Confesión [Omegaverse]

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Connie abrió los ojos cuando escuchó un ruido provenir de la cocina. Pestaño varias veces para aclarar su visión y fijó sus orbes castaños en el pequeño reloj de mesa.

Las 2:30 de la mañana.

Soltó un suspiro cansado antes de levantarse de la cama e ir a inspeccionar la cocina. No lucía asustada, pues no era la primera vez que escuchaba esa clase de ruidos. En el departamento solo habitaban dos personas, ella y Jake, su hijo.

Connie sabía que su hijo sufría de un leve trastorno alimenticio que lo hacía comer en gran cantidad a cualquier hora. Jake solía estar en tratamiento hasta que comenzó a comportarse de manera extraña desde hace tres semanas. Por más que ella le preguntara al omega, este evadía el tema.

Fue evidente que se encontraba preocupada por su hijo, en especial luego de enterarse que Jake tenía pareja.

La omega no era partidaria a la violencia, pero en caso de que ese alfa le estuviera haciendo daño a su hijo ella no dudaría en buscar todas las maneras posibles para lastimar al hombre.

Apenas salió de su habitación notó que la puerta en la habitación de su hijo se hallaba abierta. Tal y como lo suponía, su hijo estaba de nuevo en la cocina, comiendo a altas horas de la noche.

Dio un bostezo y caminó unos cuantos pasos para llegar finalmente hacia la cocina. El departamento no era tan grande a comparación con el último en el que vivieron hace 7 años, por lo que era bastante rápido cruzar entre cada habitación.

—Jake, hijo, ¿qué estas comiendo? —sin mayor conflicto, Connie le preguntó a su primogénito, viendo como lo asustó en el acto.

—Mamá... ¿qué haces despierta a esta hora? —Jake titubeó, en una mano se hallaba un sándwich a medio comer mientras que en la otra sostenía un pequeño tarro de miel.

—Nada de evadir la pregunta, Jacob. Llevó varios días escuchando ruidos provenir de aquí, no hacía falta comprobar que eras tú el que venía a prepararse algo para comer —Connie arqueó una ceja, su mirada reflejaba intriga y duda hacia su hijo—. Has actuado extraño últimamente y estoy realmente preocupada por ti —caminó hasta Jake para acariciar su mejilla con cariño—. Hijo, mi pequeño omeguita, dime ¿qué te sucede? Tal vez pueda ayudarte a enfrentar el problema.

—Estoy bien, mamá —Jake bajó la mirada, dejó el tarro de miel sobre la encimera y le dio otro mordisco a su sándwich.

—Por supuesto que no lo estas —la mujer arrugó la nariz, soltando a su hijo. Su rostro se contrajo en inquietud—, hijo, por favor, habla. ¿Acaso alguien te está lastimando o...?

—Nadie me está haciendo daño —el omega alzó la cabeza, mirando a su madre, hubo molestia en su voz—, ya te dije que estoy bien, solo tenía hambre.

—Lo siento, pero no te creo —Connie cruzó sus brazos—. Si no me dices una verdadera justificación sobre tu comportamiento voy a creer que alguien más está involucrado y ese alguien es tu pareja.

—Frank ni siquiera está enterado de lo que me pasa —los ojos de Jake se tornaron brillosos, intentaba retener las lágrimas—. Mamá comprendo que estés angustiada de mi relación con un alfa, pero te aseguro que Frank nunca me lastimaría, él me ama demasiado al grado de consentirme cuando no lo merezco.

—¿Entonces? Si el problema no radica en él. ¿Por qué actúas diferente? Y no me refiero solamente a tu actitud, también tomó en cuenta el cambio de aroma que emanas.

Connie ladeó la cabeza luego de hablar, observó como su hijo se puso tenso. Su mirada viajó a todos lados de la cocina menos a ella. Jake fue bastante claro con esa acción. Él ocultaba algo.

One-Shots | FrankeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora