𝐈𝐊𝐈𝐆𝐀𝐈 •| 𝐃𝐑𝐀𝐊𝐄𝐍 ®

𝟏𝟑

El "invencible Mikey" iba a toda velocidad con su motocicleta hacia el hospital general, donde su mejor amigo estaba entrando en la sala de operaciones en ese mismo instante. Lo que el comandante no sabía era que la chica que había evitado que su amigo fuera a la cárcel, también estaba en esa misma sala y que no conseguían reanimarla.

En el hospital

Hanagaki Takemichi miraba cómo entraban las dos personas más fuertes que había conocido, a penas dando sus últimos alientos de vida.

- ¡Takemichi-kun!

Eran los amigos del rubio, Hinata, Emma y Nozomi. Todos con miradas preocupadas y respiraciones entrecortadas de la velocidad con la que habían entrado.

- Chicos...

[...]

Después de unos minutos en los que el Hanagaki les había contado lo sucedido en la ambulancia, empezaron a frustrarse, y la rubia y la menor del grupo comenzaron a llorar. Emma por el rubio que tenía su corazón y Nozomi por su hermana, su heroína, la que la había cuidado y dado todo por ella.

- ¿Un paro cardíaco?

- ¿Ambos? ¿En serio?

Si, todo iba cada vez peor. El ojiazul iba a salvar a Draken y al final terminó involucrando a la Okazaki mayor, era un completo desastre.

De pronto se escuchó un potente grito.- ¡Takemicchi! ¡¿Y Draken?!

- Mitsuya, Peyan...

Se apartaron de los demás para hablar tranquilamente, aunque tranquilo no sería la mejor palabra para describir el momento. Al mismo tiempo, Manjiro entraba por la puerta del edificio que contenía tanto buenas como malas noticias, llamado hospital.

- Okazaki-san también fue apuñalada de imprevisto.- narró Takemichi mirando el suelo como si fuera lo más interesante del mundo.- Y antes de que llegaran al hospital, sus pulsos...

- ¡Maldición!- gritó el pelilila golpeando la pared. Pero llegaron a escuchar unos pasos a una corta distancia de ellos y giraron para ver quién era el intruso.

- Mikey...

El rubio de cabellos largos tenía una mirada vacía y seria que aterrorizaría a cualquiera. Raspones y moretones decoraban su rostro, como a todos los de la Tokyo Manji.

- ¡Draken y Okazaki- san están...!

- ¡Mikey!

- No griten.- interrumpió el nombrado, con aparente tranquilidad, el griterío del trío de pandilleros. Era admirable el cómo se mantenía tan sereno aun acabándose de enterar del estado de la chica que tanto les había ayudado.- Es un hospital, guarden silencio. ¿Y la sala de espera?

Los cuatro chicos se dirigieron a donde estaban los demás, Mikey al frente de ellos. Los demás, al darse cuenta de su presencia, formaron un pequeño círculo a su alrededor, frente a la puerta del quirófano la cual todavía tenía encendida la luz que indicaba que seguían en cirugía.

- Ken-chin...Ken-chin es un hombre de palabra.- empezó a hablar sin mirar a nadie en particular.- Y Kiri-chan nos ha demostrado claramente que es más fuerte de lo que pensamos. Además, ella no quiere dejarte por nada del mundo, Nomichi.

La castaña lo miró sorprendida y, dejando salir unas cuantas lágrimas más, sonrió y asintió en su dirección.

- No nos van a abandonar.- siguió hablando el Sano con una sonrisa que dejaba ver su dentadura.- Ken-chin me prometió que conquistaríamos el país juntos. Y Kiri-chan tiene que aceptar oficialmente ser mi amiga, esto no se va a quedar así, aún tenemos que agradecerle por todo. Por eso, chicos... Confíen en ellos.