Prólogo

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“Jamás llegaras a entender cuando me veas llorar.”

Hace unos meses su vida era tan brillante como el Sol en verano, y ahora era tan opaca como el cielo en invierno.

Era otoño y las hojas caían viejas y secas, y Jennie Kim quería caerse con ellas. Las calles de Londres eran solitarias, frías y peligrosas a esa hora, pero a ella no le importaba.

El viento recorría las calles llevando hojas, basura y demás cosas tiradas; Jennie iba contra el aire, su cabello despeinado no le molestaba, y caminaba con firmeza porque el viento era fuerte.

En ese mismo momento pensó qué, sí un auto pasaba no le importaría que este la atropellara. Quería morir. No sentía la necesidad de seguir respirando… Levantó una manga de su cazadora y observó sus cicatrices, sus marcas. La única forma de sentirse satisfecha, conforme con su cuerpo y con ella misma; las acarició como si fueran de terciopelo, no eran suaves, las tocó como si fueran importantes.

A lo lejos, vio una luz. Una luz de un autobus. Pensó en por qué no aprovechar la oportunidad que la muerte le estaba dando. Caminó hacia la mitad de la calle, se paró en frente de esté y esperó a que la atropellaran. El autobus tocó la bocina, y cuando sentía la adrenalina correr por sus venas, alguien tiró de ella para que cayera en la acera. Al abrir los ojos y ver el mundo, no estuvo feliz. Una chica yacía a su lado, ella la había salvado de su propio suicidio.

Conocía esa melena rubia, esa nariz respingada y ese par de ojos oscuros. Giró la cabeza y se dio cuenta de que Jennie la miraba con el ceño fruncido. Iba a hablar, pero está se paró y empezó a caminar por el mismo lugar donde antes.

- ¡Jennie! - Exclamó, y corrió a su lado tomando su muñeca por debajo de la cazadora.

- ¿Por qué me salvaste? -

- Jennie… ¿Querías que te atropellara el autobus? - Frunció la ceja, y agarró con fuerza su muñeca, la acarició. En ese momento sintió un relieve en esta. Jennie elevó la vista y la rubia subió la cazadora hasta su codo.

- ¿Desde cuándo te lastimas a ti misma? - Su cara de horror, espanto y asombro fue molesta para Jennie.

- Desde el día que empezaste a llamarme fea. - Sus ojos se nublaron. La chica sintió un nudo en su garganta.

Abrió la boca para hablar, pero Jennie no se lo permitió, llevando su otra mano al aire en señal de “NO”. Sacó la mano de la rubia de su muñeca y comenzó a alejarse.

- ¡Puedo ayudarte! - Gritó esta. Jennie se detuvo en seco, dio media vuelta y se colocó justo en frente de ella.

- Roseanne… déjame morir. - Susurró observando los ojos de la chica que la miraban con pena, pura pena.

𝘓𝘦𝘵 𝘔𝘦 𝘋𝘪𝘦 - 𝘊𝘩𝘢𝘦𝘯𝘯𝘪𝘦Donde viven las historias. Descúbrelo ahora