8 | Callejón sin salida

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No sé si comencé a odiar los lunes, o solo el presentimiento de que iba a ver a Archie otra vez. En un par de semanas comenzaría diciembre, la mejor época del año y la que más disfruto. A excepción de que no estaré con mi familia, podía pasarla bien con Lisa, Cristóbal y Abby.

Abby fue la que preparó el almuerzo esta vez, son la una de la tarde y debe alisarse el cabello antes de ir a la universidad hoy.

—¿Qué estuviste haciendo anoche? ¿Te había llamado alguien? —Inquiere con la vista pegada a la pantalla de su móvil.

—Mi padre, preocupándose otra vez por la calificación del examen pasado; dice que el tema era tan simple, que si no lo pasaba me quitaría los ponys —reí recordando como comenzó a hablarme de matemáticas—. Un poco chiflado.

—¿Cuándo venían a visitarte? ¿Antes de navidad?

—Sí, probablemente en la primera semana ya se encuentren por aquí dando un paseo.

Me voy a la cocina para lavar el plato sucio.

—¿Cuándo llegará Lis?

—Debería estar de camino, nos esforzamos mucho como para que falte.

Justo un instante después, el timbre no se hizo esperar y le dio la bienvenida a nuestra amiga la pelirroja. Cubría su impresionante cabello con un gorro azul y chamarra del mismo color.

—¡Buenos días! —Grita tirandose a mí para abrazarme, reparte besos por toda mi cara mientras yo me rio y acepto su cariño—. ¿Y mi Harley Quinn?

—Aquí.

—¡Mi dulce regaliz de melocotón! —corre hacia ella como una niña.

—¿Por qué estás tan feliz?

—Oh, no lo sé. Quizás porque Cristóbal me invitó a una cita luego de la universidad —la noticia me abarca como agua salada.

—¡Eso es increíble! —voy con ellas a la sala—. ¿Crees que te lo pedirá?

—No lo creo, a lo mejor y me quiere besar —suena como una niña enamorada—. ¡Es tan guapo!

Abby tiene el rostro disgustado. Por mi parte, me gusta ver a mi amiga feliz.

—Por Dios ya hay que irnos a la universidad, ¡Lisa, bájate de mí!

—Es que estoy tan feliz —se le separa yendo conmigo, comienza a jalarme para bailar—. Me encanta ese chico.

—No me digas —Abigail bufa—. Iré a cambiarme, avísame cuando se le pase el azúcar.

Asentí luego de reírme por la emoción de la pelirroja.

Rato después, salimos a tomar aire de camino a la universidad. Lisa cuenta una infinidad de probabilidades que pueda que pasen en su cita de esta noche, está contenta, en cierto modo. Aún no conocemos del todo a Cristóbal, pero ¿qué tenía de malo arriesgarse?

Llegamos a Hendleston y nos despedimos para ir cada una por un camino diferente, la primera hora era contabilidad con mi profesor más convincente a la hora de convivir. No soy la única que llega temprano y mientras espero, busco mi celular para distraerme. El centro de notificaciones se basan en los buenos días de mamá, la buena suerte de mi padrastro, uno que otro sin leer de Abby y mi agenda recordándome proyectos pendiente. Ni un solo mensaje de Archie, ni una sola disculpa desde lo del viernes pasado.

Traté de no sentirme muy mal conmigo misma e ignorar el pequeño escozor que se formuló en la vena de mi muñeca. Esto no era nada, él no era nadie.

Entregan las calificaciones del examen anterior y ni siquiera me tomo la molestia de verlo ya que, además de saber que sacaría un diez, realmente estaba pensando en otras cosas.

Mucho más de él ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora