Jennie estaba parada contra el probador esperando por Lisa. La rubia tenía una fiesta de cumpleaños de dieciocho de una de sus primas y debía ir bien vestida, además quería conquistar alguno que otro chico. Era el décimo vestido que se probaba y no le gustaba. Decía que ninguno le remarcaba bien la figura que tenía… Jennie amaba la manera en que la rubia aceptaba su cuerpo y su propia personalidad… Toda ella le caía bien.- ¡Jen! Elige un vestido bonito y tráemelo. – Pidió Lisa desde adentro del probador.
Jennie no sabía sobre modas y tampoco sabía combinar bolsos más vestidos más tacones. No sabía qué color quedaría con el tono de piel de Lisa, ella era blanca pero no era pálida…
- No creo que sea buena idea Lisa, ya sabes…. No soy buena en esto. – Dijo, golpeando la puerta que las dividía con los nudillos.
Lisa bufó molesta del otro lado. La castaña le dijo que iría rápidamente a buscar alguna prenda. Salió de los probadores y caminó hacia la sección de la vestimenta para fiestas. Encontró un vestido azul, el color no era tan fuerte, más bien parecía que fuese de un tono pastel y realmente era muy delicado… Tomó uno de la talla M y fue a donde Lisa, dándoselo por arriba de la puerta.
La rubia soltó un pequeño grito cuando lo vio, dijo que le encantaba y que Jennie si sabía sobre moda, solo que nunca había hablado de su habilidad con alguien…
Lisa se enamoró cuando lo vio puesto sobre ella. Salió del pequeño lugar y dio una vuelta terminando con la mano sobre su cadera.
Un chico que estaba apoyado en la entrada de todos los probadores le silbó y Lisa al darse cuenta, sus mejillas tomaron un color carmesí. El chico le sonrió y Lisa le devolvió la sonrisa.- Bueno, ya tienes a un chico. – Dijo Jennie y alzó las cejas, bromeando.
- Shh… sigue mirando, me estoy poniendo nerviosa. –
Jennie la empujó dentro del probador y le dijo que se quitara el vestido, así ella lo iría a pagar mientras que Lisa hablaba con el chico de aquella esquina. Tenía ojos cafés y unos dientes blancos brillantes como reflectores… sí, así de lindo.
Llegó a la caja y alguien tosió en su espalda. Se dio media vuelta y se encontró con una chica de cabello rubio y ojos oscuros que la miraban.
Jennie rodó los ojos y miró lo que llevaba en las manos…
Estaba comprando ropa, y era bastante lindo lo que llevaba.
- A que eso te lo pidió Suzy… ¿Te obliga a que le compres ropa? Dios mío. – Preguntó, señalando a la camiseta que la rubia tenía en las manos.
- En realidad, es para mi padre. Mañana es su cumpleaños y quiero hacerle un regalo. – La vio rascarse la parte trasera de la nuca.
Jennie se sintió estúpida. Abrió la boca en forma de ‘O’ mostrando sorpresa y asintió con la cabeza, luego dio media vuelta para esconder la vergüenza que se había apoderado de sus mejillas en ese momento.
- ¿Irás a una fiesta? – Susurró la rubia en su oído por la cercanía. Jennie pudo sentir el aroma de su chicle. Menta fresca. – Digo, ese vestido no será para ir a tomar un café. –
Jennie sonrió de lado y se giró para verla.
La fila no avanzaba, así que podía desconcentrarse por un momento y hablar con Roseanne.
Negó con la cabeza e hizo una mueca con la voz. Ella no iba a fiestas y menos con vestidos tan delicados y lindos como el que poseía en sus manos.
- No, Lisa es la que va a una. –
Roseanne se lo arrebató de las manos y lo examinó.
- Lastima, me hubiera gustado verte con esto puesto. –
Jennie soltó una risa ahogada y volvió a mirarla. Jennie nunca se imaginó en un vestido como este, no era su tipo de vestuario… a ella le gustaban los jeans, las converse y las camisetas holgadas en las cuales podía sentirse cómoda. No era que detestara todo aquello que se usaban en las fiestas, es solo que no se sentía bien con ello sobre su cuerpo. Al ser insegura, todas las cosas lucían feas y desagradables en ella.
- Claro, si alguna vez me visto con esto es porque estoy borracha o porque tengo un problema más grave de lo normal en la cabeza. – Dijo, acomodó su cabello y estiró su cuello. A lo lejos vio a Lisa coqueteando con el chico que le había silbado. Sonrió por su amiga y se giró, pues la fila comenzaba a avanzar.
- ¿Cómo te sientes? – Preguntó Roseanne, refiriéndose a lo que había pasado hace una semana. Jennie al recordarlo, sintió escalofríos. El tema no era lo suficientemente bueno para hablar con ella aunque, si quería podía responderle esa pregunta ya que gracias a Roseanne, ella seguía viva.
- Mejor, creo que me acostumbré y no fue muy fuerte el dolor al día siguiente. – Contestó sin siquiera mirarla. Sus ojos se cristalizaban cuando hablaba sobre aquel tema. Era muy… íntimo.
- Jen… - Escuchó la voz ronca.
Lisa llegó por detrás en ese instante gritando que había conseguido el número del chico y que saldrían en unos días por la tarde a un café por Londres y después, pasearían por la Ciudad.
Después, la rubia miró a Roseanne y le sonrió abiertamente. Lisa todavía no le había contado nada a Jennie, y tal vez, era lo mejor guardar todo eso. No quería que Jennie fuera a enamorarse de Roseanne, pues era la imbécil más grande de todo el mundo y Lisa, al querer lo mejor para su amiga, deseaba que ella fuera feliz con otra persona.
- Roseanne. – Dijo Lisa en modo de saludo, cruzándose de brazos.
- Hola Manoban. –
Jennie sacó su celular porque había recibido un mensaje. Era Bambam. Al verlo, sonrió tan grande que Roseanne sintió curiosidad. La tailandesa le pisó el pie a la rubia con delicadeza para que no fuera a espiar pero ella no le haría caso.
La pelinegra estiró su cabeza disimulando y en ese momento, la castaña bajó el teléfono.
- Bambam acaba de invitarme a salir, ¿Debo ir? –
- ¡Claro que sí! – Exclamó Lisa. – Ya veo que se formará una nueva pareja. – La tailandesa golpeó el hombro de Roseanne en forma de juego pero ella tenía el ceño fruncido y al parecer, no estaba contenta.
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Bambam estaba indeciso sobre qué hacer en ese momento. Su mano rozaba con la de Jennie y quería entrelazar sus dedos. La castaña soltó un suspiro y miró al chico a su lado. Mordió su labio y agachó la cabeza.
Estaban sentados sobre una banca del parque, la mirada de Jennie estaba sobre una pareja de personas grandes y Bambam posaba sus ojos en la castaña a su lado.
El silencio no era incómodo, era tan refrescante que podían quedarse todo el día así. Los ojos miel de Bambam resplandecían más por la noche y eso lo hacía más irresistible.
“Quiero besarla.”
“Quiero besarlo.”
Ambos tenían el mismo pensamiento pero nadie se animaba a dar el primer paso. Jennie tomó aire, debía hacerlo. Necesitaba besarlo y no le importaba que fuera la segunda cita.
Sus labios ya se habían tocado antes y fue la mejor sensación del mundo.
Cuando sus labios se tocaron era como sentir una corriente de electricidad por todo el cuerpo y te sube el ánimo. Sus labios encajaban bien juntos y eso… hacía que Jennie saltara de felicidad por dentro.
Bambam iba a hacerlo. Cuando giró su cabeza, mirando a la castaña, esta se le adelantó tomándolo de las mejillas plantándole un beso en medio de la boca. Bambam sonrió y aceptó el tacto de estos. La tomó de la cintura, acercándola a su cuerpo.
Se separaron y se volvieron a besar. Lo hicieron como unas cinco veces más y terminaron entre risas. Bambam la abrazó y la castaña descansó su cabeza en el pecho del ojimiel.
- Me encanta cuando tus labios están sobre los míos, Jennie. –

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𝘓𝘦𝘵 𝘔𝘦 𝘋𝘪𝘦 - 𝘊𝘩𝘢𝘦𝘯𝘯𝘪𝘦
Fanfiction- ¡Jennie! - Exclamó, y corrió a su lado tomando su muñeca por debajo de la cazadora. - ¿Por qué me salvaste? - - Jennie... ¿Querías que te atropellara el autobus? - Frunció la ceja, y agarró con fuerza su muñeca, la acarició. En ese momento sintió...