¡Hola! Te extrañé. Vendrán muchos capítulos.
El invierno llegó más frío y rápido de lo previsto.
Esta noche era la celebración de los nuevos soldados de las tropas del reino; juraremos muchas cosas para proteger al reino.
Y si me lo preguntas, estaba demasiado nervioso, en extremo. Pero por supuesto, nadie en este lugar lo notaba, mi rostro se mostraba serio y simple; ellos estaban en su propio mundo, detrás de mí volaban de una esquina a otra con rostros ansiosos.
Me miraba frente al espejo, vestido con el típico uniforme de guerrero del bosque, mamá lo hizo para mí. Podía ver mi cabello corto por los lados que mamá cortó para esta ocasión, ridículamente peinado hacia atrás, y un mechón rebelde caía sobre mi frente.
Por mucho que me peinara el mechón caía.
En mi mente, el espejo reflejaba a un Bastian tocándose el pecho, imaginando de forma idiota a sus padres detrás de él, mirándolo orgullosos. No sé por qué ellos han estado en mi cabeza desde la mañana, me había sentido nostálgico y con muchas ganas de abrazar a mamá.
Sinceramente, el sentimiento no es agradable, es como si me estuviera perdiendo de algo que está frente a mis ojos.
Teniendo a mamá y a Isis, felices de tenerlas en mi vida, me sentía solo. No lo entendía.
Saqué todo el aire de mis pulmones, mi corazón latía errático, sentía el calor recorrer todas mis venas y eso no me hacía sentir calmado. Era el peor momento para sentir calor.
Un lobo ardiendo... no era buena idea para nada. No podía arruinar esta noche.
Trataba con esfuerzo de recordar el protocolo que hemos estado ensayando por semanas para que todo saliera perfecto, se me había olvidado. Me tenía mal recordar que esta misma noche, nosotros, los soldados nos tocaría pelear para demostrar nuestra fuerza y agilidad al público y la corona.
A mí me habían puesto muchas limitaciones para no ganar tan rápido.
Descuida, Bastian. Yo recuerdo todo, en todo caso yo tomaré el control. La voz de Kirnan fue suave, pero no respondí por su repentina amabilidad.
Buscaré a Isis. Tenía un nudo en la garganta, y mis brazos necesitaban pegar a mi hembra contra mi cuerpo, un poco de su aroma en mí no me vendría mal.
Es una excelente idea. Gruñó Kirnan con su sonrisa lobuna.
Salí de nuestra carpa exclusiva de iniciados, no me alejé mucho, busqué a Isis por cada espacio con mis ojos, la sentí pasar hace unos minutos, y el lugar donde se celebraría el evento no está ni a cincuenta metros de la carpa.
Por favor, preciosa. Aparece, no puedo ir a buscarte. Rogué porque ella apareciera por arte de magia delante de mí.
No está muy lejos. La escucho respirar, su aroma está débil y no tengo ni maldita idea por qué.
Decidí que iría a buscarla. Entré de nuevo a la carpa, busqué a mi amigo Apol en su espacio que lavaba su cara con agua bruscamente.
— Hey — toqué su hombro, él me miró a través del espejo — ¿Me puedes cubrir? Mamá me debe entregar mis cintas... y
— Por supuesto — me sonrió — No demores que ya sabes cómo es el General con la puntualidad. No quiero cargar el peso de tu responsabilidad, por favor. ¡No tardes!
— Lo sé, gracias. Te debo una.
Salí corriendo de la carpa, hacia los bordes del bosque, fuera del templo, para que el pueblo no le chismeara nada al General; busqué a Isis entre toda la gente. Kirnan tenía razón, su aroma era casi nulo, y nada perceptible entre tantos aromas. El ritmo de su corazón lo distinguía bastante bien, ya sabía dónde estaba.
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Encantado
Hombres LoboElla... Isis. Mi pequeña hada me tiene completamente hechizado. Ella ha sido mi mejor amiga de toda la vida, la he amado desde el primer momento en que la sentí. Mi compañera. Mi hembra. Mi destinada. Mi Isis. Y me estoy esforzando para que lo nue...