Escapando.

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Iba de regreso a mi casa, tarde, para variar.

Me sentí observada todo el camino pero no quise prestar atención a eso, tenía que llegar pronto a casa, mamá esperaba que llegara con la cena y no quería hacerla enojar.

Antes de que yo pudiera abrir la puerta ella lo hizo.

-¿Dónde estabas Alyssa?- dijo molesta -José está esperando la cena.

No dije nada, entre y me acerque a dejar en la mesa un pollo asado que traía.

José era el esposo de mi madre, en cuanto mi padre murió ella no dudo en traer a ese hombre a nuestra casa, lo odio, pero era el padre de mi hermana menor, así que le debía respeto, por ella.

Nos sentamos en la mesa, la pequeña Melissa se sentó a mi lado, es una dulce niña de 6 años, la amo con todo mi ser.

Mel se dispuso a tomar un trozo de pollo pero sus intenciones fueron interrumpida por mi madre y un manotazo que le dió a la pobre niña.

-Melissa recuerda que papá va primero siempre- su voz era fuerte, tanto que Mel se asustó.

Mi madre creía que le merecemos todo a ese señor, respeto y amor sobre todo.

-Me agrada que corrijas a estás chicas- dijo el hombre sirviéndose casi todo el pollo para el, dejando a penas 3 pedazos para nosotras -Alguien tiene que enseñarles que los hombres van primero.

Trate de ignorar el comentario, sirviéndole a Mel su pedazo de pollo.

Estábamos desnutridas por culpa de este idiota y mi madre, pero no había mucho por reclamar, el nos daba dinero para vivir.

La cena estaba siendo bastante silenciosa hasta que Mel interrumpió.

-Mamá, sigo teniendo hambre.

Sus palabras me dolían, pero más me dolía que mi madre no hiciera caso de Mel.

-Lo siento, no hay más comida- habló con indiferencia.

-Pero mami...

Se escuchó un golpe en la mesa que nos sobresalto a las tres, José golpeó con sus puños la madera.

-QUE NO HAY MAS COMIDA, VETE A TU PUTO CUARTO YA.

Mel no aguanto y rompió en llanto lo que hizo que él la tomara del brazo y la llevo a su habitación arrastrándola, mamá no se levantó, pero yo sí.

Si este imbécil cree que seguiré permitiendo esto está jodido.

En el cuarto José estaba apunto de golpear a Mel con un cinto, pero de alguna forma yo logré detenerlo.

Yo era pequeña, media 1.60 y pesaba a lo mucho 50 kilos, el era alto, de 1.80 y su peso era el doble del mío, el podía matarme a golpes si quisiera.

-¡Déjala!- le grité.

El solo emitió un bufido y salió de ahí.

Me hinque frente a Mel para quedar a su altura y abrazarla.

-Aquí estoy pequeña.

-¿Y qué tal si el viene en la madrugada?- dijo entre lloridos y lamentos.

-Cierra tu puerta con seguro, yo me encargo del resto.

Escuchar a una niña hablar de cómo la aterra un abuso es algo que no le deseo a nadie.

La deje ahí, para que se fuera a descansar.

No quise saber más de José, solo era cuestión de esperarlo de nuevo, otra jodida vez.

Siempre hacía lo mismo, cada que intentaba detenerlo o rebelarme el simplemente se iba a vengar de la forma que más placer le causará.

𝗟𝗮 𝗵𝘂𝗺𝗮𝗻𝗮 𝗱𝗲 𝗛𝗮𝗱𝗲𝘀.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora