Cita Familiar [Mpreg]

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El parque Delorean es el sitio ideal para pasar un momento familiar. En su adolescencia, Jake solía pasar tiempo en aquel parque en compañía de sus amigos por tener una zona específica para la práctica de skate.

Ahora, años después él se encuentra de nuevo en el parque. Con la sutil diferencia de compañía al tratarse de su esposo y sus dos hijos.

Las vacaciones estaban por terminar, Frank debería volver al trabajo y los mellizos a la guardería mientras Jake continuaba con sus estudios en la universidad. Por ello la pareja decidió disfrutar sus últimos días en familia.

—¿Crees que les gustaría aprender el skate? —habló Jake, sentado en una de las bancas del parque mientras sostenía a su hija sobre su regazo. Él se hallaba mirando hacia un grupo de chicos que practicaban el deporte, trayéndole recuerdos—. Adoraría traerlos aquí para practicar.

—Lo sabremos en el futuro, primero dejemos que aprendan a formular más de dos palabras correctamente —su esposo le respondió, sentado a un lado de Jake. Sus iris escarlatas vigilaban a su otro hijo durmiendo cómodamente en la carriola.

—Es extraño sabes.

—¿Qué cosa?

—Cuando tenía su edad —Jake dijo refiriéndose al grupo de adolescentes—, nunca se cruzó por mi mente el regresar a este lugar con mi propia familia. Bueno, en realidad nunca me imagine tener una familia más allá de mis amigos.

—La vida tiene muchas vueltas, a veces da y a veces quita —el semblante del hombre fue serio y decaído al mismo tiempo. Jake lo observó melancólico, sabía de lo que hablaba su marido.

—Hey, al menos no estamos solos, nos tenemos el uno al otro y a estos pequeños torbellinos —el hombrecillo animó, su hija Jane soltó una risita cuando él le hizo cosquillas en el estómago.

—Bueno a este torbellino le arruinaste la siesta —Frank comentó devolviendo su mirada a su hijo, el pequeño de ocho meses se removió sobre la carriola en busca de conciliar el sueño de nuevo—. En definitiva, es tu hijo.

—Oye, yo no duermo tanto... Al menos no como antes —el de ojos castaños desvió la mirada en vergüenza, Jane por su parte sonrió ante la actitud infantil de su madre.

Frank negó con la cabeza, restándole importancia. En cambio, movió con cuidado la carriola de adelante hacia atrás para ayudar a su hijo a dormir.

El sonido de una pequeña campanita llamó la atención de Jane, Jake fijó su mirada en dirección a lo que su melliza menor observaba. A una corta distancia de donde se encontraban había un carrito de helados, de pronto varios niños y uno que otro adulto se acercaron para comprar.

Jane comenzó a mover sus manitas en busca de aquel postre. Aunque no debía comerlo, Jake solía darle uno que otro bocado a escondidas de Frank, por lo que el helado se volvió uno de sus postres favoritos en especial el de vainilla.

—Iré por un helado, ¿quieres uno? —Jake le avisó a su marido mientras se levantaba de la banca, colocó a su hija sobre su cadera, pero ella ni siquiera lo notó al estar más enfocada en el carrito de helados.

—No gracias, aquí te espero —Frank lo miró con calidez.

Jake le devolvió la mirada para después dirigirse al carrito de helados. La situación se sentía tan cómoda y hogareña que aún le parecía imposible de creer. Seguramente si se encontraba con su yo del pasado lo tacharía como loco por decirle el futuro que tendría.

Esperó pacientemente en la fila, —una actitud que comenzaba a practicar debido a sus hijos— cuando llego su turno pidió un helado sencillo de vainilla sobre un vaso. Él prefería el helado de capuchino, sin embargo, por complacer a su hija haría el sacrificio.

One-Shots | FrankeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora