Biblioteca⚠️

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La biblioteca del instituto era un lugar perfecto para estar en calma. Una zona poco concurrida por los estudiantes quienes preferían realizar otras actividades en lugar de tener un libro entre sus manos.

Pero a pesar de ser un área silenciosa, para ciertos estudiantes eso no era un impedimento para dejar a relucir sus más bajos instintos.

En el segundo piso de la biblioteca, hasta el fondo del pasillo donde la luz del sol no podía entrar. Frank tenía acorralado a Jake contra la pared, tomándolo de los muslos mientras lo penetraba en un ritmo constante.

El más joven de los dos castaños, hacia lo posible por callar sus gemidos y jadeos, ya fuera mordiendo sus labios o besando a su amante. Aunque en algunas ocasiones eso no evitaba que aquellos sonidos obscenos salieran de su boca, teniendo la posibilidad de ser descubiertos por cualquiera.

—Conejito, debes aguantar o de lo contrario alguien entrará y nos vera —Frank murmuró bajando un poco el ritmo de sus embestidas. Cuanto deseaba hacerlo fuerte y duro, pero también era consiente que no estaban en su casa.

—E-Eso trato —Jake ahogo otro jadeo cerrando su boca a tiempo. Hasta ahora estaba cuestionando por qué acepto la propuesta de Frank sobre tener sexo en la biblioteca.

—Más bien parece que tratas de provocarme —la sonrisa ladina de Frank hizo que Jake rodeara los ojos.

—I-Idiota, n-no... ¡ah! —un nuevo gemido involuntario salió de sus labios.

—Shh, se un conejito silencioso.

Jake realmente quería serlo, pero los movimientos de Frank lo hacían perder la razón en ocasiones. El mayor sabía dónde tocarlo, besarlo y que decirle para complacerlo.

Una embestida provoco que Jake arqueara su espalda, se golpeó la cabeza contra la pared, pero estaba más concentrado en el placer otorgado para quejarse de eso.

Frank había encontrado su punto dulce, ¡demonios!, debió haberlo esperado. Estaba teniendo sexo con su novio, era evidente que conocía cada rincón suyo.

Esta vez no pudo callar ningún gemido, Frank tuvo que besarlo constantemente para ahogar aquellos sonidos.

Ambos podían parar en ese momento y volver a sus rutinas. Pero la realidad era que no deseaban hacerlo.

El riesgo de ser descubiertos de alguna manera los excitaba más.

Frank continúo embistiendo ese punto al grado en que Jake presionaba sus uñas sobre su uniforme. Debía descargar un poco su placer en algo.

Tenían la suerte de que se encontraran en receso. Cuando ingresaron a la biblioteca, la profesora que estaba a cargo les dio el permiso de quedarse mientras salía a comer. Desde luego ellos solo leerían los libros necesarios para sus investigaciones.

Jake también se confió en que eso harían, vaya sorpresa que se llevó al verse sometido por su pareja tras unos minutos después.

No, no estaba arrepentido, solo que no esperaba que, de todos los lugares públicos, a su pareja se le ocurriera hacerlo en la biblioteca de su instituto.

Soltó otro gemido indecoroso cuando Frank terminó de besarlo, dejando un rastro de saliva entre sus bocas. A ese punto, Jake no estaba consciente de donde estaba, para él solo Frank existía.

Mientras lo penetraba, Frank admiraba el rostro de su conejito. Las mejillas sonrojadas, la respiración agitada incluso la manera en que sus ojos cristalinos lo miraban eran un verdadero manjar para Mulliner.

Nunca se cansaría de Jake, eso era un hecho, solo que a veces sentía miedo de no controlar sus emociones y en un arranque de ira, lastimará a Jake.

Redujo sus movimientos bajando su mirada, al principio Jake creyó que miraba su entrepierna en busca de jugar con su polla, pero al cabo de unos breves segundos notó que esa no era su intención.

One-Shots | FrankeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora