Corro hacia mi mejor amiga. Envuelvo sus caderas con mis brazos y hundo mi frente en su hombro, soltando gruesas lágrimas permanentes mientras siento las suaves caricias de su mano en mi cabello. Lisa nos abandona para que podamos hablar con libertad.
—Lis me contó lo que sucedió —murmura sobre mi cabeza, volviendo a provocar un llanto incesable por mi parte—, Dev, sea cual sea tu decisión con él, quiero que veas por ti. Tan solo necesito que te veas en esta posición. Eso no es una relación, amiga. No me importa que tan bien coja el cabron. Te estás destruyendo al intentar comprenderlo...
—No se trata de eso...
—¿Ah, no?
Se aleja a escasos centímetros, contemplo el bosque de sus ojos, mientras ella en tactos delicados mueve los mechones rebeldes que se pegan a mi rostro gracias a las lágrimas.
—Te advertí estas cosas, Dev. Si querías seguir jugando con fuego y atentar con las consecuencias, lo haces, pero bajo tu propio mérito.
Bajo el mentón, apenada con los miles de consejos que ella se tomó la molestia de reiterarme. Me besa la frente y me vuelve a atraer hacia ella para desahogarme en su hombro.
—Si no quieres seguir hablando del tema, está bien —susurra luego de unos minutos en la misma posición—. Pero no aceptaré que te quedes así.
—¿Cómo?
—Saldremos. —demanda, intento refutar a su orden pero ni siquiera me dejó alegar algo— no es pregunta, Deva.
—¿Qué pasó con el tiempo de caridad con tus padres?
—Tú no te preocupes por eso. Vístete, saldremos en treinta minutos.
Abandona mi alcoba sin darme explicaciones de a dónde, simplemente cierra mi puerta dejándome con la interrogativa en la frente. Me levanto sin ganas yendo directamente a mi armario para escoger el más sencillo atuendo. Al salir de mi habitación, hallo la sorpresa de que Lisa ya no se encontraba en el apartamento. Abby se encontraba vestida y no muy arreglada al igual que yo, con una mochila pequeña. Con sus llaves en las manos, me agita la cabeza en señal de que la siga. El destino que nos espera no es nada muy nuevo, el parque al que Abby suele venir en su rutina matutina de deporte está no muy habitado por personas que realizan sus labores cotidianas. Pasamos por un minimercado para comprar galletas y posteriormente, sentarnos bajo un roble. El clima se notaba tranquilo, soleado, cálido. Aunque mis ánimos no concuerden a la par.
—Bueno, hazlo.
Ante su orden, me muestro confundida. —¿A qué te refieres?
—Dime qué sucedió.
Continuar con la conversación no era lo que más me apetecía ahora.
—Abby —lamo mis labios antes de pedirle algo arriesgado. De repente siento mi corazón acelerado y mis manos sudadas—. ¿Cómo fueron los últimos días de Aurora?
Su pecho se eleva cuando toma una bocanada de aire. —Tengo entendido que Lisa te confesó todas las cosas similares que te están pasando a ti, y que le pasaron también a ella hace mucho tiempo...
—¿Y se equivoca?
—No. Aurora estaba en peligro de muerte mucho antes de fallecer.
Mis ojos se cristalizan y el llanto se me ahoga. ¿Pero por qué yo? No le debo nada a nadie y tampoco he hecho nada malo.
—Deva, es esto lo que te he estado advirtiendo...
—¿Sabías que querrían matarme?
—Sabía que ser pareja de Archie conlleva a tolerar su mundo. Un mundo innato lleno de veneno y desequilibrado que ni siquiera él puede controlar.
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Mucho más de él ©
Teen FictionDeva tiene un peligroso talento llamado curiosidad. Sin importarle los avisos, siempre logra cruzar la valla de lo prohibido. Se enfrentó a vivir en Oxford, arriesgando su perfecta educación para independizarse y vivir a lo extremo junto a las perso...