22. El cierre en nuestra noche de baile.

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Narra Isis.

Sentía un vacío en la boca de mi estómago, un peso en mi corazón y el fastidioso nudo en la garganta. Ácido en mi cerebro, en mis ojos, en mi boca, en mis manos por tocar a este...

Miré al príncipe Fell, apuesto y caballero, atento conmigo mientras bailábamos.

Pero él nunca se llevaba mi atención, ni lo haría.

Mi atención estaba en Bastian y en Pam. Me moría de celos cada vez que Fell y yo cambiábamos de posición en el vuelo, y me permitía verlos con claridad, ver como Bastian tenía sus grandes en manos en la cintura de ella.

Ese macho... ¡Ha bailado con todas mis amigas ¡Las mismas que cuestionaban mi amistad con Bastian!

Pam.

Era tan evidente la atracción que ella tenía hacia él ¡Y Bastian no lo notaba! Hasta le brillaban los ojos cuando él ríe, ¿cómo no puede darse cuenta en la forma en que ella acariciaba sus hombros?

Había una bestia asesina dentro de mí.

¿Qué es tan divertido?

¿Por qué se ríe? Quería escuchar que es tan divertido para que él se ría así ¡Por los Dioses! La acababa de conocer y él ya se comporta como si se conocieran toda la vida.

A mí me conoces de toda la vida, no a... Pam.

¿Me merezco ver todo ese escenario? ¡Claro que no! Y soy consciente del dolor que causé en él al verme bailando con Gela y Fell.

Les prometo que nunca haría lo que estoy haciendo si fuera mi decisión, pero necesito alejar la atención de mi madre en nosotros.

Me asustaba tanto la forma en que hablaba de Bia y Bastian, con rechazo y asco... era mi forma de protegerlo, ¿por qué debía herirlo para cuidarlo?

Sé de lo que es capaz mi madre, mientras ella siga pensando que Bastian es mi amigo, tendré más libertad para andar con él.

Mi novio. Bastian es mío.

Y me juré que esa misma noche se la recompensaría, esa noche era nuestra, nuestro baile, pero mi madre... ella lo presiente.

Yo sabía que me miraba, sentía sus ojos en mis espaldas, me estaba conteniendo tanto que ya estaba siendo agotador, fingir que no lo amo.

No quería que Bastian tuviera una mala imagen de mí, de una hembra sin palabra, en estos años de mi vida, aún no puedo decidir por mi vida.

Era tan miserable pertenecer a la corona.

No era mi culpa, les prometo que no puedo hacer nada. Había estado reteniendo mis lágrimas desde que aparecí en la cosecha del baile, sabiendo y recordando sus palabras.

Esta noche de regreso, no quiero la suciedad de ese macho en ti. ¿Escuchaste? Te prohíbo que nuestros amigos te observen con ese asqueroso. Sabes a qué lugar perteneces. Ni un nivel menos.

Aún sentía sus uñas en mi espalda por haberla cuestionado.

Padre siempre estaba para mí, mi único aliado, él que le había confesado mi amor hacia él; padre me apoyaba y me defendía, pero no podía hacer nada. Madre es mala, lo sabía, pero era mi madre y siento que le debía estar a su lado, ella me crío y sentía que le debía mi obediencia.

También temía que ella enloqueciera, que arremetiera contra él, que lo expulse de nuestras tierras, que me aleje de él.

¿En qué pensaba cuando acepté ser su novia? Empeoraba tanto, no puedo ocultar ni fingir que mi amor no existe.

EncantadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora