EPILOGO

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E P I L O G O

"Olivia"

4 años después

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4 años después.

Los primeros rayos de sol que caen del cielo de Francia, bañan mi rostro y consiguen que mi cuerpo se sienta cálido y bendecido.

Ingreso a la cafetería a la que suelo venir cada mañana antes de asistir a mis clases y su calor me abriga de distintas formas que no puedo explicar la satisfacción que mi cuerpo siente.

Me formo en la pequeña fila que hay para ordenar y mirando la hora en mi celular, descubro que tengo el tiempo suficiente para sentarme en una mesa libre y tomar mi desayuno aquí.

— ¡Olivia! ¡Buenos días! — me saluda la señora Charlotte desde su lugar atrás del mostrador — ¿Pedirás lo de siempre?

— Sí, por favor — respondo con una sonrisa — Solo que hoy desayunaré aquí

— Ve a tomar asiento, linda, en un momento llevo tu orden

— Muchas gracias — sonrío nuevamente y me siento satisfecha de no tener que seguir formada

Me sitúo en una mesa libre que se encuentra en la esquina de la cafetería y a través de sus grandes ventanales observo pasar la vida en Francia y no me sorprende demasiado encontrarme con toda clase de personas caminando apresuradas por sus calles.

Con solo dos meses aquí, podía estar segura de que no me costaría adaptarme.

— Me parece de muy mala educación que te hayan atendido a ti primero cuando yo llevaba esperando casi diez minutos por mi turno

Su voz me llama.

Y consigue paralizarme de pies a cabeza.

Recuerdo haber cambiado de perfume cuando todo lo que fuimos parecía haberse esfumado, después de varios años, lo dejé de usar. Y tuvieron que pasar algunas semanas para que me diera cuenta, cada vez que lo usaba, para que recordara que ese era su aroma favorito; el del perfume sobre mi piel al final del día.

Y agradezco estar sentada porque estaba segura de que si ese no fuera el caso, me desmayaría.

— Harry — susurro con voz temblorosa cuando levanto la vista y lo observo sonriéndome con un cariño especial que detecto

— Liv — deja su café sobre la mesa y a su vez, yo me pongo de pie

No sé muy bien que hacer, si solo estrechar su mano o abalanzarme a sus brazos.

La segunda opción parece ser la mejor.

Harry ríe y me aprieta contra su pecho de una manera tan especial que ocasiona que me ponga nerviosa ante su contacto.

— ¿Puedo sentarme? — pregunta y yo asiento deprisa

— Por favor — le señalo el asiento frente al mío y pronto ambos estamos cara a cara

HAPPIER | H.S.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora