𝟐𝟐

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Un hombre de mediana edad, con gafas y un cigarro entre sus labios miraba fijamente a la pareja frente a él, más a la chica.

- ¿Y esta chica? ¿La has secuestrado?

- Claro que no.- contestó el rubio en seguida, soltando posteriormente un pequeño suspiro.- Nori, él es Masaway-san. Masaway-san, ella es Nori, mi novia.

- Un gusto, Masaway-san.- saludó la peli negra haciendo una pequeña reverencia.

- El gusto es mío. Así que su novia... Nunca lo habría imaginado. ¿Sabes? Kenny es tan reservado.- se quejó el mayor.

- Le creo.- asintió en respuesta la Okazaki, mirando a su acompañante con burla; aunque seguía con su inexpresividad reflejada en el rostro.

- Si si, vamos adentro.- interrumpió la charla el Ryuguji. Cogió a la fémina de la mano y la arrastró al interior de aquel burdel.

- ¡Dejad la puerta abierta!

- ¡No fastidies!- gritó Draken, escuchando la risa del hombre.

- Os lleváis bien, ¿eh?- habló Nori mirando los pasillos. Se podían escuchar los ruidos obscenos de las habitaciones a un volumen considerablemente bajo, puede que las habitaciones estuvieran un poco insonorizadas. Eran muy considerados.

- Él me acogió cuando era un niño, me alimentó y me dio un techo bajo el que dormir. Es como un padre, le debo mucho.

Siguieron caminando en silencio hasta que se encontraron con dos chicas vestidas con unas batas, las cuales se emocionaron al conocer a la pareja de su Kenny. Cuando por fin los dejaron irse llegaron a la habitación del tatuado.

- Ponte cómoda, me daré una ducha rápida.- dijo entrando al que parecía ser el baño.

La heterocromática echó un vistazo al lugar, estaba bastante ordenado, cosa que no le sorprendía. Miró las pocas fotos que tenía en la pared, las había del chico cuando era pequeño con el del pelo de anuncio de champú y de la pandilla cuando eran más jóvenes.

Después de mirar un poco por allí y por allá, se tumbó en la cama como si fuera suya, perdiéndose en sus pensamientos. El Hanagaki había estado raro, se comportaba con madurez de vez en cuando pero cuando no, era un completo idiota. Eso le ponía nerviosa, debía averiguar que era lo que pasaba con ese individuo. Tenía un mal presentimiento.

- ¿En qué piensas?- la voz de Draken la sacó de sus pensamientos, haciéndole enderezarse. Tenía puesto un pantalón deportivo, pero nada en la parte superior, dejando ver sus marcados abdominales y músculos. Había que admitirlo, estaba bueno.- Se te cae la baba.

Kiri lo miró a los ojos, desafiante, y se levantó.- ¿Y a quién no?

Este dio una carcajada y se acercó a ella.- No sabía que eras tan desvergonzada.

- Hay muchas cosas que no sabes de mí.- la peli negra rodeó su cuello, acercándolo más hacia su persona, intentando no dejar ni un hueco entre sus cuerpos.- Cariño~

- Pues quiero saberlo todo, nena.- puso sin pudor alguno una de sus manos en su trasero, apretándolo con posesividad.

- ¿Todo?- la fémina dirigió su mano derecha al abdomen desnudo del rubio, pasando sus dedos por sus abdominales marcados. Mientras que metía un dedo de su mano izquierda por el interior del pantalón y tiraba de este para acercarlo a ella lo máximo posible.

El sub-comandante emitió un suave gruñido al sentir su miembro por debajo de la tela rozar contra el vientre bajo de su pareja. La besó con desesperación, metiendo su lengua después de morder su labio inferior, iniciando una guerra con sus lenguas. A su vez, él la arrastró hacia su cama y la tumbó, quedando el de la trenza sobre ella.

𝐈𝐊𝐈𝐆𝐀𝐈 •| 𝐃𝐑𝐀𝐊𝐄𝐍 ®Donde viven las historias. Descúbrelo ahora