8. Fingir que nunca pasó.

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Edad de 16 años.

Mi cuerpo se está transformando en un pez. He estado sentado en el estanque por tres horas, sin dejar de ver el reflejo de los árboles en el agua.

Volví a tocar mis nudillos, ahora que estaban completamente curados, se me hacía raro no sentir la carne abierta en ellos.

Por ahora, el enojo estaba bajo el manto sosiego. El agua ya no estaba helada, dejó de hacerlo minutos después desde que me metí, todo se sentía caliente.

Hay que darle caza.

Ignoré la voz en mi cabeza, en estos momentos no estaba interesado en haber conectado con mi lobo.

Sentir su carne entre mis dientes, su sangre bajar por mi cuello. ¡Él ha besado a mi hembra!

Me tapé los oídos ante el rugido dentro de mí. Es la quinta vez que hace eso, no podré acostumbrarme.

Jugué con los peces, el gemido lastimero del lobo me va a hacer enojar.

Mi corazón está destruido, pero no voy a llorar de tristeza, si lo haré, será de la rabia que siento al saber que ella no me amará.

Fue ella quien lo besó.

Quiero a mi hembra, Bastian. ¡A por ella o tomaré el control!

No grites.

Por favor. Me duele. Gimió de dolor.

Hoy no, somos inestables.

¡No! Quiero sentirla ahora, la necesito. Quiero mis colmillos en su cuello.

¡No! Ella es frágil.

Así no besará a nadie más, debe sentir lo que sentimos cuando lo hace.

Yo no quiero lastimarla... solo... conozcámonos.

A ti ya te conozco, quiero sentir a mi Isis con mis manos. Te lo ruego, Bastian. La quiero.

Escuché el aleteo de mi madre llegar de sus compras. He perdido el tiempo sentado dentro del estanque y no pude barrer las hojas secas en la cerca.

Nos espera una buena reprimenda.

Ella me asusta, Bastian.

Debemos levantarnos antes de que ella llegue.

Mi cuerpo se sintió débil, salí del agua con dificultad, esta vez no corrí para llegar primero que mamá.

No tenía energías para nada.

* * * *

Ayudar a mamá al menos me distrae de no pensar en ella.

Mentira. Estamos pensando en que estará haciendo o si está con... No. Basta. No más.

Quisiera bloquear sus recuerdos por una hora. Solo eso pido, porque el corazón no me deja de quemar y se está volviendo molestoso.

— ¿Dónde los dejo? — con dos sacos de abono en cada hombro, me giro hacia mamá que no ha dejado de mirarme.

— Por el árbol de manzano.

Manzanas... Auch.

¿Por qué actúo como si ella se haya alejado de mí y nunca más la volveré a ver? Yo soy él que se ha alejado.

¿Qué estoy haciendo? Isis no tiene la culpa, la culpa es mía por sentir tanto, ¿no?

Solo quiero dejar de pensar en eso.

EncantadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora