando, pero acabamos de pasar por delante de la casa de los Min.

La luna ha cambiado de sitio pero sigue en el cielo, sobre nuestras cabezas.

Jungkook no ha hablado mucho por el camino. Pero él es así. Quizá se haya transformado en Rambo de la noche a la mañana, pero sigue siendo Jungkookie.

Hemos hecho la larga caminata escondiéndonos detrás de casas, arbustos y árboles siempre que podíamos. No me he separado de él en todo el rato, y no lo he oído quejarse ni una vez. Me cuesta creer que Jungkook va a estar de vuelta en casa dentro de unos minutos. Ya no necesito imaginar la cara que pondrán sus padres cuando abran la puerta y se lo encuentren allí delante, porque va a ser real dentro de nada. Nunca pensé que llegaría este momento.

Me paro un momento, justo antes de llegar al camino de acceso al garaje, y me quedo mirando a Jungkook.

Por primera vez en la vida, entiendo lo que significa sentirse orgulloso de alguien. No soy su madre ni su padre, pero sí su amigo, y me siento orgullosísimo de él.

Pero de pronto veo algo.

Es el autobús de la señorita Ji-eun. Ese autobús con una habitación en la parte de atrás preparada especialmente para Jungkook.

Jungkook está a punto de entrar en el jardín de delante de su casa y dar los últimos pasos hasta la puerta de entrada, pero no sabe que la señorita Ji-eun está esperándole. No sabe que su autobús está aparcado en la misma calle, un poco más adelante, en el espacio que queda oscuro entre dos farolas. Ni siquiera sabe que la señorita Ji-eun tiene un autobús.
Abro la boca para avisarle a gritos, pero llego tarde. Jungkook ha avanzado ya cuatro o cinco pasos por el camino que lleva al garaje de su casa cuando la señorita Ji-eun sale de su escondrijo detrás del roble gigante, donde Jungkook y yo esperamos al autocar cada día desde que Jungkook entró en preescolar. El mismo roble donde Jungkook se apoya hasta que llega el autocar del colegio.

Jungkook oye las pisadas de la señorita Ji-eun antes que mi voz, pero ambos llegan a sus oídos demasiado tarde. En cuanto la ve yendo hacia él, corre disparado hacia la entrada, pero la señorita Ji-eun le echa el brazo encima e intenta agarrarlo por la espalda. Jungkook se tambalea al recibir el golpe, tropieza y cae al suelo, pero por un instante queda libre.

Avanza gateando hacia la entrada, pero la señorita Ji-eun le da alcance muy rápido; se agacha, lo agarra por el brazo y lo levanta del suelo como si fuera un muñeco.

—¡Mamá! ¡Papá! ¡Socorro!

Ella le tapa la boca con la mano libre. De todos modos, no creo que sus padres lo oyeran. Duermen en el piso de arriba y su habitación da al jardín de atrás. Además, es tarde y supongo que estarán durmiendo. Pero eso ella no lo sabe. Quiere que no haga ruido para huir con él para siempre jamás.

Yo consigo por fin moverme, echo a correr y me quedo paralizado delante de Jungkook. Está luchando con la señorita Ji-eun, intentando soltarse. Tiene los ojos abiertos como platos. Quiere gritar, pero como la señorita Ji-eun le tiene tapada la boca, no se oye más que un murmullo. Jungkook le está dando patadas en la espinilla, pero ella ni se inmuta.

Me quedo plantado como un tonto. Estoy a un paso de él, viendo cómo pelea por su vida, y no puedo hacer nada. Jungkook me mira a los ojos. Está suplicándome que lo ayude, pero no puedo hacer nada. Aparte de quedarme mirando cómo se lo llevan a rastras de aquí para siempre jamás.

—¡Pelea! —le digo a voces —. ¡Muérdele la mano!

Y Jungkook se la muerde. Veo cómo abre la mandíbula y se la hinca. La señorita Ji-eun hace una mueca de dolor, pero no lo suelta.

Memorias de un Amigo Imaginario || TAEKOOKDonde viven las historias. Descúbrelo ahora