18 | Boire de mon rouge à lèvres

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—¿Cuál crees que me venga mejor para tu cumpleaños? —Abby vuelve a aparecer con un par de vestidos de fiesta cortos. El primero era muy revelador, con apenas poca tela cubriendo la parte de los pezones. El segundo podría ser conveniente si no fuera por el color violeta tan claro y llamativo.

Retiro el puño de mi mejilla y le tiro una mirada cansada.

—No voy a salir en mi cumpleaños, así que deshazte de la idea de que usarás alguno de esos dos —rectifico levantándome del sillón donde la estaba esperando en los probadores. Abby chilla molesta.

—¡Dev! —Deja las perchas colgadas—, no te puedes hacer eso en tu día especial.

La verdad es que no tenía mucha imaginación para realizar algo en «mi día especial». Con mi familia siempre lo celebrábamos con un plan tranquilo, ya fuese un viaje, una cena, o una pequeña parrillada en familia. Pero siempre éramos nosotros cuatro. No hacía falta más personas. Así que no estaba acostumbrada a salir por ahí o comprar un pastel gigante, ni nada que se le asemeje. Realmente con estar con mis amigos viendo películas, bastaba y era más que suficiente para mí.

Abby acapara mis hombros para llamar mi atención: —Deva, en mi mundo, los cumpleaños siempre se celebran a lo grande. Con exuberantes decorados y preciosas joyas. ¡Podemos ir a un club de solteras para que nos bailen!

—Abby, nada de eso es lo mío —le hago entender—, en mi mundo ronda la tranquilidad de estar con los que amas y ya, porque de eso se trata un cumpleaños en mi familia: de apreciar las pequeñeces con tus seres queridos porque estás con ellos un año más.

Ella gira los ojos y se hizo un mohín con la mano.

—No sé de qué cuento te sacaron, pero esto no es Los Poemas de Edgar Allan Poe, nena. ¡Es la vida real! —volví a suspirar.

—Abby, solo entiende que no haré nada extraordinario para mi cumpleaños —atisbo una sonrisa espontánea y alzo mis hombros para dar a entender de que no me importaba en lo absoluto—, solo estaré con ustedes y ya.

Parece darse por vencida —¡Ahg! Bueno... Pero al menos déjame comprarte un pastel.

Asiento complaciendo sus deseos. Me apachurró contra ella y besó mi cabeza vociferando que soy una terca que me quiere con locura. La boutique en la que nos encontrábamos era increíblemente grande, luminosa y modesta. Abby me contó que suele venir con su mamá cada fin de semana para comprar sus trajes más favorables en dichos eventos importantes. Vinimos en busca de un vestido para esta noche en mi cena con Archie, ya que le debía una salida después de la última vez que tuvo que cancelarse.

Deambulo por los pasillos llenos de ropa, vestidos, trajes, pijamas y zapatos. Mi cabeza se asoma con curiosidad a la parte de lencería y no sé por qué la pena me invade y decido deshacer la idea de ponerme algo sensual para Archie.

—Dev, ¿quieres un vestido en concreto o sólo estás perdiendo tiempo?

—Puede que ambas. No veo nada que pueda decir "cena con el vanidoso Archie" —decreto alcanzando con la punta de los dedos algunos vestidos. Paso las telas una por una y ninguna me termina de convencer, podían ser o muy llamativo, o muy elegante, o no me vería bien en uno, o me vería demasiado vulgar con otro.

Abby tenía su cesta de ropa con un número excesivo de ropa. Imagino que de tanto frecuentar la tienda, ya no tarda en elegir ciertas opciones.

—¿Te dijo a dónde irían? —meneé la cabeza en respuesta y ella bufó—. Conociéndolo, será un lugar prestigioso y oneroso. Te sugiero un vestido fino y una cadena minimalista. Los pendientes dorados siempre han sido tú fuerte.

Mucho más de él ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora