Vacilé minutos eternos antes de bajar la mano y mirar la madera blanca que me separaba del exterior y me sobresalté cuando escuché un par de golpes al otro lado. Entré en pánico antes de reestablecer mi mente, volver a sentarme y aclararme la garganta para darle paso a quien fuera que estuviera allí.
—¿Señora? —La cabeza de Élise se asomó y dio un suspiro de alivio en cuanto me vio—. Pensé que todavía dormía.
Miré la escasa luz del sol que asomaba tras las nubes y negué antes de sentarme mejor frente a la mesita; las manos de yemas rosadas realizaron los movimientos de servir el té junto con el pan caliente y la mermelada de forma pausada y elegante.
—¿Irina? —pregunté y saboreé con satisfacción el té; tenía un sabor muy ligero y el calor se esparcía desde mi vientre al resto de mi cuerpo.
—Acaba de llegar, dijo que se cambiaría y vendría para informarle. —Esos mismos dedos que en mi mente alabé, se apretaron y se volvieron blancos, sin atisbo de su rosa habitual. Mis doncellas estaban igual de indignadas que yo por la situación; aunque más enojadas, a mi parecer.
Yo ya no estaba enojada, sí molesta, pero no enojada.
Había un compleja gama de emociones que aún era incapaz de digerir, pero con el paso de los días y las frecuentes visitas de Bastian y Fleur a mi habitación, no tuve más opción que obligarme a sonreír y dedicar la noche a analizar lo que haría a continuación; pero sin importar cuánto lo pensara, siempre me topaba con una pared que no parecía tener abertura alguna.
Mi mente lógica me decía que esto era, quizá, más usual de lo que quería aceptar; los nobles solían tener una o dos amantes y más de una buena esposa también escondía algún joven que complaciera sus deseos. Los matrimonios convencionales corrían la vista a lo que el otro hacía y era lo correcto para mantener la estabilidad de las uniones entre familias. Por otro lado, la voz de mi cabeza que no quería ser lógica, no lo aceptaba.
Terminé el té con lentitud y apreté los puños antes de alcanzar una rebanada de pan todavía tibia; la mirada de mi doncella se clavaba en mi nuca. No comía bien desde ese día y se notaba, mi apetito era pobre y sentía la preocupación de las personas que me rodeaban, por lo que forcé la comida a bajar por mi garganta antes de que otro golpe interrumpiera la quietud.
Esta vez, como esperaba, era Irina.
Mi joven sirvienta estaba cansada y se notaba en las marcas oscuras que le enmarcaban los ojos; sin embargo, lo que más le sombreaba la expresión, era la línea hundida entre sus cejas.
Dejé a un lado la comida y una nota de impaciencia mezclada con reticencia se alzó en mi pecho.
Los mechones de cabello medio despeinados acompañaron su acción al inclinarse y adelantar los pasos hasta pasarme una fina cantidad de papeles atados con un lazo negro. Pese a que me sentía descompuesta, leí con avidez el contenido de las hojas y me reí al finalizar.
¿Evelyn? Evelyn nunca existió.
Por fin entendí las palabras de aquella joven frente a las puertas de la mansión; la chica no estaba loca ni mucho menos, ella solo decía la verdad y su deseo.
—¿Esto es todo?
—Sí, es lo que pude averiguar en este tiempo. —La voz de la doncella parecía resentida—. No fue fácil averiguar mucho sobre ella, salvo lo que la mayoría de la gente sabía; además de eso, los sirvientes de la mansión no fueron muy cooperativos.
Asentí en conformidad y no la culpé, era algo que ya esperaba y, de por sí, la información que reunió fue suficiente para confirmar las sospechas que siempre convivieron conmigo. La joven nació y creció en la mansión Blanchett en el ducado y fue compañera de Alexandre desde la niñez; no se especificó demasiado sobre sus familiares, salvo que su madre servía a la anterior duquesa y que luego de un evento no especificado, abandonó su trabajo y se retiró; no se decía nada sobre su padre aparte de su muerte prematura.
ESTÁS LEYENDO
Alizeé
FantasyPerteneciente a la rígida y elitista nobleza, Alizeé está convencida de que un matrimonio por amor es demasiado pedir y está dispuesta a ser una buena esposa; sin embargo hay cosas que por mucho que se quiera, no pueden controlarse. Dividida entre e...