—¿Es realmente necesario que asista? —Mirando el semblante severo de mi madre, pensé en mi padre que felizmente se regodeaba entre sus soldados en la frontera y quise huir rápidamente.
—Sí, debes.
—Pero no me invitó. —Agitando mis manos en un ademán que pretendía mostrarle mis palmas vacías de cualquier invitación o nota, hice un pequeño berrinche por mi poca disposición a ir a un lugar que no conocía y bajo la premisa del no saber a qué tendría que prestar atención.
—Alizeé, debes entender que ya no eres una niña y no puedes seguir poniendo excusas que piensas que son realistas para dejar tus obligaciones de lado, ya tienes quince años, te casarás pronto y tendrás que hacerte cargo de una casa, serás madre-
—¡Madre! —Interrumpiéndola, me di por vencida y suspiré con desgano— Iré.
Ella sonrió y pareció satisfecha con mi respuesta. Luego, volvió a recordarme la importancia de ser autoconsciente y se fue llevándose consigo el eco de sus regaños.
El lugar en cuestión al que en principio me había negado a ir, era la sede de los caballeros y quien no me había invitado era, obviamente, mi prometido, no obstante, la noticia de que mi prometido estaría recibiendo una especie de... ¿homenaje? ¿condecoración? Algo por el estilo, por haber salvado al rey de un asesino.
Francamente, desconocía lo que había pasado con claridad, pero lo que si sabía, era que no había recibido ninguna palabra de su parte y por tanto, no quería ser tan descarada como para ir a un lugar al que no había sido invitada.
Mi suegra y mi madre no pensaban lo mismo y así era como de alguna forma, me encontré seleccionando un vestido que no resultara demasiado llamativo para acompañar a la madre mi prometido a la pequeña ceremonia.
Estaba anonadada por el hecho de que el mismo rey haría presencia en el lugar, pero cuando vi dónde se encontraba el lugar, no pude menos que reírme. Debí suponer que la sede de los caballeros no podría estar muy lejos del palacio y efectivamente, no lo estaba, con decir que si no estaba adentro, era cuestión de caminar algunos metros desde la entrada del palacio hasta donde las imponentes puertas de madera se dejaban ver.
—Ah... hace un largo tiempo que no estaba por aquí. —Recogiendo mi falda para subir la escalinata, escuché el suspiro de la mujer a mi lado y la miré de soslayo encontrando sus afiladas facciones cubiertas de cierto anhelo. Aun era una mujer joven, sin embargo, se había retirado hace un tiempo considerable.
No sabía exactamente por qué la duquesa había tomado la abrupta decisión de retirarse y estaba fuera de los límites inmiscuirme en sus cosas, pero... ¡me mataba la curiosidad! Sabía que mi madre se negaría a hablar conmigo si es que lo sabía y que nadie me prestaría atención ahora. Mal que me pesara, todavía era una niña en un mundo demasiado grande, no tenía mucha influencia, pero si pudiera hacerme de la confianza de esas grandes madames... entonces ¿no estaría el camino pavimentado?
Cuando terminé de subir hasta el último escalón, sentí que me faltaba un poco el aire y me sentí envidiosa de mi suegra que tan bien se la veía.
—Querida, mantente a mi lado ahora. —Mirándome, sonrió y sentí que el mundo era un lugar más bello, quizá porque las personas que menos sonríen tienen las sonrisas más hermosas o porque era mi suegra y quería pensar bien de ella. Una de dos.
Asentí y la seguí obedientemente, pasando los ojos por todo lo que me pareciera nuevo o curioso, pero la verdad era que la mayoría de las cosas eran muy normales a mis ojos. Aunque mi madre se hubiera esforzado por hacer de mí una correcta señorita, alejarme del constante ir y venir de caballeros en mi hogar era como querer separar el té del agua luego de ser preparado, imposible.
ESTÁS LEYENDO
Alizeé
FantasyPerteneciente a la rígida y elitista nobleza, Alizeé está convencida de que un matrimonio por amor es demasiado pedir y está dispuesta a ser una buena esposa; sin embargo hay cosas que por mucho que se quiera, no pueden controlarse. Dividida entre e...