𝐏𝐑𝐎́𝐋𝐎𝐆𝐎

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Era una noche nublada, en la que solo se podía escuchar soplar el viento frío de otoño y las pocas hojas de los árboles chocarse entre sí.

En mitad de esa fría noche, en una casa modesta de un barrio tranquilo, una niña de cabellos negros y ojos heterocromáticos azul y verde, de unos seis años miraba a su pequeña hermana de dos años que se mantenía quieta y dormida en los cálidos brazos de su madre.

- Nozomi siempre duerme mucho, ¿acaso es un gato?- preguntó inocentemente la niña llamada Nori, a lo que su madre rio levemente.

- Claro que no cariño.- contestó con una sonrisa.-Duerme porque todavía es muy pequeña y necesita energía.

- Pues yo siempre la cuidaré cuando duerma para que lo haga tranquila y sin miedo a los monstruos.- dijo orgullosamente Nori.

La mujer, de nombre Kyoko, le acarició el cabello con ternura.- Sé que lo harás, después de todo eres su hermana mayor, su fuerte y valiente hermana mayor.

Antes de que la niña pudiera contestar, un gran ruido se escuchó en la puerta de entrada y la mujer en seguida supo qué o mejor dicho, quién era el causante de ello.

- Rápido Nori, coge a tu hermana y ve a tu habitación.- ordenó poniendo a la pequeña en sus brazos.- Cierra con seguro y no salgas hasta que te lo diga, ¿de acuerdo?

La niña, lamentablemente acostumbrada a esta situación, hizo caso de inmediato y subió a su habitación asintiendo con la cabeza. Al llegar, cerró como le dijo su madre y abrazó con fuerza pero sin lastimar a la pequeña.

- No te preocupes Nozomi, Onee-chan está aquí y nadie te hará daño.- habló con pequeñas lágrimas asomándose en los ojos.

- ¿DÓNDE ESTÁ LA CENA?- escuchó la voz grave, imponente y furiosa del hombre que se hacía llamar su padre. Un hombre muy dedicado a su trabajo pero a su vez muy enfadado con la vida, y lo pagaba con su familia.

- Está calentándose, por favor no grites.- suplicó la mujer.- Nozomi está durmiendo .

De repente, desde la segunda planta, se escuchó un fuerte golpe y un sonoro grito de dolor. El muy maldito le había golpeado haciéndola caer.

- ¿ME VAS A DECIR TÚ QUÉ HACER, MALDITA ZORRA?

- ¡Espera, Toshiro!

Ante ese grito de súplica, Nori se esperó lo peor y bajó en seguida después de dejar en su cama con tapones para los oídos a Nozomi. Se encontró a su padre con un cuchillo apuntando a su madre, esto hizo que la peli negra enfureciera y encarara al hombre.

- ¡Deja a mamá desgraciado!- gritó llamando la atención de sus progenitores.
La madre la miró aterrada.

- ¡Hija, ve arriba con tu hermana!- dijo llorando.

- No pienso dejarte sola con este animal.- contestó decidida aunque le temblaban las piernas.

- ¿CÓMO ME HAS LLAMADO MALDITA MOCOSA? TE ENSEÑARÉ MODALES.- gritó guiando el cuchillo en su mano hacia  ella.

Se quedó paralizada del miedo y cerró los ojos, esperando el dolor que nunca llegó. Sintió que algo líquido le cayó en la mejilla, abrió los ojos y se aterrorizó por lo que estaba viendo. Su madre se había interpuesto entre el cuchillo y ella, llegando a atravesar algún órgano y a la vez, su piel, llegando a ver la punta del cuchillo por la espalda.

- No toques a mis hijas, maldito.- dijo con dificultad la mujer, escupiendo sangre en el proceso.

Cuando el hombre, algo aturdido, soltó el mango, la madre cayó al suelo creando un gran charco de sangre alrededor.

- ¡MAMÁ!- Nori se acercó a su madre.- Tranquila, llamaré a una ambulancia y te pondrás bien. No te vayas, por favor.

- Nori, cariño...- la llamó tomando débilmente su mano.- Cuida de tu hermana, os quiero muchísimo.

- Nosotras también te queremos, pero la cuidaremos las dos.- dijo apretando su mano aún más.- No te vayas, por favor, no te vayas.

Pero la pobre mujer no pudo resistir más y cerró los ojos con una débil sonrisa, con una imagen de su pequeña hija como último recuerdo.

Nori se quedó en shock mirando como su madre, la mujer que más quería en el mundo, que la cuidaba cuando estaba enferma y que le cocinaba sus platos preferidos... se moría.

De repente, le dio un ataque de ira y se levantó para dirigirse rápidamente hacia el hombre que mató a su madre. Pero este reaccionó antes de que pudiera hacer nada y la noqueó.

Y la niña cayó inconsciente pensando en su madre y en que jamás podrá volver a sentir su calidez.

𝐈𝐊𝐈𝐆𝐀𝐈 •| 𝐃𝐑𝐀𝐊𝐄𝐍 ®Donde viven las historias. Descúbrelo ahora