Veintitrés

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Scarlett estaba sentada a mi lado con Robin sobre las piernas, el pequeño bebé que había visto no hace mucho, parecía haber crecido al doble de su tamaño, y mi amiga

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Scarlett estaba sentada a mi lado con Robin sobre las piernas, el pequeño bebé que había visto no hace mucho, parecía haber crecido al doble de su tamaño, y mi amiga... ella seguía tan bonita y vibrante como siempre.

—¿Enferma? —preguntó, casi exclamó—. ¡Mentira! ¿A quién quiere engañar?

—¿No? —Mientras veía a Bastian entre mis brazos, que se sobresaltó al escucharla subir la voz, me reí un poco al notar que sus ojos se mantenían agrandados sobre su par de mejillas gordas.

—Esa Mably es una mentirosa, como toda su familia —gruñó y yo sonreí al ver su gesto sonrojado de rabia. Hacía mucho que no la veía, después de todo, Sir Klein se la había llevado un tiempo a su casa en el campo para pasar unos días tranquilos mientras se recuperaba de la lesión en su brazo—. Te lo digo, querida Ali, esa no estaba enferma, de lo único que puede estar enferma es de la cabeza.

—Scarlett... cuida tu boca. —La reprendí pese a que estábamos en la soledad del salón sin nadie a nuestro alrededor que nos escuchara. Margot, que nos sirvió el té, se retiró junto con la demás servidumbre dejando la tetera a nuestra disposición.

—La única que me escucha eres tú y estas pequeñas bellezas, ¿de qué hay que preocuparse? —Sonrió y suspiró solo para continuar con su charla—. Lamento mucho no haber estado durante este tiempo para ti, pero me tendrías que haber mandado una carta, si lo supiera, habría vuelto para ayudarte.

—No quería molestarte, hasta el momento no era nada serio y tú estabas con tu esposo, habría sido una falta de delicadeza por mi parte molestarlos —dije y miré cómo el gesto de Scarlett se ensombrecía; siempre evitaba el tema por temor a ofenderla, pero la curiosidad y la preocupación me podía más—. ¿Sir Klein está bien?

—Físicamente, bien. —Ella no dudó en contestar y como siempre, mantuvo un tono despreocupado; pero sus manos, que se apretaron un poco más alrededor de Robin, delataron su estado—. Emocionalmente... mal.

—¿Quieres contarme? —pregunté mientras estiraba la mano hacia la tetera y rellenaba las tazas con un poco más de té caliente. Para ser sincera, también quería un respiro a todo lo que se relacionaba con Rumeurs.

Scarlett bajó la cabeza un momento, perdió la tenue sonrisa que a duras penas podía mantener y asintió luego de pensarlo. Sus ojos de un azul muy oscuro brillaron un poco cuando pareció convencerse a sí misma y la determinación se hizo cargo de ellos.

—Sabes la razón de nuestro viaje —afirmó y yo asentí sin dudarlo, pero no le dije que Alexandre ya me había negado que esa lesión se hubiera dado durante un entrenamiento—. Dijimos que era porque Adrien se lesionó el brazo en medio de un entrenamiento y que aprovecharíamos para descansar un tiempo fuera de la capital; en realidad, quien lo lastimó fue su padre.

—¿Su padre? ¿El marqués de Aubrey? —Redondeé un poco los ojos al escucharla y no pude evitar buscar una confirmación que llegó con un ácido asentimiento—. ¿Por qué?

AlizeéDonde viven las historias. Descúbrelo ahora