𝟑𝟐

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—Takemicchi, estoy conteniéndome para no destrozarte en este mismo instante.

Si, Takemichi había llegado en un momento algo...incómodo e inoportuno, y Draken no estaba de buen humor. Había que resaltar que se podía ver humo saliendo de sus orejas y sus venas iban estallar.

Oi, Hanagaki.—lo llamó Nori sin inmutarse a la faceta terrorífica de su novio.—Debo hablar contigo, es importante. Como no pudimos hace unos días, me gustaría que habláramos mañana, en mi casa.

Ken la miró frunciendo el ceño.—¿Dónde?

—En mi casa.—Nori le devolvió la mirada, con burla.—¿Alguna objeción, Sub-Comandante?

—No. Para nada.

—Ya, claro.

El rubio menor los observaba incómodo; ver a sus superiores teniendo una pequeña riña de pareja enamorada no era algo que estaba en su lista de cosas por hacer, no lo estaría nunca.

—P-Podemos quedar en otro lugar, si hay algún problema...—consiguió decir.

—No hay ningún problema, Hanagaki. Irás a mi casa mañana por la mañana. ¿Entendido?—ordenó la Okazaki ignorando los reproches de su novio.—Calla, Ryu.—le tapó la boca con su mano.

—E-Entendido, Okazaki-san.

—Pues nos vemos mañana. Adiós Hanagaki.—la pelinegra tomó la mano del tatuado y tiró de él para que caminara.—Vamos, mastodonte.

—Si, si. Nos vemos, Takemicchi.

—Si...Adiós...

La pareja paseaban tomados de la mano, notando la brisa fresca de los últimos días de octubre. Reinaba el silencio hasta que sonó la melodía de un móvil.

—Es Nozomi.—le informó al rubio ante su mirada curiosa.—Hola, Nozomi.

Onee-san, ¿vienes a cenar?—preguntó la Okazaki menor con entusiasmo.—La vecina me ha dado carne hecha a la barbacoa de esta tarde, tengo mucha.

—Estoy con Draken, ¿puede venir?—cuestionó como si no fuera la mayor de las dos.—¿Quieres venir a cenar? Hay carne a la barbacoa.—le susurró al Ryuguji.

—¿Carne? Por supuesto.

Claro que puede venir. No podremos solas.—contestó riendo la menor.—Nos vemos ahora.

Ok, nos vemos.—colgó.—Vamos a mi casa, de seguro nos hartaremos de carne. La vecina tiene la costumbre de cocinar para todo un barrio.

Ryu rio.—Pues vamos.

Al llegar, Nozomi los esperaba con una montaña de carne que olía delicioso. Los tres comieron hasta reventar y, como era bastante tarde, la menor invitó al tatuado a quedarse a dormir, cosa que aceptó encantado.

—Mierda...estoy llenísimo.—dijo tumbándose en la cama de la heterocromática, con toda la confianza del mundo, pero esta no podía reprocharle nada, después de todo ello hacía lo mismo en la de él.

—Puede que nos hallamos pasado.—le contestó mientras cambiaba su ropa por un pijama, que no era más que una camiseta oversize.—¿Qué ocurre?—preguntó al ver que la miraba tan fijamente.

—No creo que pueda dormir teniéndote así a mi lado.—habló mirado su figura, quedándose unos segundos de más en algunas determinadas partes.

—Pues tendrás que porque estoy en esos días, cariño.—se burló acostándose a su lado y abrazando su torso.—Buenas noches.

𝐈𝐊𝐈𝐆𝐀𝐈 •| 𝐃𝐑𝐀𝐊𝐄𝐍 ®Donde viven las historias. Descúbrelo ahora