🧶🧵Hilos del destino🧵🧶 [Twisted wonderland] (Concluida)

Exámenes

Se sentía extremadamente ligera, el peso de su cuerpo parecía no existir y una paz inmensamente grande la rodeaba, abrió los ojos con lentitud al sentir que algo se acercaba y cuando sus parpados se separaron pudo notar que a solo unos metros de distancia una cola con brillantes y resplandecientes escamas esmeraldas pasaba nadando frente a ella.

-¡Se acerca una tormenta! ¡Agárrate fuerte!-

Escucho de forma amortiguada y ahí fue cuando cayó en cuenta de que estaba bajo el agua y a eso se debía la livianez de su cuerpo. A toda prisa movió sus brazos y piernas empezando a nadar a la superficie siguiendo la brillante aleta que era acompañada por unos brillantes cabellos rojos alcanzándola a los pocos momentos y de no ser porque era consciente de que estaba bajo el agua hubiera soltado un gran jadeo al caer en cuenta de que estaba siguiendo a una sirena. Aunque esta era muy hermosa y no tenía nada que ver con las que habitaban en su mundo.

Cuando salió a la superficie dio una gran bocanada de aire oxigenando sus pulmones de golpe y así justo como la voz de aquel varón había anunciado el océano no estaba calmado, una gran tormenta azotaba sin piedad el navío de aspecto antiguo que empezaba a ser consumido por el fuego y la tempestad del océano al mismo tiempo, la sirena siguió nadando desesperada hacia la embarcación cuando noto que un cuerpo cayó al agua y casi a la par Octavia estuvo dispuesta a seguirla para salvar a aquel hombre. En su mundo las sirenas eran famosas por atraer a los marineros para devorarlos y después de que Pangea se separó los nuevos océanos eran impredecibles y muy pocos valerosos eran capaces de cruzar las aguas sin ser devorados por esas criaturas de aspecto humanoide mezclado con los peces que solo habitaban en las profundidades del océano. 

Antes de que siquiera pudiera dar una brazada más algo atrapo una de sus piernas y de un jalón la arrastro a las profundidades sin darle el tiempo suficiente para tratar de defenderse, por más que pateaba con su pierna libre eso que la arrastraba no lograba liberarse por lo que llevo sus manos a esa cosa...un momento eso eran cabellos? Con la mirada siguió los cabellos negro matizado deseando no haberlo hecho, refugiándose entre la oscuridad que las aguas oceánicas ofrecían se encontraba la responsable de sus pesadillas que nuevamente había crecido un par de años y sus cabellos flotantes la arrastraban cada vez más hacia la oscuridad a lo que redoblo sus esfuerzos en liberarse trozando los cabellos enredados por mechones.

-Un alma saludable habita en una mente saludable y en un cuerpo saludable.-

Recito con parsimonia poco propia de ella aunque su sonrisa cargada de burla seguía presente como en cada uno de sus encuentros pero la malicia parecía haberse acentuado en sus facciones cuando menciono aquella palabra en especial.

-¿Pero que pasa cuando el alma no es saludable?-

Pregunto expandiendo su sonrisa cuando los ojos de Octavia reflejaron el terror que no pudo ser expresado en palabras. Sacudiendo sus piernas con la fuerza suficiente mientras trataba de nadar logro reventar los últimos cabellos que la retenían haciendo que su cuerpo diera un par de vueltas sin control en el agua antes de que lograra recomponerse y nadar desesperada a la superficie en búsqueda de oxígeno.

-¡Todavía respira!-

Escucho nuevamente una voz aunque esta era de una mujer joven y apenas se acercó a la superficie noto que el sol había salido y bajo ella ya no se encontraba esa entidad rodeada de oscuridad, solo había arena que podía pisar si nadaba un poco mas a la orilla, había salido de esas aguas profundas. Salió a la superficie respirando y tosiendo con desesperación, aun cuando sus pasos eran lentos por el agua y sin mucha coordinación logro arreglárselas para arrastrarse a la seguridad que la arena le ofrecía en esos momentos dejándose caer con pesadez al finalmente sentirse a salvo. Estaba soñando. Solo podía verla a ella directamente cuando estaba dormida pero sus palabras calaron en su interior con pesadez haciendo que apretara la arena entre sus dedos con frustración, no sabía quién era pero lo que si estaba empezando a notar era que parecía disfrutar de su sufrimiento al picar viejas heridas que creía sanadas.