2. Mejillas de invierno

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Edad de 10 años.

Pude sentir el momento exacto en que Isis se acercó al territorio que tía Bia había adquirido para nosotros. Teníamos mucha tierra para que ella pueda plantar sus plantas y para que yo pueda correr sin causar problemas.

El Rey había sido muy cortes y solidario con nosotros. Debía ser un buen "ciudadano" y no causar problemas.

Mhm "problemas".

Ella venía para acá.

Ella extremadamente dulce.

Siempre que sentía su aroma, mis colmillos se alargaban, ya era algo que no podía controlar. A mí me molestaba, en realidad me molestaba mucho. Yo no quería que ella se asustara cuando me viera.

Daba miedo, asustaba. Me disgustaba.

Tía Bia dice que es normal en los lobos. Debo creerle, ella es algo así como una madre. Además, es la que me ayuda entender la cosas. Y según el Consejo de este bosque encantando, yo era su hijo y debía obedecer a todas sus órdenes.

Aunque sé que no era algo biológico. Yo aún recordaba a mi verdadera madre, trataba de mantenerla segura en mis recuerdos.

Cerré el libro de literatura que mi tía me obliga a leer. La educación en casa apesta. La detesto.

Me hace sentir como un fenómeno, prohibiéndome del mundo. Todos los niños de allá afuera van a escuelas.

Me encantaría ir a la misma de Isis.

Mi hermosa niña de ojos violeta.

Dioses. La extraño tanto.

No solo observarla por las noches y seguirla por las tardes me hacía mal, sino que ya no era suficiente. Necesitaba más de ella. Sus ojos en mí. Sus manos en mí. Su atención en mí. Exclusivamente en mí.

En mi clase de literatura aprendí un nuevo término. Celoso.

Resulta que soy un celoso por Isis.

Me enoja demasiado, me da rabia, siento mi cuerpo hervir de ira cada vez que veo a esos estúpidos niños tocando a Isis.

Algo asesino dentro de mí se apodera de mi ser. Eso me asusta.

Estoy gruñendo. Debo calmarme. No puedo hacer un desastre en mi habitación como la última vez.

Pero es que ¡agh! De nada más imaginar cómo Laya colocaba las flores en su suave cabello... Necesito romper algo. ¡Su cuello!

Nadie tocaría ese cabello con delicadeza como yo lo haría.

Estás enojándote. Cálmate.

Me levanté de un salto de mi silla y corrí hacia el baño. Me eché agua helada por todo el rostro.

Isis. Isis. Isis. Isis. Isis.

Me estoy volviendo loco.

¿Qué está mal conmigo? Solo quiero abrazarla por una vez.

Hace dos años que no la toco. Que no le hablo. Que no puedo oler su cabello como me gustaba hacer a escondidas.

Pegué mi mano en la pared con fuerza. Aparecieron unas grietas en ella. Genial. Ahora debo prepararme para un sermón de tía Bia.

Me he estado conteniendo. Algo dentro de mí se quiere arrancar de una manera muy diferente a la que suelo salir.

Necesito a Isis.

Dos años...

Dos años sin Isis.

Dos años sin poder adorarla como debo hacerlo.

EncantadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora