𝟏𝟕

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Nueve pares de ojos observaban la guerra de miradas que estaban protagonizando el dúo de alturas similares en la orilla del río. Francamente, daban algo de miedo.

- ¿Y bien? ¿Qué demonios haces aquí?- preguntó el sub-comandante intentando ocultar el nerviosismo que saturaba su interior. No se esperaba para nada encontrarse con ella en ese mismo instante, más bien, en todo el día.

- Eso no te interesa.- respondió la de la cicatriz mirándolo sin expresión alguna, reprimiendo cualquier sentimiento que el rubio causaba en ella.-¿Dónde está Nozomi?

- Y yo que sé, acabo de llegar.

- Onee-san.- escucharon desde atrás. La ojiverde había decidido entrar en escena al ver que estaban muy a la defensiva, con eso no iban a llegar a nada.

- Nozomi.- la mayor fue rápidamente hacia ella.- ¿Estás bien? ¿No estás herida?

- Tranquila, estoy bien.- tras la menor aparecieron los chicos, entre ellos estaba Mikey, también Narumi.

- Mikey, ¿por qué demonios me llamaste?- preguntó con el ceño fruncido el tatuado, todo esto no le daba buena espina, había demasiada gente.

- ¿Naru?

- Narumi-san, Mikey-san y los chicos pensamos que tenéis que hablar.- declaró la Okazaki menor sin titubear, sorprendiendo a los dos rascacielos.

- ¿Eh?

- No os vais a ir hasta que habléis y arregléis todo.- ordenó el comandante con una pequeña sonrisa maliciosa.

Maldito enano.- pensó el Ryuguji con una vena marcada en la sien.

- Lo siento pero no tengo nada de que hablar.- aclaró la peli negra intentando escabullirse a paso firme y ligero, pero Pah-chin se puso en su camino y la agarró con fuerza para que no escapara.- ¡¿Qué mierda crees que haces, gordinflón?! ¡Te recuerdo que me debes una! ¡Suéltame!

- Lo siento Okazaki, no puedo dejarte ir.

- ¡Eres un traidor!

Mientras tanto, Draken también intentaba huir sin llamar mucho la atención; no funcionó. En cambio, Mikey le dio una patada en el estómago, impidiendo su patético intento de escape.

- ¿A dónde crees que vas, Ken-chin? No creí que fueras un cobarde.- se burló el rubio menor.

- Déjame ir, Mikey.- contestó a duras penas el alto. Realmente quería irse de allí, no quería seguir hurgando en la herida que todavía estaba abierta.

Sin embargo, el grupo tenía otros planes para aquel par. Los llevaron a rastras hacia un puente, el cual sólo tenía dos salidas y que en seguida fueron tapadas por los capitanes de la Primera, Segunda, Tercera y Cuarta División. En realidad lo tenían planeado minuciosamente, querían que todo saliera perfecto, tenía que serlo.

- Mi-chan, por favor, déjame ir.- intentó convencer Nori a la pequeña.- Dejé el trabajo sin decir ninguna razón, me pueden despedir.

Bueno, puede que estuviera mintiendo un poco, pero lo que sea por evitar esa conversación que ninguno de los dos quería tener y que todos estaban empeñados en que la tuvieran.

Nozomi lo pensó y se sintió algo culpable, pero rápidamente desechó esos pensamientos. Lo estaba haciendo por la felicidad de su hermana, no estaba haciendo nada malo.

- Lo siento Onee-san, esta vez no voy a ceder.- afirmó sin aceptar argumento alguno, por mucha razón que tuviera.

[...]

Y ahí estaban.

Llevaban por lo menos dos horas desde que los dejaron "solos", porque sabían que tenían los oídos en cualquier cosa que dijeran. No se dirigieron ni una mísera palabra o mirada, era demasiado incómodo.

𝐈𝐊𝐈𝐆𝐀𝐈 •| 𝐃𝐑𝐀𝐊𝐄𝐍 ®Donde viven las historias. Descúbrelo ahora