11. Así es como debe ser.

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— Por favor, cachorros. No sean tímidos en pasar — su compañera hablaba suavemente, estaba bien agarrada de la cintura por su macho — Si ustedes buscan pasar por algo de comida — se dirigió a los guardias — No se abstengan de pasar, nuestra casa en su casa.

— Muchas gracias, luna Leia por este recibimiento. Me complace anunciarle que mis padres han mandado regalos para ustedes y sus hijos — Klaus miró a los guardias, y ellos abrieron una de las camionetas para bajar enormes cajas con quien sabe que.

— Princesa Isis — se soltó del agarre del Alpha y se acercó a mi niña. Me tensé en mi puesto, y Lucas al ver que me tensaba también se tensó — ¿Por qué no vamos por unas chocolatinas? Los viajes suelen bajarte la azúcar, y peor si es en tren.

Isis me miró, como esperando que le dijera algo, y no es algo como si ella necesitara, pero quería asegurarse de que estaba bien dejándome solo.

— Mis hijos ya están llegando, Mason estaba ansioso de conocerlos — Lucas sonrió y ayudó a los guardias a bajar las cajas — Pueden adelantarse, yo los seguiré en unos minutos.

El Alpha le guiñó un ojo a su hembra y ella le sonrió. Era... demasiado evidente que eran compañeros.

¿Quién es Mason y porque lo estoy odiando? No podía ni moverme para salir a correr por este lugar, eran lobos igual que yo, en cualquier momento se abalanzarían a arrancar mi cabeza por estar en sus territorios y por tener una actitud alarmante.

Yo lo haría.

— ¿Vienes, Bastian? Hay una infinidad de dulces — la hembra llamada Leia me miró sin dejar de sonreír. Miré a Klaus se estaba conteniendo para no golpearme.

¡No es mi culpa! No confío en nadie de este lugar.

— Bastian — Isis susurró entre dientes y me miró preocupada.

Olfateé por los aires. Era muy fuerte el aroma de lobo, picante y arrollador.

Mi corazón estaba mil por hora, expectante a algún cambio en mí, pensé que Kirnan tomaría el control, ni siquiera sé por qué estoy vulnerable.

— Entiendo — Lucas suspiró, dejó las bolsas en mano de los guardias real, me mantuve recto en mi puesto al tenerlo cerca de mí — No hay porque alterarse, es un terreno seguro, todos aquí somos civilizados, vivimos en paz, nadie tratará de atacarte, Bastian. Mi manada es segura para ustedes, y mi luna les dará un recorrido por la casa.

Su casa era de lo más rara, poseía paredes rectas y vidrios como ventanales, ese árbol en la mitad de la casa me daba mala espina. Nada es más natural que mi hogar. El de Isis y el mío.

Isis seguía sin quitarme la mirada, me regaba con sus ojos detrás de sus lentes oscuros, apretamos nuestra mano al mismo tiempo.

— No la soltaré en ningún momento.

— Sé que no lo harás.

Leia nos hizo una señal de que la siguiéramos, Isis se llevó nuestras manos a su pecho, descansando allí. Miré de reojo a Klaus, él poseía en sus manos ¿un teléfono? ¿De dónde lo ha sacado? Hace tiempo que no veía a uno así de cerca.

¿Saben? El lugar a pesar de ser inmenso, era muy acogedor para mí. No le estaba prestando atención en absoluto a la hembra, mi completa atención estaban en los mechones que se soltaban en su cabello recogido.

Las ganas de romper esa liga y destruir esas vinchas no me faltaban.

¿Por qué no se quitaba ese saco? ¿Ellos ya saben que son hadas? ¡¿No lo saben?! Podemos estar en peligro.

EncantadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora