5. Nuestra actividad favorita.

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Edad de 14 años.

Lancé la primera piedra.

El día estaba blanco, tanto el cielo y el suelo cubierto de nieve.

Los árboles de manzanos hacían un hermoso contraste con lo pulcro del día y las manzanas llamaban a los espectadores a comerlas.

Pero claro, aquí nunca encontraré a más personas que no sea Isis y yo. Las hadas no se asombran con las manzanas jugosas y carnosas, lo consideran más un acto de humanos agarrarlas.

Ellos prefieren comer esas frutas en miniaturas que no recuerdo su nombre, pero si su sabor ácido que dejaba mi lengua rasposa.

A mí me encantaba escalar entre los árboles, con ayuda de Isis volando entre ellos, era una manera de liberar tensión que no sea solo correr, y pasar más tiempo con ella, que también le gustaban las manzanas.

Hacíamos una buena dupla, sobre todo para convencer a los habitantes de comer las mejores manzanas del reino.

Lancé la segunda piedra.

¿Cómo es que la princesa Isis podía pasar tiempo con un muchacho sin importancia como yo? No dejaré de cuestionármelo.

Isis tan educada y refinada, y yo un bruto en crecimiento acelerado, con movimientos y acciones tosca. No me entraba en la cabeza.

También me pregunto si es que ella podría sentir el vínculo, pero... lo dudo.

¿Ella se hubiese interesado en mí si nos hubiésemos conocido a esta edad y no de pequeños? Creo que no.

Gracias, madre por dejarme con tía Bia, sin ti no la hubiese encontrado a mi compañera a tan temprana edad.

Miré hacia el cielo, esperanzado de que la Diosa Luna aparezca sobre mí y me bendijera.

Lancé la tercera piedra.

¿Por qué Isis demoraba tanto? Ya han pasado diez minutos. Y me estoy desesperando.

¿La castigaron?

¿Se aburrió de mí?

¿Está en problemas?

Me acomodé en la rama del árbol y dejé que mis pensamientos caminaran por la colina helada.

Su aroma llegó a mis fosas nasales y eso fue ¡Pum! Un detonante de energía a mi sistema.

¿Saben? No es un mal día. Hoy es un buen día.

Y no quiero esperar más para verla, así que me bajé y corrí a su encuentro.

— ¡Isis! — ¡Qué emoción! Ella voló más rápido hacia mí. Corrí como un loco hacia ella. Nuestros cuerpos chocaron y se envolvieron en un gran abrazo — Te extrañé.

— No me sorprende. Solo han pasado dos días, es un récord.

Nos separamos y yo no me contuve para no poder besar su cara tantas veces como sea necesarias, no hay nada más que me llene que ella se ría.

— ¿Cómo se aprende a vivir sin ti? — su piel estaba más blanca, incluso más brillosa. Una de las razones por la cual siempre estoy con Isis en la nieve.

Y porque le puedo dar de mi calor, aunque a ella no le afecte tanto el frío, ella toma mi excusa de calor.

La amo.

Suspiré.

— No sé — me sonrió y tomó con mi mano — Tienes que aprender.

Mmm.

EncantadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora