Capítulo I

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Cubierto de barro, sangre e icor, Jace recorre majestuosamente los pasillos del Instituto con Alec pisando sus talones. Conversaban animadamente los sucesos excitantes de esa noche. Jace cada vez admiraba como su parabatai mejoraba matando demonios, cosa que él antes solo se limitaba a cubrirle las espaldas.

Ambos se apresuraron a limpiarse antes de que Maryse encuentre las alfombras sucias de nuevo.

El Instituto estaba extremadamente tranquilo, Izzy acompañaba a Simon en su estadía en Idris y Clary estaba en una cena familiar junto con su madre y Luke. Robert Lightwood muy pocas veces se dignaba a visitarlos desde que él era el nuevo Inquisitor, pero nadie parecía extrañarlo.

- ¿Que harás esta noche? -preguntó Jace a su parabatai.

Las mejillas de Alec adoptaron un tono rosa.

- Magnus me espera para cenar, puedes venir si quieres.

- ¿Y arriesgarme a tomar café con purpurina brillante? No, gracias. Voy a ir a descansar.

- De acuerdo, solo intenta no aburrirte.

Jace bufó pero le regaló una sonrisa a su amigo para luego desaparecer en su habitación.


Al verse en el espejo, Jace quedó asombrado por sus heridas. El demonio de esta noche no podría considerarse un Demonio Mayor, pero si uno muy fuerte y con habilidades extrañas. Se colocó un Iratze cerca del abdomen donde tenía las marcas de garras algo profundas.

Ya limpio y en cómodas ropas, Jace decide leer la copia de su padre de Historia de Dos Ciudades antes de ir a dormir.

Pasando sus dedos sobre la inscripcion de William Herondale, a Jace aún le resulta fascinante saber sobre sus antepasados y los grandes méritos y honores que ofrecieron a la Clave.

Se preguntó, y no por primera vez, como habría sido su vida si hubiera sido criado por sus verdaderos padres. No lamentaba su vida, no era eso, tenía grandes amigos y al amor de su vida, Clary. Pero Jace solo tenía curiosidad y se permitía a si mismo imaginar la sonrisa de su madre, su perfume y como se sentirían sus dedos cuando le acariciaba el cabello.

Después de unas cuantas páginas, se quedó dormido.


El ruido de voces nuevas, el aire fresco y limpio de la mañana lo despertó. Mirando a su alrededor, se dio cuenta que no estaba en su habitación habitual. Sin entrar en pánico, Jace decide mirar por la ventana: se encontraba en Idris, no podía estar equivocado.

Abrió la puerta y recorrió lo que en un principio pensó que era una casa, pero no. Era la Mansion Herondale, estaba técnicamente en su casa.

Con el corazón en la garganta, Jace baja las escaleras sin prestar atención a las bonitas fotografías familiares. Al llegar al amplio living, Jace escuchó la voz de una mujer cantar alegremente. Sin poder evitarlo, la siguió.

En la cocina se encontraba una mujer rubia, de unos 37 años que se movía animadamente por la cocina mientras preparaba el desayuno. Cuando ella se dio vuelta, se sorprendió al ver a Jace pero le regaló una gran sonrisa.

- ¿Que haces despierto tan temprano cariño?

Confundido, Jace miró detrás de él para confirmar que aquella mujer le estaba hablando a otra persona, pero no. Estaban solo ellos dos.

- Bueno, ayudame con el desayuno que tu padre tiene que estar en Londres para las ocho.

- No entiendo...

La mujer lo miro preocupada.

- ¿Estas bien? Owen, estás pálido.

En ese momento, un hombre corpulento y elegante entra a la cocina. Es rubio con ojos azules y Jace cree por un momento que se está por desmayar: es Stephen Herondale, su padre, su verdadero padre.

Stephen sonríe al verlo pero rápidamente lo agarra del brazo cuando ve que algo anda mal.

- ¿Hijo? ¿que sucede?

Jace no reaccionaba: "tiene que ser un sueño" esas palabras abrumaban su mente.

- ¿Owen?

Era Celine quien ya estaba a su lado. Jace vagamente se dejo guiar por ellos hasta que estuvo recostado en el sofá de la gran sala.

- Voy a llamar a los Hermanos Silenciosos. - Anunció Stephen.

- No es necesario, solo esta en shock, puede ser por una pesadilla. ¿Puedes traerme el tónico que esta en mi estudio? -Dijo Celine.

- Claro cielo.

Jace miro a los ojos profundos de su madre. Su madre.

- Cariño, se que estas pasando por momentos difíciles, pero tengo que preguntarte, ¿tomaste algún tónico o filtros?

Celine acariciaba suavemente los cabellos dorados de su hijo con tanta ternura, que Jace se estremeció.

- Mamá, ¿eres tú?.

Celine le beso su frente.

- Si cariño, soy yo. Tranquilo, mamá te va a cuidar. No estas solo.


Hola! Quiero aclarar que obviamente no soy la grandiosa Cassandra Clare, por lo tanto no puedo escribir a Jace en todo su esplendor como lo haría ella, pero quería compartir con ustedes esta historia que atormentaba mi cabeza. Espero que les guste :)

Jace Herondale "Días de Ensueño"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora