26 | Armas en el cuello

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Reparo en el libro de recetas y desvío la mirada en los ingredientes que no hacen parte del paso siguiente. Me altero cuando mi novio los agrega en los cupcakes.

—¡Eso no va en la receta!

—Relájate, sé lo que hago —dice relajado pero me estaba dando un paro cardíaco al ver algo que no es correcto a cómo quería prepararlo—. Sabrá más delicioso si lo agrego.

—¿Alguna vez cocinaste? ¡¿Y si se quema?!

Me acalla con el dedo y sigue con la acción que me hace ponerme de brazos cruzados. Entorno los ojos en su figura que se forma sin camisa, con el brazo musculoso en el que se le dibujan las venas por encima de la piel y... Me estaba empezando a dar calor. Abanico mi cara por la imagen de su espalda que me producía una inimaginable fantasía de rasguñarlo, Archie lleva la bandeja con los cupcakes hasta el horno de su cocina y mueve el temporizador como dicta la receta.

Me muevo por su cocina hasta tomar asiento en los taburetes de la isla, aprecio como mi novio se lava las manos antes de ponerse detrás de mí. Mi cuerpo reconoce sus tibios brazos que me producen calor y automáticamente suelto un suspiro relajándome contra su cuerpo. Empieza a besarme el cuello y sé lo que quiere.

—¿Cuánto tiempo es? —Trato de distraerlo.

—No sé, —dice entre besos que deja plasmados en mi piel que se estaba empezando a erizar—, ni me importa.

Sigue su actividad a la que me hago la loca. No ve actitud por mi parte y vuelve a hablar.

—Quiero follar con mi novia. —Ordena pero ya lo suponía, lo estaba dejando más que claro.

—Quiero estar al tanto de los cupcakes; nunca he preparado unos antes...

—Tengo empleados para todo, ellos se harán cargo —insiste y yo me quejo.

—¿No puedes vivir sin sacártela un rato?

Me gira sobre el taburete, arponeando la mirada como si lo hubiese ofendido. El calor crece cuando me aprieta la cintura y como muñeca, me carga y apoya mi cuerpo sobre su hombro. Todo pasa en una sanción de segundos y chillo de sorpresa cuando ya me tiene moviéndome por la casa.

—¡Qué mala manía! —Me escandalizo—, ¡bájame!

—¿Te apetece un tour? Hay una parte de la casa que no te mostré —reprenda palmeándome la nalga.

—¡Archie!

Pataleo en el aire. Él le ordena a una empleada vigilar los cupcakes y trato de golpear su espalda para que me baje. Algo que no servía de absolutamente nada, ya que parecía que la piel de su espalda estaba hecha de acero. Modelando por su casa con tanta normalidad en su caminar como si no me tuviera sacudiéndome encima de él.

—¡No quiero!

—Pequeña mentirosilla...

—¡Púdrete!

Se adentra a un umbral en donde se gira para cerrar la puerta y me baja, empotrándome contra la madera. La respiración se me torna acelerada y lo aniquilo con los ojos ante tal desespero. Trato de analizar la habitación pero mi novio busca mis labios antes de que pueda girar la cabeza.

Se abre paso a mi lengua recibiéndome ansioso y con el impulso de un animal violento. El fondo estaba en silencio y lo único que resonaba era nuestras respiraciones aceleradas que debido a la pasión se tornaban fuertes y agresivas. Subí las manos por su torso, colmando de caricias fulminantes que acechan con su piel poniéndola roja. Acaricio su lengua con la mía y no me basta tan solo besarlo de este modo, llevo mis manos a su nuca para total cercanía y el bulto de sus pantalones hace presión contra mi vientre. Me separo para darle paso al gemido que me proporciona tal experiencia y Archie aprovecha para tirar de mi cabello y dedicarle su tiempo a mi cuello. Sus labios me avivan con los mordiscos que me proporciona y me dejo. A este punto podía tener por sentado que mis bragas tenían todo el océano pacífico atravesando la tela. Sus manos hacen presión contra mi culo y refriega su endurecido miembro contra mí.

Mucho más de él ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora