Pequeño y adorable

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Si había algo que Frank amaba de Jake definitivamente podía destacar su altura. Bressler era perfecto en tamaño. Lucía pequeño y sumamente adorable por lo que Frank solo deseaba tomarlo entre sus brazos y protegerlo de cualquier peligro.

—Frank —alzó la mirada hacia su linda pareja. El menor tenía un ligero rubor en sus mejillas—. ¿Puedo hablar contigo?

—¿Te sientes enfermo? —terminó por acercarse al pequeño hasta tocar su frente y analizarlo por fuera—. Emm... Todo parece estar en orden.

—No sobre eso —Jake chilló inflando sus mejillas.

—Entonces ¿qué sucede, conejito? —preguntó luego de ahuecar las mejillas ajenas entre sus manos—, sabes que si necesitas algo no debes dudar en pedírmelo.

—Ese es el problema.

—¿Disculpa? —abrió sus ojos en confusión.

—Siempre quieres complacerme en todo y a veces siento que... No lo merezco.

Frank acarició las suaves mejillas cuando vio los ojos cristalinos de Jake. No le gustaba. Odiaba ver a su conejito llorar.

—Pequeño, ¿por qué dices eso?

Jake alejó las manos de sus mejillas. Con la manga de su suéter secó la primera lagrima que salió.

—Porque te preocupas más por mi que por ti —Bressler jugueteó un poco con el cordón del suéter, bajando la mirada—. Siempre me pones como tu prioridad y no me estoy quejando, pero... a veces deberías dejarme en segundo plano para cuidarte, no solo en lo físico si no también en lo mental —alzó la cabeza durante unos segundos encontrándose con unos suaves ojos rojizos—. No quiero ser una carga para ti.

Aunque no lo demostrará con algún rasgo físico. Frank estaba sorprendido. En los cinco años que llevaba de relación con Jake, era la primera vez que el hombrecillo se abría de aquella manera para expresar lo que le incomodaba.

Sin duda era cierto que consentía a Jake en todo lo que pidiera, desde comprarle todos los sándwiches de Mully's hasta regalarle un kit de pinturas en aerosol junto con varios lienzos para que continuara practicando su arte.

Además, estaba el detalle de que lo ayudaba a pagar la universidad.

La antigua vida de Jake había cambiado gracias a Frank y el hiperactivo amante del skate no sabía cómo recompensarlo.

—Jake, conejito, mírame —por un breve momento no obedeció. Lo hizo cuando sintió a su mayor tomarlo de la barbilla—. Tu nunca, escúchalo bien, tú nunca serás una carga para mí. ¿Y sabes por qué? —negó con suavidad—. Porque eres mi el motivo para despertar todos los días.

El menor se encogió un poco sobre sí mismo, estaba avergonzado por la mirada y la suave caricia que Frank le otorgaba en su mejilla. Adoraba aquel tacto. Lo hacía sentir amado y protegido.

—Estaría viviendo infeliz de no haberte encontrado o incluso podría estar muerto.

—No digas eso —de inmediato, Jake levantó la vista. Los ojos marrones mostraban tristeza por el comentario.

—Solo estoy siendo honesto —Frank pareció restarle importancia—. Infinity no hubiera permitido que me fuera luego de cometer traición. Si mi muerte no hubiera sido un castigo entonces lo sería el...

Prefirió dejar de hablar. No iba a terminar la oración, era demasiado dolorosa incluso de solo pensarlo.

—Lo seria... ¿qué?

—Olvídalo, pequeño.

—Frank —Jake lo abrazó rodeándolo por la cintura mientras reposaba su mentón sobre el pecho ajeno, colocando la cara más tierna que podía hacer.

One-Shots | FrankeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora