4. Un escape rápido por la princesa.

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Edad de 14 años

Miré por la ventana del jardín frontal, la cual muchas flores mostraban con orgullo sus colores y donde mamá se empeñaba a cuidarlas como sus hijas.

He estado esperando a que ella entrara a la casa para yo poder agarrar las violetas para Isis. Sin embargo, mamá sigue esparciendo agua por cada parcela, como un guardia, volando de extremo a extremo.

¡Necesito que ella se vaya! Mis ojos están fijos en las flores, calculando el tiempo en que me tomará correr hacia allá y cortarlas sin que se dañe toda la planta.

Amaba el invierno por esta razón, a nuestras flores, las convertía a más gruesas y de colores más azulados. Y las violetas salían más hermosas que nunca.

Y el paisaje de nieves y flores creciendo al mismo tiempo. Divino.

La estación ya estaba llegando a su punto final y tenemos que darle la bienvenida a la primavera.

Miré al reloj del sol en mi balcón. Ya serían las seis de la tarde, solo tengo una hora antes de que ella cenara con su familia y se tomara dos horas en ese comedor.

Debo apresurarme. Pero mamá, no estás cooperando.

Me rindo.

Me deslicé hacia la otra ventana del jardín trasero, bajé de un salto y me escabullí entre los matorrales de hielo que rodeaban la cerca.

Es hora de correr, aceleré mis pasos en la nieve ni medio ingresé al bosque. Era tan bueno para mí, vivir casi aislado de la población del reino, que puedo decir que el bosque, que casi nadie visita, es mío.

La euforia de ver a mi princesa es enorme y debo gastarla cazando, es lo mejor antes de ver a Isis, porque si llego a verla con mis energías y entusiasmo a mil. Nos meteré en muchos problemas.

Mis huesos se rompieron y la energía se liberó dentro de mí. Rugí y empecé a buscar una presa para cazarla.

No sé cuánto tiempo después, pero no lo suficiente para que haya sido una hora, estoy corriendo al palacio.

En definitiva, cazar me relaja, ese ciervo estaba muy tierno para mi gusto.

Puedo volver a burlarme de la seguridad, y el mismo pensamiento de siempre, regresa. Es que, si yo puedo entrar al palacio con facilidad, cualquiera lo puedo hacer, y me hace llegar a una conclusión de que Isis no está ni segura en su propio hogar.

Miré y aseguré que la escuadra terminara el recorrido de derecha a izquierda para poder escalar, tenía catorce segundos para escalar el primer muro.

¿Objetivo? Habitación de Isis. Miré el enorme castillo, era un profesional es escalarlo, así que problema no habrá.

Con mis sentidos alerta, supervisé que no haya nadie en el primer balcón, tampoco había voces cercanas.

Era un visto bueno.

14 segundos.

Salté del árbol y corrí entre los hongos demoledores, que me ayudaban a simular las pisadas en el suelo esponjo. Aceleré la corrida y de un impulso por mis rodillas salté hacia las hojas que bañaban la pared de piedra.

Escuché a los guardias girar, y tuve que empezar escalar más rápido, lastimando mis manos por las rozaduras.

Llegué al primer balcón con éxito, tuve que esconderme nuevamente en el piso al ver a los guardias y nuevamente tuve que escalar tres balcones más.

Hasta que finalmente llegué a la habitación de la hembra más hermosa del universo completo.

— Hola, princesa — caí entre tropezones a su alcoba.

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